El Papa en el Jueves Santo: La Eucaristía transforma el mundo

En la Misa en la Cena del Señor, el Papa lava los pies a doce sacerdotes

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ROMA, jueves, 9 de abril de 2009 (ZENIT.org).- «La Eucaristía nunca puede ser sólo una acción litúrgica», advirtió Benedicto XVI en la tarde de este Jueves Santo; exige, además, amor «cotidiano» y, de este modo, transforma el mundo.

Durante la misa en la Cena del Señor, que el Papa presidió en la Basílica de San Juan de Letrán, su catedral, el Papa invitó a los creyentes a descubrir lo que realmente sucedió hace más de dos mil años, en aquel último encuentro de Jesús con sus apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén.

El Papa lavó los pies a doce sacerdotes, según el rito previsto por la liturgia del día, recordando que Jesús, en la víspera de su pasión, lavó los pies a sus apóstoles y les ordenó hacer lo mismo.

Durante el rito los presentes fueron invitados a realizar un acto de caridad en apoyo a la comunidad católica de Gaza. La suma recogida fue entregada al Papa en el momento de la presentación de las ofrendas.

La Eucaristía, explicó en la homilía, «sólo es completa, si el agape litúrgico se convierte en amor cotidiano. En el culto cristiano, las dos cosas se transforman en una, el ser agraciados por el Señor en el acto cultual y el cultivo del amor respecto al prójimo».

«Pidamos en esta hora al Señor –exhortó a los fieles– la gracia de aprender a vivir cada vez mejor el misterio de la Eucaristía, de manera que comience así la transformación del mundo».

Explicando el momento en el que Jesús, durante la última Cena, partió el pan y lo dio a sus discípulos, el Santo Padre aclaró que «en el pan partido, el Señor se reparte a sí mismo».

«El gesto del partir alude misteriosamente también a su muerte, al amor hasta la muerte. Él se da a sí mismo, que es el verdadero ‘pan para la vida del mundo'».

«El alimento que el hombre necesita en lo más hondo es la comunión con Dios mismo –subrayó–. Al agradecer y bendecir, Jesús transforma el pan, y ya no es pan terrenal lo que da, sino la comunión consigo mismo».

«Esta transformación, sin embargo, quiere ser el comienzo de la transformación del mundo», siguió diciendo.

«Para que llegue a ser un mundo de resurrección, un mundo de Dios –insistió–. Sí, se trata de transformación. Del hombre nuevo y del mundo nuevo que comienzan en el pan consagrado, transformado, transustanciado».

En la Oración de los Fieles se rezó, en inglés por la fidelidad de los sacerdotes, y en polaco por la comunión visible entre las Iglesias cristianas a través del perdón y la reconciliación.

Benedicto XVI presidirá este Viernes Santo la liturgia de la Pasión del Señor en la Basílica del Vaticano y en la Noche el Vía Crucis en el Coliseo.

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ZENIT Staff

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