El Papa pide a los cristianos “apertura al prójimo y búsqueda de la paz”

Propone el ejemplo de Pedro el Venerable, abad de Cluny

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 14 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Apertura al prójimo, perdón y búsqueda de la paz son las cualidades que deben distinguir el estilo de vida de un auténtico discípulo de Cristo. Así lo afirmó este miércoles el Papa Benedicto XVI durante la catequesis en la Audiencia general, dedicada a la figura de Pedro el Venerable, abad de Cluny (1094-1156).

“Asceta riguroso consigo mismo y comprensivo con los demás”, al mismo tiempo “severo” y “dotado de profunda humanidad”, hombre recto, leal y con una «especial predisposición a meditar» así ha descrito el Papa a este monje que durante 34 años fue la cabeza de la Abadía fundada en torno al 909/910 por Guillermo de Aquitania y nacida como un monasterio privado de la familia.

“De índole sensible y afectuosa, sabía conjugar el amor por el Señor con la ternura hacia sus familiares, particularmente hacia su madre, y hacia sus amigos – prosiguió el Papa, hablando a los casi 20.000 peregrinos reunidos en la plaza –. Fue un cultivador de la amistad, de modo especial hacia sus monjes, que habitualmente se le confiaban, seguros de ser acogidos y comprendidos”.

“Podríamos decir – prosiguió – que este santo abad constituye un ejemplo también para los monjes y los cristianos de nuestro tiempo, marcado por un ritmo de vida frenético, donde no son raros los episodios de intolerancia y de incomunicación, las divisiones y los conflictos”.

De hecho, explicó el Pontífice, “su testimonio nos invita a saber unir el amor a Dios con el amor al prójimo, y a no cansarnos de reanudar las relaciones de fraternidad y de reconciliación”.

Pedro el Venerable sentía también una profunda “atención y solicitud por quienes estaban fuera de la Iglesia, en particular por los judíos y musulmanes”, tanto que “para favorecer el conocimiento de estos últimos hizo traducir el Corán”.

Es un ejemplo de “santidad monástica” de tipo benedictina, concluyó finalmente el Papa, que nunca deja de enseñar que una existencia “llena de amor profundo por Dios” se convierte en una vida de amor y de “sincera apertura al prójimo, al perdón y a la búsqueda de la paz”.

Finalmente, saludó a los peregrinos de lengua italiana presentes, y propuso a los jóvenes “el testimonio de santa Teresa de Ávila” – cuya fiesta se celebra el jueves 15 de octubre – recordando que “el amor auténtico no puede separarse de la verdad”.

Posteriormente, el Papa recibió un regalo de unos niños hawaianos, un mosaico compuesto de 50.000 teselas que representa a Damián de Veuster, canonizado el 11 de octubre pasado.

Esta obra de arte – explica L’Osservatore Romano – nace de la idea de la artista hawaiana Peggy Chun, que de esta forma quería rendir homenaje al apóstol de los leprosos en la isla de Molokai.

Chun, sin embargo, estaba enferma de SLA y reducida completamente a la inmovilidad. che Conseguía solo a mover los ojos y para realizar su proyecto tuvo que pedir ayuda. Pensó así dirigirse a los 142 niños de la Holy Trinity school de Honolulu, que se pusieron a disposición de la artista y, siguiendo sus indicaciones, han compuesto, tesela a tesela, el mosaico.

Por desgracia, Peggy Chun no ha podido entregar en persona al Papa el regalo, pues murió el 19 de noviembre del año pasado.

El Papa ha recibido también, de manos de la Superiora general de las Hermanitas de los pobres, sor Celine de la Visitation, una gigantografía como agradecimiento por la canonización de María de la Cruz, en el siglo Juana Jugan.

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ZENIT Staff

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