“Sería muy oportuna una nueva investigación sobre la Sábana Santa”

Habla el presidente del Centro Español de Sindonología

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VALENCIA, miércoles 21 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Desde que comenzó la Ostensión de la Síndone en Turín, las visitas a la página web del Centro Español de Sindonología (CES), institución especializada en el estudio de la Sábana Santa, el Sudario de Oviedo y otras reliquias relacionadas con la Pasión de Cristo, han aumentado, y desde todos los continentes.

Así lo afirmó el presidente del CES, Jorge M. Rodríguez Almenar, que es también profesor de Derecho Civil de la Universidad de Valencia, en esta entrevista a ZENIT. Es también el director de EDICES, el equipo de investigación del CES, cuyo trabajo más significativo ha sido el estudio del Sudario de Oviedo.

-¿A qué se debe este interés o esta curiosidad por la Sábana Santa?

Jorge M. Rodríguez: Sencillamente, porque une tres cosas que tienen gran interés. La primera, la posibilidad de que sea de Jesucristo, y el interés por Jesucristo hoy es enorme, tanto para hablar a favor como en contra. A muchas personas, de toda clase, origen y condición, Jesús interesa. En segundo lugar, porque se trata de una investigación muy moderna, abierta, en marcha, en la que no falta la polémica – polémica a veces falseada, por desconocimiento de los trabajos científicos – ; y en tercer lugar, que es un misterio desconcertante, porque según todas las investigaciones realizadas (y son décadas de investigaciones), se trata de un objeto que se sale de lo normal.

-Hablando de polémicas, ¿por qué sigue siendo de referencia la datación con el carbono 14 y no otras investigaciones?

Jorge M. Rodríguez: Sencillamente, porque es lo único que repiten siempre los medios de comunicación. El otro día nos llegaba por internet un artículo de un blog de un periódico español, en el que aseguraba que fuera de la datación del Carbono 14, no hay ningún otro artículo de investigación publicado en revistas científicas sobre la Sábana Santa. Es una absoluta mentira, hay decenas de publicaciones en revistas científicas, por parte del equipo que investigó la Sábana Santa en los años 70 y 80, pero llega un momento que nadie lo sabe, porque no se menciona nunca.

Además, para publicar un artículo en una revista científica, un trabajo tiene que pasar por una serie de controles y filtros independientes. Es decir, que teniendo el mismo valor científico, se cita siempre la datación del C14 y nunca los otros datos.

A finales de los años 70 y 80 se creó un equipo multidisciplinar para estudiar desde varios aspectos la Sábana Santa, más conocido como STURP (por las siglas en inglés). Se hicieron pruebas de espectrografía y de espectrofotometría, pruebas físicas y químicas de la imagen, estudios forenses, polinológicos. Y esos datos hacen ver que no se trata en absoluto de una falsificación medieval. A día de hoy, la ciencia sigue sin resolver cómo pudo realizarse esa imagen.

Para comprenderlo mejor: en relación con la Sábana Santa hay tres aspectos que no son independientes, pero que se pueden diferenciar: lo que se refiere a la tela, lo que se refiere a la imagen y lo que se refiere al personaje. Lo único que está en discusión es la edad de la tela, pero eso no quiere decir que esa imagen sea un cuadro, o que el personaje no sea Jesucristo. Son temas completamente distintos. Incuso admitiendo que la tela sea del siglo XIV, cómo se hizo esa imagen y quién era ese personaje, siguen pidiendo a gritos una explicación.

Respecto a la datación con C14, el propio inventor del método moderno de datación con carbono, el profesor Harry Gove, que era uno de los que pensaba que la datación se había hecho bien, reconocía posteriormente en un documental para Discovery Channel (In Pursuit of the Shroud, 1998) que no se había determinado la contaminación específica que tiene el Lienzo.

En su momento, antes de proceder a la datación, se hizo una limpieza estándar, pero se ha demostrado que en algunos casos, el 20% de las dataciones conseguidas son imposibles. Eso no descalifica el método, sino que supone reconocer que no siempre las muestras tienen las condiciones adecuadas.

Por ejemplo, si me hago un análisis de sangre y se me encuentra azúcar, está claro que tengo azúcar, pero eso puede ser porque soy diabético o porque me acabo de dar un atracón de pasteles. En la Sábana Santa, está demostrado que hay un 18-20% más de C14 que si fuese del siglo I. Puede ser porque el Lienzo es medieval, pero también puede ser por un incendio, por los remiendos posteriorse, por la grasa de los dedos durante siglos… Esto falsea el resultado, y no es la primera vez que sucede en arqueología, al contrario, una de cada cinco veces. ¡Para muchos, el C14 sólo es infalible con la Sábana Santa!

