Arzobispo Ravasi: Lourdes calma la sed de belleza

Entrevista con el presidente del Consejo Pontificio de la Cultura

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 29 de agosto de 2008 (ZENIT.org).- Este año se celebra el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen a la pequeña Bernardita Soubirou. El Papa Benedicto XVI viajará a Francia visitando, después de París, del 12 al 13 de septiembre, Lourdes y la gruta de Massabielle.

Coincidiendo con las celebraciones, aumenta el número de peregrinos que acuden al Santuario, hasta el punto de que la Unitalsi (Unión Nacional Italiana de Transporte de Enfermos a Lourdes y Santuarios Internacionales) ha tenido que organizar un mayor número de «trenes blancos».

Se multiplican los eventos destinados a conmemorar el evento, como el Congreso Internacional «Las peregrinaciones: itinerarios históricos, itinerarios de fe e itinerarios geográficos», que tendrá lugar en Roma del 17 al 19 de septiembre.

Para saber más sobre las iniciativas en curso, y para un análisis del «fenómeno» Lourdes y de su valor para los creyentes y la Iglesia, Zenit ha entrevistado a monseñor Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura y la Comisión Pontificia de los Bienes Culturales.

Un coloquio amigable, en el que monseñor Ravasi ha aprovechado la oportunidad para hablar de la importancia de lo sacro y de la figura mariana en el arte, y anticipar algunas iniciativas promovidas por los dicasterios que el preside.

–Este año se festejan los 150 años de las apariciones de Lourdes. ¿Cuáles son las iniciativas más importantes y cuáles sus eventuales actividades o colaboraciones?

–Mons. Ravasi: Hay que decir que nosotros, estrictamente hablando, no podemos cubrir lo que hacen otros dicasterios vaticanos, que en un evento de este tipo invierten mucho más, porque forma parte de su misión.

Querría señalar sólo dos elementos que son característicos de nuestro dicasterio y que me permiten quizá hablar también de otra de las actividades que el Consejo Pontificio de la Cultura realiza. Por un lado, y este es un dato sólo diría de crónica, pero significativo, el Legado pontificio para estas celebraciones es mi predecesor, el cardenal Paul Poupard; por tanto tenemos en cierto sentido simbólicamente nuestra presencia, a través de él que ha sido la persona fundamental en la constitución de este dicasterio y en su vida.

Hay una segunda consideración que quisiera hacer, aunque no está directamente relacionada con este evento de Lourdes. Nosotros, a través de un departamento nuestro, y a través de otro dicasterio que presido, que es la Comisión Pontificia de los Bienes Culturales, nos interesamos mucho en el arte. Y el arte naturalmente tiene un horizonte muy amplio, pensemos por ejemplo lo que es la iconografía.

Pienso que se podrá, dentro de este ámbito, favorecer cada vez más un arte sacro, que tenga en sí una componente importante que, los sabemos, es la componente mariana; pensemos lo que es en la historia del arte la figura de María.

–Fines por los cuales usted, con sus dicasterios, está llevando adelante proyectos específicos…

–Mons. Ravasi: Sí. Querría sobre todo recordar una idea que en cierto sentido he lanzado, aunque no como Consejo Pontificio de la Cultura, sino como Comisión Pontificia de los Bienes Culturales: la probable presencia, no directa sino paralela, en la Bienal de Venecia del año próximo.

Esta presencia de la Santa Sede, que querría realizar, tiene justo el fin de favorecer un nuevo arte que tenga en cuenta también los grandes motivos religiosos, incluido el motivo mariano, y no sólo.

Porque el diálogo con la arquitectura existe: la iglesias modernas son construidas efectivamente por grandes arquitectos a nivel internacional, como Renzo Piano, Mario Botta, Kenzo Tange, Tadao Ando, Alvaro Siza y otros.

Pero estas iglesias por dentro o están desnudas, porque tienen sólo la arquitectura de la luz, o tienen imágenes de mal gusto, o tienen sólo la presencia del artesanado, y no en cambio, como sucedía en el pasado grandes obras de arte.

Pensemos en las grandes iglesias del siglo XVI, del arte barroco, que tenían en sí la maravilla de la arquitectura, pero también la presencia de artistas como Bernini, por ejemplo, o Tiziano, Veronese. Pensemos en las grandes iglesias venecianas, qué presencias altísimas tienen desde el punto de vista de la historia del arte.

Yo querría, a través de este experimento que queremos realizar con la Bienal de Venecia, urgir a los grandes artistas contemporáneos. Digo sólo algún nombre, por ejemplo en Estados Unidos Bill Viola, Anish Kapoor por la India y por Europa Jannis Kounellis.

Grandes artistas que vuelvan aún a representar las grandes imágenes religiosas, creando también un interés por parte de los comitentes, es decir de las autoridades eclesiales, para que vuelvan a proponer todavía las grandes obras dentro de sus iglesias.

Otro capítulo importante podría ser también el de la cinematografía, de modo que vuelva a ser viva; una cinematografía que proponga no documentales de baja calidad, sino por ejemplo el gran cine, con las grandes preguntas. Pensemos en nombres como Bergman, Bresson, Dreyer, o incluso más cercano a nosotros Olmi, el mismo Rossellini, que se había interesado en estos temas.

Como Consejo Pontificio de la Cultura hemos estimulado, constituido y favorecido una escuela que lleva el título «Filmar lo invisible», y que está actualmente en Guadalajara, México, y que ha suscitado enseguida el interés de la Academia de Cine de Nueva York y de los Estudios Universal de Los Ángeles; con ambos estamos ahora en colaboración. Lo que quiere decir que al final proponer una filmografía quiere decir suscitar intereses mucho mayores de lo que se imagina.

Quizá el arte podría ser el modo de volver a proponer la figura de María, pero también la figura de las grandes imágenes y de los grandes personajes, a partir de Cristo naturalmente, de la tradición cristiana.

–¿Cuál es la especificidad de Lourdes y por qué todavía hoy sigue siendo tan importante para los creyentes?

–Mons. Ravasi: Pienso en la devoción mariana, que sabemos es una de las componentes características de la tradición, no sólo católica; pensemos en el mundo ortodoxo, o también en Lutero que escribió un Magnificat de gran intensidad, y hablaba con mucha frecuencia con respeto de la «dulce madre de Cristo».

Más allá de esto, del elemento estrictamente religioso, inmediato, ligado a la figura de la Virgen, y más allá, debemos decir, de la esperanza que al final el peregrino tiene (también a veces una esperanza de curación), pienso que una componente importante es el tema de la espiritualidad y de la religiosidad.

Por esto Lourdes, más que otros lugares no ciertos de apariciones más clamorosas, basados más en ideas casi sensacionalistas, es en cambio el retorno a la conciencia, a la espiritualidad, a la liturgia, a la conversión. De hecho, pienso que las grandes celebraciones litúrgicas de Lourdes son celebraciones ejemplares, tanto por la música, como por los cantos y la participación.

Quizá los santuarios deben convertirse en un gran lugar de ejemplaridad de la vida de fe, un gran lugar en el que se anuncia la fe. Y quizá la presencia tan numerosa y variada de peregrinos, puede llegar a ser un elemento que haga volver a estos peregrinos a sus tierras con una carga interior más viva.

Por Paolo Centofanti, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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