LISBOA, martes 11 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Miles de personas, con aplausos y banderas, al grito de “Viva o Papa” han acompañado hoy al Papa a su llegada a Portugal, por las calles y esperándole a la entrada de la Nunciatura Apostólica, adonde se dirigió la comitiva papal tras la breve ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Portela.
El Papa realizó el recorrido en el papamóvil, acompañado por el Patriarca de Lisboa, cardenal José Policarpo, y por su secretario personal, monseñor Georg Gaenswein.
Tras un breve descanso en la Nunciatura, a donde luego volvería para comer, Benedicto XVI se dirigió en coche cerrado al complejo monumental formado por el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém, donde le esperaba el Presidente, Aníbal Cavaco Silva, para la bienvenida oficial.
El Papa fue recibido en la explanada de los Jerónimos por Cavaco Silva, con honores militares, y arropado por miles de personas, entre ellas numerosos niños.
El Monasterio de los Jerónimos es, junto a la Torre de Belém, uno de los símbolos de Lisboa y de la historia ultramarina de Portugal. Construido en estilo gótico tardío, está emplazado en el lugar donde se levantaba la ermita de Restelo, fundada por don Enrique el Navegante, y donde Vasco da Gama y sus hombres pasaron la noche en oración antes de partir hacia la India.
En él están enterrados varios reyes de Portugal, el poeta Luis de Camões, y fue también la sede de la firma, en 2007, del Tratado de Lisboa de la Unión Europea.
Tras la bienvenida, el Papa entró unos momentos al Monasterio acompañado por el Patriarca de Lisboa, y se detuvo a rezar ante el Santísimo Sacramento en la antigua iglesia de Santa María de Belém.
Después de esta breve visita, Benedicto XVI y sus acompañantes se dirigieron al Palacio de Belém, residencia presidencial, para encontrarse con Aníbal Cavaco Silva, su esposa Maria Alves da Silva, y sus hijos Patrícia y Bruno, con sus respectivos cónyuges e hijos.
El Papa y el Presidente mantuvieron una conversación privada, y después, se asomaron a uno de los balcones para saludar a los miembros de la Casa Presidencial, reunidos en el patio del Palacio. Benedicto XVI se dirigió a ellos, agradeciéndoles su trabajo.
Tras asegurarles sus oraciones, les auguró que mediante su trabajo y “solicitud por el bien común”, favorezcan “en el centenacio de la República Portuguesa, una sociedad más justa y un futuro mejor para todos”.