Hay más de 215 millones de niños trabajadores en el mundo

Más de la mitad, obligados a desempeñar actividades peligrosas

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GINEBRA, lunes, 10 mayo 2010 (ZENIT.org).- Los únicos puestos de trabajo que no están en riesgo en el mundo son los de los niños. Según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tendencia a la reducción del trabajo infantil se ha debilitado.
 
Respecto al trabajo infantil, “los progresos no son lo bastante rápidos, ni suficientemente amplios”, comentó el director general de la OIT, Juan Somavía.
 
Todavía hoy –se hacía eco este domingo el diario vaticano L’Osservatore Romano– más de 215 millones de niños son obligados a trabajar, en gran parte en la agricultura, para la propia familia o para otros, sin ninguna retribución.

Más de la mitad de ellos -115 millones- son empleados en actividades definidas peligrosas por la OIT, aunque sin llegar a las formas de verdadera esclavitud, desde la servidumbre por deudas, a la prostitución, pasando por el trabajo en las minas o en condiciones ambientales insostenibles.
 
Entre 2004 y 2008, el número de niños trabajadores descendió de 222 a 215 millones, con una caída de apenas el 3%, mientras que entre 2000 y 2004 la disminución fue del 10%.

Para algunas franjas de edad, la lucha contra el trabajo infantil está incluso en regresión. En la franja que va de 15 a 17 años, se ha constatado un aumento del 20%, de 52 a 62 millones.
 
El mayor progreso en cambio se dio en la franja de entre 5 y 14 años, con una reducción significativa del 10%, aunque con datos contradictorios, tanto por regiones como por tipos de trabajo.

Para estas edades, de todos modos, el número de niños empleados en trabajos peligrosos disminuyó un 31%.
 
Como en otros aspectos, la situación más preocupante se da en el África subsahariana, donde un niño de cada cuatro es obligado a realizar trabajos, a menudo peligrosos.

En datos absolutos, la mayor parte de los niños trabajadores se encuentra en Asia, mientras que la reducción más significativa se dio en América.
 
La OIT ha expresado el temor de que la crisis global aleje más el objetivo de eliminar las peores formas de trabajo infantil.

A este respecto, Juan Somavía negó que la recesión económica pueda ser un atenuante o, peor, una excusa para los retrasos de la comunidad internacional en eliminar el trabajo infantil.
 
El director general de la OIT recordó que, por el contrario, justo la necesidad de luchar contra la crisis ofrece una ocasión para poner en marcha medidas políticas eficaces dirigidas a las personas, la recuperación y un desarrollo sostenible.
 
Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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