NICOSIA, sábado 5 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI exigió este sábado a los políticos vivir y respetar la «verdad moral» en el encuentro que mantuvo con las autoridades civiles y con el Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio Presidencial de Nicosia.
Con ese acto el Papa rindió homenaje a los cincuenta años de independencia de Chipre, después de haber depositado una ofrenda floral en el monumento en memoria del difunto arzobispo Makarios, que fue el primer presidente de la República de Chipre tras la independencia, a quien se deben las relaciones diplomáticas con la Santa Sede en 1973.
Recogiendo el patrimonio filosófico griego que forma parte de las raíces de Chipre, el obispo de Roma se preguntó: «¿qué significa en términos prácticos respetar y promover la verdad moral en el mundo de la política y la diplomacia, en los planos nacional e internacional? ¿Cómo puede la búsqueda de la verdad lograr una mayor armonía en las regiones atribuladas de la Tierra?».
El Papa sugirió que se puede hacer de tres maneras.
En primer lugar, aclaró, «la promoción de la verdad moral significa actuar con responsabilidad sobre la base del conocimiento de los hechos». En medio de las tensiones, aseguró, es necesario «examinar desapasionadamente las preocupaciones de todos los involucrados en un conflicto determinado».
«Cuando los partidos se elevan encima de su propia visión particular de los acontecimientos, adquieren una visión objetiva y completa. Aquellos que son llamados a resolver estas disputas son capaces de tomar decisiones justas y promover la reconciliación genuina cuando captan y reconocen la plena verdad de una cuestión específica», afirmó.
Una segunda manera de promover la «verdad moral», según el Papa, «consiste en la deconstrucción de las ideologías políticas que quieren suplantar a la verdad. Las trágicas experiencias del siglo XX han puesto al descubierto la falta de humanidad que se deriva de la supresión de la verdad y la dignidad humana».
«En nuestros días, estamos siendo testigos de los intentos de promover supuestos valores con el pretexto de la paz, del desarrollo y de los derechos humanos», denunció. En este sentido, alertó ante «los intentos de algunos sectores de reinterpretar la Declaración Universal de los Derechos Humanos para dar satisfacción a intereses particulares que podrían comprometer la unidad interna de la Declaración y alejarla de su propósito original».
En tercer lugar, «la promoción de la verdad moral en la vida pública exige un esfuerzo constante en basar el derecho positivo en los principios éticos de la ley natural. El recurso a esta última fue una vez considerado evidente, pero la marea del positivismo en la teoría jurídica contemporánea requiere la actualización de este axioma importante».
«Los individuos, las comunidades y los Estados, sin la guía de verdades objetivamente morales, se convertirían en egoístas y sin escrúpulos y el mundo sería un lugar más peligroso para vivir», aseguró.