El mismo laboratorio de Oxford que hizo la datación de la Sábana realizó poco después la datación de una momia egipcia, de la que resultó que las vendas tenían mil años menos que el cuerpo con el que las enterraron. Es evidente que esta datación era falsa (las vendas estaban pegadas al muerto). La causa, probablemente, es que no se limpiaron adecuadamente las vendas, que al ser exteriores se contaminaron más.

La propia revista Nature dijo que el nivel de significación de la datación de la Sábana es del 5%, es decir, que los distintos laboratorios dieron fechas que están excesivamente separadas entre sí, y eso supone (así lo admiten ellos mismos) que hay un factor que está distorsionando el resultado.

– Quizás, lo que distorsionó la percepción de la investigación, por parte de la opinión pública, fue la rapidez con la que el cardenal Ballestrero aceptó el resultado…

Jorge M. Rodríguez: Totalmente de acuerdo. Es más, el cardenal murió amargado por lo que consideraba una gran “metedura de pata” por su parte. No esperaron siquiera a que se hiciese una valoración científica del resultado. Es verdad que en aquel momento había una intensa campaña mediática que afirmaba que la Iglesia sabía que la Sábana era falsa y que no se atrevía a publicar el resultado. Se cedió ante esta presión y se hizo una rueda de prensa excesivamente pronto, dando por oficiales los resultados.

Además, en el artículo de Nature, junto a la datación, se daba una serie de detalles no científicos que no venían al caso, como por ejemplo, que el primer testimonio escrito de la existencia de la Síndone es del siglo XIV, cosa que aparte de no ser verdad, suponía una intromisión en la historia por parte de un artículo que se supone sólo científico.

– ¿Actualmente hay alguna investigación en curso?

Jorge M. Rodríguez: Nosotros somos partidarios de ello, porque desde los años 79-81 que se llevó a cabo la investigación por parte del STURP, las técnicas han mejorado mucho. Pero esa nueva serie de investigaciones se debería hacer sin prisa, con un protocolo perfectamente detallado, y sabiendo bien lo que se busca. Yo no creo que la Iglesia se oponga a ello en absoluto.

De hecho, yo mismo tuve una entrevista con el cardenal Ratzinger, cuatro meses antes de que se convirtiera en Benedicto XVI, y él se mostró totalmente partidario de nuevas investigaciones. Y sobre todo, se quedó muy impresionado con nuestras investigaciones sobre el Sudario de Oviedo. Nos dijo literalmente: “Sigan ustedes investigando, porque esto refuerza nuestra fe”.

Por ello no creo que haya problemas para una nueva investigación. Eso sí, no se puede improvisar, porque todo lo que sea manipular la tela supone dañarla. Y por encima de todo, hay que procurar que la Sábana sufra los menos daños posibles.

– ¿Podría explicarnos qué es el Sudario de Oviedo y qué tipo de investigaciones realizó su grupo sobre él?

Jorge M. Rodríguez: Llevamos más de veinte años de investigación sobre un objeto que está en Oviedo y que es único en el mundo. Se trata de una tela sucia, manchada, arrugada, q
ue no tiene imagen de ninguna clase, ni dibujo, pero que desde el punto de vista forense se puede “descifrar”. Y lo que hemos hecho es “leerla” y entender qué es lo que hay allí.

Según nuestras conclusiones, sobre las que hemos hecho dos congresos científicos internacionales en la Universidad de Oviedo, estamos probablemente ante el sudario, o pañuelo para el sudor, que indica el evangelio de Juan (20,7): “Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte”.

Este texto está mal traducido al castellano por “vendas en el suelo”, cuando lo que dice el texto en griego es “lienzos caídos”, pero en el sentido de “deshinchados”. No pueden ser vendas, porque sería como una momia egipcia. Y en los otros evangelios se habla de una síndone o sábana.

El Sudario es un pañuelo que supuestamente envolvería la cabeza del crucificado desde la cruz hasta el sepulcro, para recoger el líquido que saldría por la nariz y por la boca como consecuencia del edema pulmonar. El Sudario coincide exactamente con lo que dice san Juan: de un sudario que cubría su cabeza.

Sabemos que el muerto estuvo en tres posiciones sucesivas, con el pañuelo enrollado como una especie de capucha alrededor de la cabeza. En él hay restos de mirra y áloe, sangre del grupo AB, y que las manchas coinciden con las de la Sábana Santa. Actualmente se está estudiando una secuencia del ADN mitocondrial de esa sangre, por parte de uno de los mayores expertos en este tema en España, el doctor Alonso, del Instituto Nacional de Toxicología. Los resultados que tenemos, que hemos hecho públicos y que nadie ha rebatido hasta ahora, coinciden con lo que sabemos por Jn 20, 7.

-¿No es curioso que se sepa tan poco sobre el Sudario de Oviedo, habiendo tanta curiosidad sobre la Sábana Santa?

