CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 16 noviembre 2008 (ZENIT.org).- El personal local de Cáritas en la República Democrática del Congo sigue desarrollando su misión humanitaria en la región de Kivu Norte en medio de un clima de creciente inseguridad.
Hace sólo cuatro días el centro para niños antiguos soldados que Cáritas tiene en la localidad de Kanyabayonga, a unos 150 kilómetros de Goma, sufrió una incursión armada en la que los soldados saquearon la comida, las mantas y los colchones. Por fortuna, los niños lograron huir antes del ataque sin sufrir daño alguno, informa esta institución católica de ayuda.
Todos los menores han sido acogidos por el personal de Cáritas Goma, que está gestionando su ingreso en el hogar infantil de Don Bosco en esa ciudad.
En los últimos días se han registrado enfrentamientos con artillería pesada en las inmediaciones del campo de desplazados de Kibati, gestionado por Cáritas. Como consecuencia de ello, muchas familias están abandonando esos asentamientos para dirigirse a zonas más seguras. Otros grupos de desplazados han quedado aislados por los combates en lugares a los que resulta imposible trasnportar ningún tipo de ayuda humanitaria.
Los campos de desplazados ubicados en Goma están recibiendo continuamente nuevos flujos de recién llegados y algunos de ellos han duplicado su capacidad en apenas una semana, lo que está creando serios problemas de hacinamiento a los que la red Cáritas está intentando responder por todos los medios posibles.
El 13 de noviembre llegó a Goma un grupo de obispos de la Conferencia Episcopal Congoleña en misión pastoral de urgencia para ofrecer su apoyo y solidaridad a los desplazados y conocer de primera mano la respuesta que la Iglesia está dando a las víctimas de los enfrentamientos.
Esta misión ha estado presidida por monseñor Janvier Kataka, obispo de Wamba y presidente de la Comisión Episcopal de Cáritas y Desarrollo. Nada más llegar a Goma, los prelados celebraron una reunión de trabajo con todos los miembros de equipo técnico de Cáritas en la zona, tras la cual se trasladaron al campo de desplazados de Buhimba, donde tomaron contacto personal con los responsables del asentamiento y las familias acogidas en el mismo.