Mensaje al Papa de Kiril I, patriarca de Moscú

Con motivo del concierto en honor de Benedicto XVI que le ha ofrecido en el Vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 20 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha enviado Su Santidad Kiril I, patriarca de Moscú y de todas las Rusias, con motivo del concierto que ofreció este jueves en la tarde al Papa en el Vaticano con motivo de su reciente cumpleaños y de su quinto aniversario de pontificado. El concierto ha culminado las «Jornadas de cultura y espiritualidad rusa en el Vaticano».

* * *

Santidad, querido hermano en Cristo,

eminencias, excelencias, queridos hermanos y hermanas,

señoras y señores:

De todo corazón le saludo, Su Santidad, así como a todos los participantes en el concierto de música sacra rusa, organizado por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, por el Consejo Pontificio de la Cultura, y por el Departamento para las Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú.

Por primera vez en la historia, tres grupos musicales excepcionales –la Orquesta Nacional Rusa, el Coro Sinodal de Moscú y la Capilla de Cuernos de San Petersburgo–, se reúnen hoy en el Aula Pablo VI, en el Vaticano, para interpretar obras de grandes compositores rusos. En la sala están presentes el jefe de la Iglesia católica, representantes del episcopado y del clero, monjes y monjas, laicos. Todo esto hace que el momento que vivís sea un acontecimiento de gran importancia en la historia de los intercambios culturales entre nuestras Iglesias.

La música es un lenguaje particular que nos da la posibilidad de comunicar con nuestros corazones. La música es capaz de transmitir sentimientos del espíritu humano y estados espirituales que las palabras no logran describir.

Para comprender a un pueblo, es necesario escuchar su música. Y esto se aplica no sólo a la música litúrgica ortodoxa, de la que hoy se interpretarán algunas de las mejores realizaciones, sino también a las obra de los compositores rusos escritas para las salas de conciertos. En los años de las persecuciones contra la Iglesia y de dominio del ateísmo de Estado, cuando la mayoría de la población no tenía acceso a la música sacra, estas obras, junto a las obras maestras de la literatura rusa y al arte figurativo, contribuyeron a llevar el anuncio evangélico, proponiendo al mundo laico ideales de gran profundidad moral y espiritual.

«Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas» (Salmo 150, 3-4). Estas palabras del Salmo, que resonarán también hoy en vuestra sala, nos permiten ver que la música puede estar impregnada del espíritu de la oración y de la contemplación de Dios. Incluso la música laica puede transmitir un contenido espiritual.

Pido el apoyo de Dios a Su Sanidad y a todos los huéspedes y participantes en el concierto.

[Traducción realizada por Jesús Colina] 

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ZENIT Staff

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