Jorge M. Rodríguez: ¡Eso también me lo pregunto yo! Nosotros estamos haciendo lo que podemos por dar a conocer nuestras investigaciones, pero obviamente, la gente no pregunta sobre lo que no sabe.

Con todo, hemos tenido repercusión a nivel mundial. Un conocido documental de Discovery Channel sobre la Sábana Santa dedicó cuatro minutos al Sudario. Hay otro documental del año pasado de la BBC en el que se afirma que las investigaciones sobre la Sábana Santa podrían desbloquearse gracias al Sudario de Oviedo, que es con seguridad del siglo VII. Este es tema suficiente como para emprender una investigación más amplia confrontando ambas telas.

Además, National Geographic estuvo hace unos días grabando en Oviedo. La impresión es que se conoce más fuera de España que dentro… Por desgracia, los españoles hacemos todo lo posible por no enterarnos de lo que tenemos aquí.

Pasa lo mismo con el Santo Cáliz, aquí en Valencia. National Geographic grabó también un documental, y sin embargo los propios valencianos ni se enteran. En noviembre de 2008 organizamos un congreso internacional monográfico sobre el tema, en el que por primera vez se puso en común todo lo que se sabe o se ha estudiado del Cáliz. Era la primera vez que se hacía algo parecido…

-Pero es curioso que haya tanta curiosidad por Jesucristro, y que entre los católicos estas cosas se conozcan poco. ¿O no ha sido siempre así?

Jorge M. Rodríguez: Mi opinión es que los católicos nos hemos “protestantizado” respecto a las reliquias, que antes se veneraban normalmente y que ahora han caído en el olvido. Esto es fruto del relativismo y del racionalismo, de una idea que surge con el protestantismo, de que la fe no se puede basar en nada que no sea la mera confianza en Dios. Los excesos a favor – que los hubo – sobre este tipo de reliquias ha generado un exceso en contra.

Ni una cosa ni otra, las reliquias, al menos nosotros las vemos así, son documentos que hay que leer y estudiar para conocer lo que atestiguan. Es como si al estudiar la personalidad de Napoleón, se desestimaran sus objetos personales bajo la acusación de que eso es “fetichismo”. Si me encuentro una carta supuestamente de Napoleón, lo primero que haré es comprobar si es auténtica, ¡y a continuación lo que haré es leerla!

Las reliquias no son conceptos, sino objetos. Los conceptos son discutibles, los objetos no son discutibles, son estudiables. Y lo que se ha estudiado sobre la Sábana Santa es sorprendente, no encaja con nada. Y no se puede negar, porque está ahí.

-¿Por qué el Centro Español de Sindonología nació en Valencia y no en otro lugar?

Jorge M. Rodríguez: Porque fue fundado por una señora, Manuela Corsini de Ordeig, que estuvo muy interesada en el tema durante muchos años, y que al final de su vida, quiso transmitir lo que había aprendido a un grupo de universitarios, entre los que estaba yo. Y nosotros decidimos darle una estructura de asociación cultural a nuestra entidad, empezando de forma muy humilde, pero con rigor. Y cuando se va con humildad pero con rigor, se puede ir muy lejos.

Empezamos yendo a los congresos internacionales sobre la Sábana Santa, para oir de primera mano a los especialistas que la habían investigado. Después tuvimos la oportunidad de crear un equipo de investigación, el EDICES, que actualmente es uno de los más importantes en esta materia, y con profesionales, no con voluntarios.

Nuestra investigación la recopilé yo y la publicó la editorial de la Universidad de Navarra, EUNSA, en un lenguaje sencillo para que se comprenda bien. Va ilustrado con muchas fotografías: cuando decimos que ahí hay glóbulos rojos, ponemos la fotografía de los glóbulos rojos. Cuando decimos que los reactivos afirman que es sangre, ponemos la foto de los reactivos… Hemos publicado, sencillamente, lo que hemos visto.

– ¿Quien era Manuela Corsini?

Jorge M. Rodríguez: fue nuestra fundadora, una mujer que no era científica, pero que tenía un gran interés por la Sábana Santa. Se dedicó durante 30 años a recopilar los datos que se iban conociendo, iba a los congresos de sindonología (de hecho, fue al de 1978, el primero de todos a nivel internacional).

Lo que ella tenía era una gran capacidad de transmitir, y lo que hizo fue transmitirnos su interés crítico y científico sobre la Síndone. Ella, aunque no pudo estudiar por culpa de la guerra, venía de una familia muy culta (los Corsini), una familia noble y muy tradicional.

Llegó a escribir un par de libros en los que recogió y ordenó los datos que tenía. Su mérito es que tuvo la cultura y la convicción suficiente para empujar a otros a que fueran más lejos que ella, lo cual demuestra la calidad humana de esta persona.

Por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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