Por Carl Anderson
NEW HAVEN, jueves 22 de abril de 2010 (ZENIT.org).- A principios de abril, la revista alemana Der Spiegel pesó en los recientes ataques a la Iglesia con el siguiente titular: «El fracasado pontificado de Benedicto XVI».
¿Pontificado fracasado? Ni mucho menos.
Aún para los estándares de este mundo, el pontificado del Papa Benedicto XVI ha sido notable. Él ha llevado a la Iglesia hacia adelante, focalizando en el compromiso de la cultura que nos rodea con el amor. Sus dos encíclicas sobre la caridad, su encíclica sobre la esperanza, y su carta sobre la Eucaristía – Cristo como centro de nuestra fe – nos han llevado de nuevo al mensaje más básico y profunda del cristianismo – la fe, la esperanza y la caridad. El cristianismo de Benedicto es el cristianismo de las Bienaventuranzas.
La razón por la que algunos ven un papado «fallido» es que quieren ver precisamente eso. Muchos en Europa quieren ver este papado fracasar – cualquier papado fracasar – porque la Iglesia está en contra de su agenda laicista.
Lo que algunos no pueden tolerar es la visión expresada en la más reciente encíclica del Papa Benedicto XVI, Caritas in Veritate, en la que el Papa nos recuerda: «Sin Dios el hombre no sabe qué camino tomar, ni tampoco logra entender quién es él mismo» (N º 78 ).
La semana pasada escuchamos proclamado el Evangelio en el que Cristo pregunta a Pedro: «¿Me amas?» Y Pedro responde que sí. Pero sólo puede responder que sí porque Cristo le ha amado primero. El laicista da la espalda al amor de Dios. Él rechaza la invitación de Cristo de amarlo a cambio.
Deberíamos recordar que los dos grandes mandamientos de Cristo son amar a Dios de todo corazón – y al prójimo como a nosotros mismos. El primero debe conducir al segundo. Pero si se elimina el primer mandamiento – el amor a Dios – y la ejecución del segundo – el amor al prójimo – será incapaz de cumplir su promesa.
El sueño de la sociedad secularizada es un sueño utópico en el mejor de los casos.
En la Caritas in Veritate, el Papa Benedicto reiteró su afirmación en la Deus caritas est – que ningún Estado sería jamás tan perfecto como para eliminar la necesidad de la caridad. Él escribió: «Cuando es animado por la caridad, el compromiso con el bien común tiene un valor superior al compromiso meramente secular y político.» (Núm. 7)
La idea de que las soluciones a los problemas del mundo se encuentran en el Evangelio y no en el secularismo ha sido durante mucho tiempo un tema de este Papa. Él siempre ha sostenido que la Iglesia se diferencia de la sociedad secular en que no busca un Mesías político, sino que llama a la gente a la conversión constante.
Una sociedad que no tiene sitio para Dios – y los medios de comunicación son una muestra de esa sociedad – tampoco parece tener cabida para este mensaje y, así, algunos han atacado al mensajero, agarrándose a un clavo ardiendo para desacreditarlo.
El Papa que nos ha llamado a la caridad en la verdad, que nos advirtió que la economía se vendría abajo si los valores religiosos se excluían del mercado, que tanto hizo para abordar y corregir las acciones de aquellos sacerdotes que han causado escándalo – este hombre ha sido el objetivo, porque cree que sólo podemos amar a nuestro prójimo auténticamente si primero hemos permitido a Dios que nos ame.
Esa idea – no importa la frecuencia con que las circunstancias la demuestren correcta – es algo que algunas mentes secularizadas simplemente no puede tolerar. Así que hay un juicio apresurado, un salto a las conclusiones, un intento de desacreditar al Papa.
El campeón de la caridad en la verdad no ha recibido ni caridad ni verdad de las manos de muchos en los medios de comunicación.
Hay una cultura de la sospecha contra la Iglesia Católica hoy en la que se da prácticamente credibilidad a cualquier acusación que sea crítica con la Iglesia, mientras que los montones de explicaciones en defensa de la Iglesia nunca pareces ser suficientes.
¿Cómo explicar el frenesí actual de los medios contra el hombre que ha hecho más que ningún otro para tratar eficazmente a los que abusan de los niños?
El Espíritu Santo seguirá conduciendo al Papa Benedicto XVI a la gran labor por la que hemos llegado a conocerle, por su gran testimonio del amor de Cristo.
Nos corresponde a nosotros hoy seguir el testimonio de nuestro Papa. Debemos permanecer con el Papa Benedicto y decir sí al amor de Cristo, y luego llevar ese amor a nuestro prójimo, a nuestra sociedad. Tenemos que evangelizar a través de nuestro testimonio.
El pobre testimonio de unos pocos – su manipulación y abusos en lugar del amor – ha sido aprovechado por algunos, tratando de desacreditar el auténtico mensaje y el modo de vida cristianos. Esta es la razón por la que el escándalo es tan dañino, pero también de por qué nuestro testimonio hoy es tan importante.
Hablando en el año 2000, el cardenal Ratzinger dijo que el arte de vivir «sólo puede ser comunicada por alguien que tiene la vida – el que es el Evangelio en persona».
Tenemos que ser ese evangelio personificado, y decir sí al amor de Cristo, y sí a amar a Cristo, y luego debemos extender la auténtica caridad en la verdad a nuestro prójimo. Entonces el mundo verá que somos cristianos por el modo en que nos amamos unos a otros – y el modo en que nos amemos unos a otros será el modo en que seamos amados primero por Dios.
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Carl Anderson es el caballero supremo de los Caballeros de Colón y autor superventas del New York Times.
[Traducción del inglés por Inma Álvarez]