CIUDAD DEL VATICANO, lunes 8 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- “Conseguir que todos puedan disponer del alimento necesario es un derecho básico de toda persona y, por tanto, un objetivo prioritario”.
Lo afirmó Benedicto XVI este sábado al recibir al nuevo embajador de Guatemala ante la Santa Sede, Alfonso Roberto Matta Fahsen, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.
El Papa indicó que para lograrlo, “además de recursos materiales y decisiones técnicas, hacen falta hombres y mujeres con sentimientos de compasión y solidaridad, que se encaminen hacia la consecución de esta meta”.
También señaló que “trabajar en esta dirección es promover y dignificar la vida de todos, especialmente la de aquellos más vulnerables y desprotegidos, como los niños”.
Éstos, “sin una adecuada alimentación, ven comprometido su crecimiento físico y psíquico y, a menudo, se ven abocados a trabajos impropios de su edad o inmersos en tragedias”, advirtió.
En su discurso al embajador Matta Fahsen, Benedicto XVI se refirió al 75 aniversario de la creación de la nunciatura apostólica en Guatemala, que se celebrará en 2011.
Le expresó su esperanza en que esta conmemoración “dé nuevos impulsos a la cooperación existente en su patria entre el Estado y la Iglesia, fundada en el respeto y la autonomía de las distintas esferas que les son propias”.
Y confió en que igualmente “se progrese en el diálogo leal y honesto para fomentar el bien común de toda la sociedad guatemalteca, que ha de otorgar una atención especial a los más desfavorecidos”.
“En este contexto -afirmó-, no puedo olvidar a quienes sufren las consecuencias de los fenómenos climáticos que, también en su país, contribuyen a aumentar la sequía y favorecen la pérdida de las cosechas, produciendo desnutrición y pobreza”.
El Papa recordó que “esta situación extrema ha llevado recientemente al Gobierno nacional a declarar el «estado de calamidad pública» y a solicitar la ayuda de la comunidad internacional”.
En este punto, manifestó su afecto y cercanía espiritual a los que padecen estas graves contrariedades, así como el reconocimiento a las instituciones de su patria que con dedicación se esfuerzan por aportar soluciones a estos problemas tan serios”.
Mencionó la “magnanimidad” de los cooperantes, los voluntarios y todos los que están intentando paliar el dolor, el hambre y la indigencia en el país.
Y agradeció el servicio de los distintos organismos y agencias de cooperación internacional y el de “los amados hijos de la Iglesia en Guatemala”.
Por otra parte, el Papa destacó “los numerosos valores humanos y evangélicos que atesora el corazón de los ciudadanos de su país”.
Entre ellos, señaló “el amor a la familia, el respeto a los mayores, el sentido de responsabilidad y, sobre todo, la confianza en Dios, que reveló su rostro en Jesucristo”
“De este copioso patrimonio espiritual se pueden sacar las fuerzas necesarias para contrarrestar otros factores que deterioran el tejido social guatemalteco, como el narcotráfico, la violencia, la emigración, la inseguridad, el analfabetismo, las sectas o la pérdida de referencias morales en las nuevas generaciones”, declaró.
Refiriéndose a su última encíclica “Caritas in veritate”, afirmó que, además de las iniciativas para luchar contra los efectos de la pobreza que ya se están llevando a cabo en Guatemala, deben buscarse nuevas soluciones “a la luz de una visión integral del hombre”.
En este sentido, destacó que “las autoridades del país podrán contar siempre con la solícita colaboración de la Iglesia”.
Benedicto XVI expresó su reconocimiento “por las acciones que se están llevando a cabo en Guatemala para consolidar las garantías de un verdadero Estado de derecho”.
E indicó que “este proceso ha de ir acompañado por una firme determinación, que nace de la conversión personal del corazón, de eliminar cualquier forma de corrupción en las instituciones y administraciones públicas y de reformar la justicia”.
Y ello “para aplicar justamente las leyes y erradicar la sensación de impunidad con respecto a quienes ejercen cualquier tipo de violencia o desprecian los derechos humanos más esenciales”.
“Esta labor de fortalecimiento democrático y de estabilidad política ha de ser constante, y es imprescindible para poder avanzar en un verdadero desarrollo integral de la persona”, añadió.
Finalmente, el Papa mencionó la “clarividencia con que la Constitución de Guatemala garantiza la defensa y protección legal de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural”.
Y exhortó a todos los agentes sociales de Guatemala “a mantener y reforzar este elemento básico de la «cultura de la vida», que contribuirá sin duda a engrandecer el patrimonio moral de los guatemaltecos”.
Precisamente los obispos de Guatemala denunciaron el pasado mes de enero que la pobreza y la falta de respeto a la vida aquejan el país.
“Es vergonzosa y decepcionante la insensibilidad ante el irrespeto a la vida humana, expresada en la promulgación de leyes antinatalistas y en la promoción de una educación anti-vida”, declararon.
Según los obispos, “aún con un aumento del salario mínimo la mayoría de familias guatemaltecas no logran comprar lo que necesitan para vivir dignamente”.
Con motivo de su última asamblea plenaria anual, celebrada entre el 25 y el 29 de enero, afirmaron: “La pobreza en Guatemala es fruto de un sistema en el que el Estado protege los intereses de pocos en detrimento del beneficio de la mayoría; este sistema genera desigualdad y exclusión”.