Benedicto XVI a los Emiratos Árabes: “La libertad de culto contribuye al bien común”

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Discurso del Papa a la nueva embajadora de los Emiratos Árabes Unidos

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 20 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuaión el discurso que el Papa Bendicto XVI dirigió hoy a la nueva embajadora de los Emiratos Árabes Unidos, Hissa Abdulla Ahmed Al-Otaiba, al aceptar sus cartas credenciales.

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Excelencia,

Me complace darle la bienvenida al Vaticano y aceptar las Cartas que la acreditan como Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria de los Emiratos Árabes Unidos. En esta notable ocasión, le ruego que transmita mis saludos a Su Alteza el Jeque Khalifa bin Zayed Al Nahayan. Le aseguro cordialmente mi gratitud por los buenos deseos que usted acaba de expresar en su nombre, y de mis oraciones por su bienestar y el de todo el pueblo de los Emiratos.

Dado que las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y los Emiratos Árabes Unidos han sido recientemente establecidas, su presencia hoy aquí como primera embajadora de su país ante la Santa Sede es un caso especialmente favorable. Durante una ceremonia conjunta con otros embajadores el 15 de abril de 2008, el Presidente de los Emiratos Árabes Unidos señaló que el representante pontificio «ejerce una misión particular, que es sobre todo para la preservación de la fe en Dios y en la promoción del diálogo intercultural e interreligioso». La fe en el Todopoderoso no puede sino llevar al amor al prójimo porque, como escribí recientemente: «El amor – caritas – es una fuerza extraordinaria, que lleva a los pueblos a comprometerse con valentía y generosidad en el ámbito de la justicia y la paz» (Caritas in veritate, 1).

El amor de Dios y el respeto de la dignidad del prójimo motiva la diplomacia de la Santa Sede y conforma la misión de la Iglesia Católica de servicio a la comunidad internacional. La acción de la Iglesia en el ámbito de las relaciones diplomáticas promueve la paz, los derechos humanos y el desarrollo integral, y por lo tanto se esfuerza por lograr el auténtico progreso de todos, sin distinción de raza, color o credo. De hecho, es hacia los hombres y las mujeres, entendidos como únicos en la naturaleza dada por Dios, a los que toda la política, la cultura, la tecnología y el desarrollo se dirigen. Reducir los objetivos de estos esfuerzos humanos a meras ganancias o conveniencias, supondría el riesgo de perder la centralidad de la persona humana en su integridad como el bien primario que se debe preservar y valorar, porque el hombre es la fuente, el centro y el objetivo de toda la vida económica y social (cf. Caritas in Veritate, 25). Por lo tanto, la Santa Sede y la Iglesia Católica tienen cuidado de poner de relieve la dignidad del hombre, a fin de mantener una visión clara y auténtica de la humanidad en el escenario internacional y con el fin de convocar nuevas energías al servicio de lo que es mejor para el desarrollo de pueblos y naciones.

Excelencia, los Emiratos Árabes Unidos, a pesar de las dificultades, han experimentado un crecimiento económico notable en los últimos años. En este contexto, su país ha acogido a cientos de miles de extranjeros que vienen a buscar trabajo y un futuro económico más seguro para ellos y para sus familias. Enriquecen el Estado no sólo por su trabajo, sino por su mera presencia, que es una oportunidad para un encuentro fructífero y positivo entre las grandes religiones, culturas y pueblos del mundo. La apertura de los Emiratos Árabes Unidos hacia los trabajadores extranjeros requiere esfuerzos constantes por fortalecer las condiciones necesarias para la coexistencia pacífica y el progreso social, y es digna de elogio. Quisiera señalar aquí con satisfacción de que hay varias iglesias católicas construidas en terrenos donados por las autoridades públicas. Es el deseo sincero de la Santa Sede de que esta cooperación pueda continuar y prosperar, en efecto, de acuerdo a las necesidades pastorales de crecimiento de la población católica que vive allí. La libertad de culto contribuye de manera significativa al bien común y lleva a la armonía social a todas las sociedades donde se practica. Puede usted contar con el deseo de los cristianos católicos presentes en su país de contribuir al bienestar de su sociedad, a vivir una vida temerosa de Dios y respetar la dignidad de todos los pueblos y las religiones.

Señora Embajadora, al ofrecer mis mejores deseos por el éxito de su misión, le aseguro que los diversos departamentos de la Curia Romana están dispuestos a prestarle ayuda y apoyo en el cumplimiento de sus funciones. Es sincero deseo de la Santa Sede de que se fortalezcan las relaciones ahora felizmente establecidas con los Emiratos Árabes Unidos. Sobre Su Excelencia, su familia y todo el pueblo de los Emiratos, invoco abundantes bendiciones divinas.

[Traducción del inglés por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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