BARCELONA, domingo, 9 marzo 2008, (ZENIT.org).- En España muchas mujeres que se quedan embarazadas sufren acoso laboral y en muchos casos pierden su puesto de trabajo, es la conclusión de la jornada «Mobbing maternal, nueva lacra del siglo XXI», organizada en Barcelona por el Grup d’Entitats Catalanes (GEC) de la Familia el pasado 3 de marzo.
En la jornada, en la que participaron Núria Chinchilla, directora del Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE (Instituto de Estudios Superiores de la Empresa), Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina, y Daniel Arasa, presidente del GEC, se concluyó que «el embarazo aún les cuesta el puesto de trabajo a muchas mujeres».
La investigadora Núria Chinchilla puso de manifiesto, por su parte, que en España una de cada cinco mujeres con puestos directivos en las empresas acaba renunciando a su trabajo por la imposibilidad de conciliarlo con el cuidado de la familia. Es una de las conclusiones de un informe elaborado por el IESE en colaboración con la empresa Adecco.
Según aportó Chinchilla, «hay empresas que prefieren contratar a mujeres mayores de 40 años o pagar la sanción por despedir a una embarazada antes que mantenerle el puesto».
«Muchas empresas no se dan cuenta que la maternidad es un enriquecimiento, porque en el hogar se desarrollan competencias fundamentales para la empresa, como el trabajo en equipo, la capacidad de organización, la planificación, etc. pero los empresarios sólo se fijan en el corto plazo, en la incomodidad que les supone sustituir a alguien por un período de tiempo. Esta mentalidad, muy arraigada en la cultura española, sigue mostrando que en igualdad de condiciones, y aunque las cifras demuestren que el absentismo laboral femenino es menor que el de los hombres, se sigue prefiriendo contratar a un hombre», añadió.
Para Núria Chinchilla, «muchas mujeres tiran la toalla y dejan el trabajo. Con ello se desperdician toneladas de talento femenino». Otras «renuncian a ascensos por no ver compatible el nuevo cargo con la vida familiar». Entre las mujeres que dejan el trabajo, hay sentimientos de «desbordamiento» y al mismo tiempo de «culpabilidad». Muchas mujeres, incluso, «postergan su maternidad para que no obstaculice los años clave de su crecimiento profesional», pero «la mayoría se resigna y se va a su casa sintiéndose quizás hasta culpables de haberse quedado embarazadas en un momento inadecuado».
«El 65 % de las directivas españolas cree que el permiso de maternidad provoca una situación de conflicto en su trabajo. Al final, el 30 % de ellas renuncian a su cargo ante la imposibilidad de hacer compatibles trabajo y casa, profesión y crianza de los hijos. Una parte de ellas crea sus propias empresas, o realiza trabajos que puede hacer en casa», añadió.
La maternidad, una riqueza
Falta en la empresa española una cultura de apoyo a la maternidad, en la que ésta pase de considerarse un «estorbo» a una «inversión». De hecho, según aportó la investigadora, sólo el 7 por ciento de las empresas españolas son familiarmente responsables, según las conclusiones del estudio IFREI 2007 (IESE Family Responsable Employer Index).
Para Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina, el empresario debería valorar el capital social que la mujer madre aporta a cualquier empresa.
«El embarazo no debería ser catalogado por la empresa o por la Administración como una enfermedad o una lacra, sino, por el contrario, como una oportunidad de autorealización por parte de la mujer, y de creación de riqueza para la empresa y la sociedad. Una madre es más responsable y fiel a los principios empresariales y, por tanto, más rentable a largo plazo», afirmó.
Precisamente, la Fundación Madrina ha presentado recientemente un informe ante el Parlamento Europeo en el que muestra que la maternidad «crea un valor equivalente al 3% del PIB y soporta hasta el 50% del mismo».
Mujer inmigrante, joven y embarazada, la principal víctima
Por su parte, Conrado Giménez presentó las conclusiones de un informe sobre la actividad de la Fundación Madrina, en el que se concluye que el embarazo «sigue siendo la primera causa de despido o amenazas por parte de la empresa».
El perfil de la que sufre «mobbing» corresponde a una mujer de entre 18 y 25 años, de las cuales un 25 % son despedidas. En el 60% de los casos atendidos por la Fundación (más de 3.500, y más de 100.000 llamadas telefónicas de mujeres en situación difícil), se trata de inmigrantes.
El problema es demostrar que la maternidad es el motivo del despido: «a veces se realiza de forma directa e inmediata, pero en una gran parte de los casos al finalizar el contrato (contratos temporales) no se les renueva. Formalmente no se las despide por embarazo, pero en realidad esta es la causa».
Otro de los problemas es el acoso por parte de los compañeros de trabajo. El presidente del GEC, Daniel Arasa, afirmó que muchas veces llegan a la institución que preside «quejas o comunicaciones de mujeres trabajadoras que sufren acoso en su puesto de trabajo por quedar embarazadas o ser madres. Sin embargo, cuando les comentamos que hagan la denuncia y las apoyaremos, o que lo expliquen públicamente su caso en nuestros foros o incluso en la prensa, siempre se echaban atrás. Tenían miedo tanto cara a su propia empresa como a que les cerrara las puertas en su posible marcha a otras».
Incluso, según denunció Giménez, muchas veces la maternidad y el mobbing laboral «va acompañado de la violencia doméstica. El 32 % de las mujeres atendidas son víctimas de violencia de género, llegando hasta el 68 % el riesgo de amenazas, aunque sólo el 18% lo reconoce y denuncia».
En el informe que la Fundación Madrina ha presentado al Parlamento Europeo, se pide crear un Observatorio para la maternidad y que se realice un seguimiento del fenómeno del «mobbing» contra la mujer embarazada.
Por Inmaculada Álvarez