NICOSIA, sábado 5 de junio de 2010 (ZENIT.org).- El cedro del Líbano en forma de luz de neón señala el camino hacia el barrio maronita de Nicosia, capital de Chipre. Las puertas de hierro frente a la entrada de la Catedral de «Nuestra Señora de las Mercedes», con su fachada elegante y estuco gris están todavía cerradas.
En el café libanés, que se encuentra al lado, se ve una pared enorme llena de trofeos y en la ventana destaca una foto del Papa con un saludo en árabe. En una mesa frente a un estante de dulces un feligrés, Elías Scoullos está merendando. «Estamos muy contentos de la llegada del Papa. Así el mundo por lo menos se entera de que existimos», dice comentando la foto de Benedicto XVI mientras va poniendo otra en la maceta del mostrador.
Explicando los demás retratos en la pared dice: «En el medio está nuestro arzobispo Youssef Soueif, a la derecha nuestro representante en el Parlamento, Antonis Hatsiroussos, y este es Rogiros Koumetou, que ha ‘desaparecido’. Durante la invasión violenta de los turcos en 1974, muchas personas murieron, otros simplemente desaparecieron, sus cuerpos nunca fueron encontrados y sus familias viven desde entonces en la incertidumbre. Especialmente en una comunidad tan pequeña como es la de los maronitas en Chipre, cada pérdida se siente con mucho pesar».
Durante su viaje a Chipre Benedicto XVI está manteniendo encuentros con los representantes de los Maronitas : En la mañana del sábado visitó la escuela maronita de «San Maron» para reunirse con la pequeña comunidad católica chipriota y el domingo por la tarde visitará la catedral maronita.
Cerca de 5.000 miembros de la comunidad maronita procedentes de Líbano viven en la isla del Mediterráneo, en este puente entre Oriente y Occidente. Han tomado su nombre del San Marón, un monje sirio del siglo V. Este brote cristiano de Oriente Medio ha permanecido siempre fiel a Roma.
Simplemente su presencia aquí es una gracia para nosotros», dice su vicario general, monseñor Ioannis Orphanou a ZENIT. Tenemos ocasión de encontrar al Protonotario Apostólico en la Vicaria que queda cerca de la catedral.
Para Orphanou es un honor que el Papa en su primer viaje apostólico a la isla se tome tanto tiempo para los maronitas. «Él se preocupa muchísimo por los maronitas. Ya no tenemos que explicarle nuestra situación, porque la conoce bien», dice Orphanou con voz segura.
Es un momento verdaderamente histórico: «Es nuestro padre». «Los maronitas en Chipre han vivido durante muchos siglos en paz con los ortodoxos», dice Orphanou. «Por supuesto viene a un país, donde de acuerdo a las Escrituras viajaron en su tiempo San Pablo y Bernabé ya que son ellos los que fundaron la Iglesia de Chipre», afirma el vicario general mientras sus ojos marrones brillan con más intensidad. .
A Benedicto XVI también le tocará ver la división real que causó la expulsión de los maronitas del norte de Chipres después de la opción forzada por los turcos.
«Amamos la paz, vivimos en paz con todos». Pero hasta ahora los turcos siguen manteniendo ocupado cuatro de las aldeas maronitas en el norte de la isla. Dos quedan en la zona militar y es imposible llegar ahí», afirma. «Sólo los domingos entre las 10 y las 12 de la mañana se permite entrar a los visitantes. A las otras dos comunidades se puede visitar en cualquier momento, pero sólo tras haber pedido permiso a los encargados turcos».
«Para nosotros, para nuestra historia y nuestras vidas es muy importante afirmar que queremos regresar a vivir allí, queremos recuperar nuestras iglesias y nuestros monasterios, nuestros cementerios, escuelas y centros. Todo sigue ahí.»
Kormakitis es la más grande de las aldeas maronitas, de las cuales fueron expulsados los habitantes cristianos. Sólo 150 de los residentes, en su mayoría ancianos, siguen viviendo por allí. En una época fue el centro cultural de un dialecto propio, el árabe-maronita de Chipre, que está en peligro de desaparecer. La ONG «Hki Fi Sanna (Habla nuestro idioma) está trabajando por la revitalización del idioma, y también recibe ayuda del exterior.
Todos saben que parte esencial de la identidad cultural de los maronitas está en inminente peligro por la desaparición del propio dialecto. Se estima de que sólo uno de cada cinco maronitas aún es capaz de hablarlo. Bajo la presión del Consejo Europeo en Bruselas, el idioma fue reconocido ahora como una lengua de población minoritaria. En su culto, utilizan el maronita-sirio, que es parecido al arameo, la lengua de Jesús.
Hace falta mucho conocimiento mutuo concluye el vicario general. Orphanou se ha dado cuenta de todo esto durante los preparativos para la visita del Papa. «Durante cuatro meses, hemos respondido a preguntas como: ‘¿quién es el Papa?’. ‘¿Qué papel ha desempeñado el papado en la historia?’. ‘¿Por qué los maronitas son católicos?'». Las respuestas que han dado los maronitas son ya los primeros frutos de la primera visita apostólica de un obispo de Roma a Chipre.
Por Michaela Koller