El Papa desea a Argentina concordia y prosperidad en su Bicentenario

Celebración en la basílica de Nuestra Señora de Luján

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BUENOS AIRES, martes 25 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha deseado concordia y prosperidad a Argentina en un mensaje que se leyó este martes al celebrarse en la basílica de Nuestra Señora de Luján el Bicentenario de esta nación.

Antes de empezar el Te Deum, el nuncio apostólico y «enviado extraordinario» pontificio para la celebración, el arzobispo Adriano Bernardini, leyó un mensaje del Papa dirigido a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, allí presente, y al pueblo argentino.

En su mensaje, el Santo Padre escribe: «Expreso vivamente mi afecto y cercanía espiritual a todos los argentinos, a los cuales encomiendo en mis oraciones, pidiendo al Señor que los bendiga abundantemente con la concordia, la paz y la prosperidad».

En la celebración, en la que también participaron mandatarios extranjeros y otras autoridades, el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Agustín Radrizzani, aseguró que el Bicentenario es «una oportunidad de crecimiento», al plantear las celebraciones por la fecha patria desde las dimensiones de la memoria, la identidad, la reconciliación y los desafíos.

     «Aprendamos de nuestras crisis, hagamos de nuestros desencuentros una oportunidad de crecimiento. De nada sirve llorar sobre las cenizas. Nunca ha ayudado la falta de esperanza. Solo se puede crecer en la comunión y el amor recíproco», aseveró en la basílica de Nuestra Señora de Luján, patrona de la Argentina, lugar que eligió la jefa de Estado para celebrar el Te Deum del 25 de Mayo.

     El prelado sostuvo que «debemos afirmar, que el bicentenario es un desafío insoslayable para la democracia argentina», e insistió que ésta fecha «interpela, interroga, reclama soluciones, estimula a elaborar proyectos políticos, a presentar propuestas sociales y culturales, a mejorar la calidad de nuestras instituciones», porque «acá se pone en juego nuestra capacidad de ser Nación, que como rezamos en la conocida oración por la Patria, ‘una Nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común'».

     «Estamos ante una oportunidad única, ya sea a nivel mundial, donde la llamada globalización nos desafía a no perder nuestra identidad ni replegarnos sobre nosotros mismos. Se trata de enriquecernos dándonos. También es una ocasión propicia y hasta necesaria para una mayor integración al continente, a la América latina que conforman nuestros hermanos más cercanos: la patria grande soñada por San Martín y por Bolívar», indicó.

     Monseñor Radrizzani consideró, además que «como argentinos y argentinas nos debemos un mayor desarrollo federal, sano y armónico. Llevamos transitados el mayor período en régimen democrático de nuestra historia y son apenas 27 años. Hemos de promover, como dice el papa Benedicto ‘una mayor fidelidad a la democracia, ya que es la única que puede garantizar la igualdad y los derechos de todos’. Se trata, explica más adelante en el mismo discurso, de una democracia con valores, es decir que busque la verdad y se pruebe en la justicia».

     «El desafío de una educación para todos y que, como decía el gran educador de la juventud San Juan Bosco tenga por finalidad lograr ‘honestos ciudadanos y buenos cristianos’. Otro desafío impostergable será saldar nuestra deuda con los pueblos originarios. Ambas tareas nos permitirán construir nuestro futuro en paz y prosperidad», agregó.

     Asimismo, estimó que «nos debemos un dialogo magnánimo y sereno, que significa abrirnos camino a través de la palabra y para eso debemos escucharnos con respeto y fortalecer el consenso sobre referencias comunes y constantes, más allá de partidismos e intereses personales».

     El arzobispo reconoció que «no será tarea fácil incluir a todos, promover la igualdad y el desarrollo social, sin ‘sobrantes’ como dice el documento de Aparecida, aunque también sabemos que sin la presencia y ayuda divina esto es imposible, ya que la mayor pobreza es la de no reconocer la presencia del Misterio de Dios y de su amor en la vida del hombre».

     Monseñor Radrizzani concluyó la acción de gracias poniendo el Bicentenario «una vez en tus manos María de Luján, para que nos alcances de tu Hijo Jesús la fortaleza y la sabiduría que nos encaminen decididamente hacia la Patria de hermanos que soñamos», y pidiendo al Señor que conceda a los argentinos: Humildad para poder servirte en los pobres. Esperanza para superar las dificultades. Paciencia para saber construir con generosidad y alegría. Hambre y sed de justicia para trabajar por un mundo nuevo. Misericordia para sabernos perdonados. Un corazón puro para descubrirte en todos. Ser artesanos de la paz en cada día de nuestra vida. En una palabra, no avergonzarnos nunca de creer en Ti y vivir con coherencia el Evangelio. Jesucristo Señor de la historia, te necesitamos. Sé nuestro Pastor y guíanos siempre».

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ZENIT Staff

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