“A san Pablo le ofendería ser considerado el inventor del cristianismo”

El padre Cantalamessa presenta al Apóstol como guía para el Adviento

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 5 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- El padre Raniero Cantalamessa , OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, comenzó este viernes su predicación sobre el Adviento, ante Benedicto XVI y los miembros de la Curia Romana, con una reflexión sobre la relación de san Pablo con Cristo, como modelo para los cristianos.

En esta primera predicación, en la Capilla «Redemptoris Mater», a cuyo contenido ha tenido acceso ZENIT, el predicador reflexiona sobre el acontecimiento del camino de Damasco, que califica como «el que más ha influido en el cristianismo, después de la muerte y la resurrección de Cristo».

Sin embargo, según el padre Cantalamessa, el año paulino «corre el riesgo de de quedarse en Pablo, en su personalidad, su doctrina, sin dar el paso sucesivo de él a Cristo». Esto, añadió, «ha sucedido muchas veces en el pasado, hasta dar lugar a la tesis absurda según la cual Pablo, no Cristo, sería el verdadero fundador del cristianismo».

«Esa tesis es la tergiversación más completa y la ofensa más grave que se pueda hacer al apóstol Pablo. Si volviera a la vida, reaccionaría contra esta tesis con vehemencia», afirma.

El propósito del apóstol en sus escritos, explica, «es el de llevar a los lectores no sólo al conocimiento, sino también al amor y a la pasión por Cristo».

«Como antes de él Juan el Bautista, es un índice que señala hacia uno ‘más grande que él’, del que no se considera digno siquiera de ser apóstol», añade.

El encuentro personal de Pablo con Cristo en el camino de Damasco supuso para el Apóstol «una identificación»: «él ha vivido en sí mismo el misterio pascual de Cristo, en torno al cual gravitará a continuación todo su pensamiento».

Este encuentro, señala el padre Cantalamessa, meditando la carta a los Filpenses, que llama las «confesiones de san Pablo», «ha dividido su vida en dos, ha creado un antes y un después».

«Un encuentro personalísimo (es el único texto donde el Apóstol usa el singular «mio», no «nuestro» Señor) y un encuentro existencial más que mental. Nadie podrá nunca conocer a fondo qué sucedió en aquel breve diálogo: «¡Saulo, Saulo!» «¿Quién eres, Señor?» «Yo soy Jesús». Una «revelación», la define él. Fue una especie de fusión a fuego, un relámpago de luz que aún hoy, habiendo pasado dos mil años, ilumina al mundo».

ZENIT publica este viernes y en próximas ediciones el contenido completo de la predicación del padre Cantalamessa.

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ZENIT Staff

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