Así se promueve el aborto en América Latina

Habla el director de la Oficina para América Latina del “Population Research Institute”

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LIMA, viernes 14 de mayo 2010 (ZENIT.org).- Primero se crea una polémica sobre un caso humano dramático de una niña violada; luego se propone una ley general de liberalización del aborto. Este proceso, seguido en otros continentes, se está ahora aplicando en América Latina, como explica a ZENIT en esta entrevista Carlos Polo Samaniego, peruano, antropólogo y director de la Oficina para América Latina del Population Research Institute desde 2001, peruano.

Este consultor de numerosas organizaciones en América Latina sobre política familiar analiza dos casos muy parecidos, que han suscitado muchos artículos y debates radiofónicos y televisivos en las últimas semanas.

Uno fue denunciado a los medios de comunicación, en Quintana Roo (México), al inicio de abril provocando un debate regional en torno a una niña de diez años embarazada del padrastro que la había violado. La niña, que se encontraba en un estado avanzado de gestación, no fue sometida a aborto

El 12 de abril la prensa brasileña explicaba que una niña de diez años había sido sometida a un aborto, con la aprobación de un juez, en Recife, tras haber sido violada repetidas veces por su padrastro.

–En ambos algunas organizaciones solicitaban el aborto para salvarles la vida a las madres, ¿es casual que salgan a la prensa los dos casos al mismo tiempo?

Carlos Polo: Todo parece indicar que no. La Oficina de América Latina de Population Research Institute viene haciendo seguimiento de casos como estos desde hace algunos años. Analizamos las iniciativas y publicaciones de las principales organizaciones abortistas en América Latina y detectamos patrones comunes.

Los de Quintana Roo y Recife pertenecen a una larga lista de casos similares “fabricados” para legalizar el aborto en América Latina. Argentina, Perú, Colombia, Nicaragua, Honduras son algunos de los escenarios elegidos por estos grupos que no buscan el bienestar de las niñas sino impulsar su agenda apelando a sentimientos de compasión para implantar la confusión en la opinión pública. Incluso podemos decir que buscan sembrar confusión en el seno mismo de la Iglesia.

–¿En qué se basa para afirmar que los casos son “fabricados”?

Carlos Polo: Hay que decir que el drama de las niñas embarazadas es real y sumamente doloroso. Lo que se fabrica y manipula es la repercusión mediática y la insistencia de que el aborto es la única solución. Sobre esta realidad se montan campañas en las que se presenta a quienes buscamos otras salidas diferentes al aborto como personas insensibles, inhumanas e incomprensivas. Los obispos, sacerdotes y laicos comprometidos, usualmente los primeros defensores de la vida de esas criaturas que están por nacer, suelen ser blancos de ataques para que claudiquen. La presión puede llegar a ser muy fuerte ya que de por sí la situación tensa nuestro sentido de humanidad hasta el extremo. Pero es todo parte de una falacia, de una gran mentira basada en un drama humano: muchas veces esas niñas ni corren peligro ni quieren abortar. Y lo peor, luego padecen las consecuencias de hacerlo.

–Esta acusación es muy grave. ¿Está usted en condiciones de sostenerla?

Carlos Polo: Cada vez tenemos más evidencia. Durante mucho tiempo sospechamos que esto sucedía más o menos de la forma que ahora conocemos bien. Pero ha sido necesario que un gran número de laicos, profesionales en diferentes áreas, nos organizáramos e intercambiáramos eficientemente información y experiencias para que pudiéramos describir todo el circuito, encontrando los patrones de “fabricación” de casos de los que hablaba antes. Incluso, y lo digo con mucha alegría, muchos de nuestros amigos han ido más allá de los alcances de una investigación propiamente dicha. Ahora cada vez que se genera uno de estos “casos” surgen voluntarios para socorrer a las niñas y a sus padres de ser necesario. Por ejemplo, gracias a Dios en Quintana Roo se pudo rescatar a la niña y salvar a su bebé.

–¿Y qué les reveló el caso de Quintana Roo?

Carlos Polo: Lo que sospechábamos: que un grupo inescrupuloso había aislado a esta familia, ocultando su paradero. Que habían estado presionando a la madre hasta que esta había accedido a dar su consentimiento al aborto, aunque en su conciencia existía una insatisfacción y una lucha muy grandes. Que ante la menor oportunidad de hacer algo diferente esa madre y esa niña optaron con alegría por la vida. Pero lamentablemente no siempre hemos llegado tan a tiempo. Quedan en la memoria casos como los de Recife (uno de un par de gemelos hace un año y ahora, más recientemente, otro). O el de “Amelia” en Nicaragua sobre el que publicamos una amplia investigación hace poco. Amelia tenía cáncer al ovario. Diversas organizaciones católicas ofrecieron su ayuda para el tratamiento del cáncer. Pero las organizaciones feministas que la mantenían oculta y pedían el “aborto terapéutico” no le permitieron recibir la ayuda. Cuando uno ve que la prioridad es el cumplimiento de la agenda política abortista, entonces es claro que Amelia como persona no les interesa realmente. No se trata del aborto para que le vaya bien a Amelia sino simplemente de usar a Amelia para que “le vaya bien” al aborto.

–¿Cuál es el origen de esta estrategia abortista?

