MÉXICO, domingo, 14 junio 2009 (ZENIT.org-El Observador).- Publicamos el comunicado que ha emitido la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Mexicana con el título «Tomando partido».
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Un partido político se entiende como una agrupación de personas que sirve de mediador entre el Estado y la sociedad. De forma incipiente estos nacieron en la antigua Grecia y encontramos algunos otros vestigios en la Roma imperial, pero organizados en la forma como los conocemos hoy, no fue sino hasta el siglo XIX.
Los partidos políticos, desde su origen, se enfrentan por ende e inevitablemente, a una lucha por el poder. Además, una de sus aportaciones es la formación democrática de la ciudadanía, y también fungen como responsables de buscar el perfeccionamiento de ejercer una democracia representativa.
De manera que un partido político, desde su origen, debe ser de y para el pueblo. Estas organizaciones no podrían existir si la sociedad no les diera su total aprobación y apoyo. Sin embargo esta situación se ha venido deteriorando cada vez que acontece un proceso electoral. El pueblo, en buena parte, comienza a perder la confianza en estas organizaciones políticas.
Los partidos políticos en la actualidad deben buscar la forma de regresar a sus ideales, primero como agentes mediadores y, posteriormente recobrar el ideario que se plantearon cuando surgieron como agrupación.
Debido al posible olvido de sus raíces y primigenia filosofía, el hartazgo de la gente comienza a ser evidente; temas de política y de partidos se escuchan cada vez menos en tertulias a no ser que sea muy necesario.
Para bien o para mal, las personas están enfocando prácticamente su atención hacia los candidatos y no hacia un partido político en específico, situación que resulta interesante y al mismo tiempo preocupante, pues eso tan solo es reflejo de la pérdida de ideales de los partidos. Si las personas ya no se pueden identificar con un partido es porque ya no se sienten representados por ellos, y deben acudir a la particularidad de los candidatos, que a veces se ven atrapados en las redes de las mismas instituciones políticas.
Los partidos políticos son elementos importantes en la democracia de un país, pues velan por los intereses de los individuos que integran una sociedad, además de que sin ellos los candidatos no tendrían un «hogar» ni una línea que respetar, línea que cada vez se vuelve mas difícil de reconocer. En este sentido candidatos y partidos deben ser congruentes y representar una misma figura, no parecer dos cosas totalmente aisladas.
Los partidos deben recobrar la confianza de la gente, darse a notar y lograr que la comunidad se identifique nuevamente con ellos además de hacer de la democracia una auténtica participación de voluntades. Pero un partido no puede hablar de democracia sino la vive a su interior.
Los líderes de los partidos tienen que ser hombres o mujeres creíbles, que con su ejemplo, honestidad y testimonio lleven a sus agremiados a ser capaces de convencer a la ciudadanía que ellos representan la «mejor opción» para gobernar.
«Hoy los partidos políticos tienen una gran responsabilidad en el fortalecimiento de la democracia, por ello…-deben hacer siempre un serio esfuerzo para representar de un modo auténtico las aspiraciones y necesidades del pueblo-«. (No hay democracia verdadera y estable sin participación ciudadana y justicia socia, 2009).