Barcelona tendrá un nuevo beato este domingo

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José Tous y Soler, fundador de las Hermanas Capuchinas del Divino Pastor

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BARCELONA, viernes 23 de abril de 2010 (ZENIT.org).- El padre Jose Tous y Soler murió en 1871 mientras celebraba misa, justo después de la consagración, en el momento en que decía las palabras: «Dirige tu mirada serena y bondadosa sobre esta ofrenda: acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel…».

Este sacerdote catalán será beatificado este domingo en la Basílica de Santa María del Mar en Barcelona. La ceremonia comenzara a las 10:30 horas y será presidida por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de estado vaticano, en representación del papa Benedicto XVI.

Su obra

El padre Tous fundó la Congregación de Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, la cual celebrará, el próximo 27 de mayo, su 160 aniversario de su fundación.

La hermana Belkis Román, superiora general de esta comunidad, dijo en una rueda de prensa que el carisma de las hijas del padre Tous se plasma en hechos como “La acogida integración de los inmigrantes, la atención a estudiantes universitarias, la formación de maestros rurales en algunos países y la promoción de la mujer”.

Actualmente la congregación fundada por el futuro beato tiene comunidades en Cataluña, Murcia, País Vasco y Madrid. En América Latina están también presentes en Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, Colombia y Cuba.

Una misa continua

El padre Tous nació en Igualada (Barcelona) en 1811, tenía 16 años cuando entró a formar parte de la orden capuchina. Con una intensa vida espiritual silenciosa, estudiosa y llena de abnegaciones, fray José pasó por diferentes conventos en su país y se preparó para su ordenación sacerdotal, en 1834.

Un año más tarde tuvo que enfrentar una de las pruebas más duras de su vida: el exilio debido a la persecución vivida en España en el siglo XIX, cuando muchos religiosos fueron sometidos a la exclaustración.

En 1937 llegó a Francia y se instaló en el monasterio de las benedictinas en Tolouse. Allí se dedicaba a la contemplación y a la adoración eucarística, así como a la ayuda espiritual de las jóvenes religiosas.

Regresó a Cataluña en 1843, donde comenzó a trabajar en la Iglesia local como sacerdote secular, debido a que no le era permitido ejercer la vida conventual, ni vestir el hábito capuchino.

El padre José descubrió así que tenía una sensibilidad especial hacia la educación de los niños. «Como Jesús ante la multitud sintió compasión porque las ovejas se hallaban sin pastor», dijo a ZENIT el padre Augusto Ramirez Perablo Peralbo OFMCap, postulador de su causa de beatificación.

Y esa misma sensibilidad la encontró también en tres chicas que él conocía: Isabel Jubal, Marta Suñol y Remedio Palos.

Por ello, el padre José Tous aceptó orientar a estas chicas. Estudió la regla de Santa Clara de Asís y adaptó las Constituciones capuchinas de la beata Mª Ángela Astorch para unas Capuchinas Terciarias de Enseñanza. Así nació la congregación de las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor.

«Vivió su entrega a Dios y su consagración a las hermanas con el ánimo puesto en el Buen Pastor, dijo que a las niñas debería tratárseles con el cariño maternal», señala el padre Ramírez quien califica la vida del futuro beato como “una misa continua”, que resulta ejemplar, especialmente en este año sacerdotal: «por su fe encendida que vive en el día a día sin querer sobresalir».

Muerte repentina

El padre Tous no tenía ninguna enfermedad terminal en el momento de su muerte. Sin embargo, según asegura su postulador, se cree que por las tensiones que tenía que enfrentar sufrió un gran desgaste físico tal que acabó con su vida en plena misa, en la capilla del Colegio de las hermanas Capuchinas en Barcelona. El párroco de San Francisco de Paula, fue a recoger su cuerpo exánime y a terminar la misa.

Por su parte, para el cardenal Lluis Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, la actividad del padre Tous “nos dejó el recuerdo de una gran bondad, de un espíritu de servicio social y de una gran preocupación por la educación de la infancia y la juventud, en especial de la infancia y la juventud femeninas».

Por Carmen Elena Villa

 

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ZENIT Staff

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