Carlos Polo: De hecho hay muchas pistas. Una de ellas nos ubica en un documento que en enero de 2003, el Center for Reproductive Rights publicó bajo el título What Role Can International Litigation Play in the Promotion and Advancement of Reproductive Rights in Latin America? (¿Qué papel juegan los litigios internacionales en la promoción y desarrollo de los derechos reproductivos en América Latina?). Sus autoras Mónica Roa, Luisa Cabal y Lilian Sepúlveda son miembros destacados de esta organización neoyorquina que promueve el aborto legal y lo manifiesta abiertamente. En este documento lo dicen muy claro: “los tribunales pueden ser un foro excelente para producir el cambio”. También afirman que en esta estrategia de litigios su oponente último es la Iglesia católica. Y señalan que todo ello empieza por “examinar el proceso de identificación de temas y casos”. Sin ningún tapujo, el Center for Reproductive Rights expone cómo su propio equipo de abogados y los de sus organizaciones asociadas diseñaron los cuatro “casos” citados en el documento. Uno de ellos, el de la peruana Karen Llantoy, fue utilizado años después como argumento por Mónica Roa en la sentencia que despenalizó el aborto en Colombia.

–Volviendo a los casos de Quintana Roo y de Recife. Cuéntenos brevemente ¿qué es lo que pasó en cada uno de esos “casos”?

Carlos Polo: Como dije, en Quintana Roo se actuó a tiempo y se pudo salvar a la niña y a su bebé. El “caso”, como estrategia abortista, fracasó en todo sentido. No hubo aborto. Ni las autoridades ni la opinión pública se dejaron impresionar. Y el obispo Cancún-Chetumal, monseñor Pedro Pablo Elizondo L.C., estuvo muy consciente del montaje que buscaba crear división y dudas.

En Recife, lamentablemente el “caso” terminó en aborto. Hay que decir que a diferencia de México, en Brasil los hospitales del gobierno brindan todas las facilidades para abortos en casos de violación. Pero muy pocas mujeres violadas en Brasil eligen abortar. Este reciente caso en Recife tiene un componente adicional que confirma mucha de nuestra información y es la tergiversación que hizo la prensa de las declaraciones del arzobispo, monseñor Fernando Saburido, dando la impresión que éste aprobaba el aborto en ciertos casos de niñas violadas para salvarle la vida. Es decir el “argumento de la falsa misericordia”.

El mismo arzobispo tuvo que salir al paso de esa campaña de desinformación con una nota en la que acusa al Diario de Pernambuco de manipular s
us declaraciones. Según refiere el arzobispo el periodista le hizo la misma pregunta en reiteradas ocasiones y de diferente forma, para luego seleccionar aquella respuesta entre todas que podría prestarse a la manipulación y falsa interpretación. “Comulgo, en todos los sentidos, con la orientación de nuestra Santa Iglesia que defiende la vida y no admite, bajo ninguna hipótesis, que sea eliminada porque es un don de Dios y solamente a Él cabe quitarla –clarificó Mons. Saburido…–. En el caso específico de la niña de 10 años, embarazada de cuatro meses, víctima de estupro de su padrastro y sometida a un aborto, estoy en desacuerdo de la decisión tomada que considero anticristiana por haber tomado una vida que podría perfectamente haberse salvado. No faltaría la familia que se hubiera dispuesta a adoptar el bebé, ofreciéndole afecto y dignidad.”

Precisamente ese es el punto clave para comenzar a derrotar esta estrategia: unidad al interior de la Iglesia. El testimonio de fe y acción en Quintana Roo, ilumina y confirma perfectamente las palabras del obispo de Recife, y viceversa. La fuerza del Evangelio de la Vida acogido y testimoniado es más fuerte que cualquier tinglado abortista.

–Algún escéptico todavía podría insistir en la buena intención de estas organizaciones al presentar estos casos, ¿Qué le diría usted?

Carlos Polo: Le diría que averigüe cómo terminan las mujeres concretas involucradas en estos “casos”. Lo habitual es el total abandono por parte de quienes hasta antes de la intervención eran “sus grandes aliados”. No hay que dejarse sorprender por la falacia, porque la media verdad termina siendo una gran mentira. Cualquiera puede ser objeto de un intento de manipulación.

El lema institucional del Population Research Institute es “Poner a las personas en primer lugar”, porque es como una clave para entender lo nocivo del aborto y todos los subproductos de la Cultura de la Muerte. Y nuestro afán es servir a todas las instancias de la Iglesia para detectar y desenmascarar estas maniobras. Sabemos muy bien que en estos casos debemos ejercitar aquello de que somos miembros del Cuerpo Místico y cooperar, como un órgano específico, para el bien de todos. En buena cuenta nuestro celo por averiguar, saber, entender y anticiparnos es motivado por nuestros pastores y hermanos que necesitan este trabajo silencioso pero hecho con profesionalidad y esmero.

–Finalmente, ¿qué recomendación daría para prevenir que se hagan más daño con esta estrategia?

Carlos Polo: Que seamos Iglesia. Que nos unamos para pensar, orar, entender y actuar proactivamente a favor de la vida. Que nuestros pastores no se sientan solos, porque cada vez somos más los laicos que ponemos nuestros talentos profesionales a su servicio. Que nuestros hermanos se animen a profundizar en este trabajo y a contactarse como una gran red. Sólo así podremos dar la altura para los desafíos del mundo de hoy.

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ZENIT Staff

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