NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org). - La Virgen María con su ejemplo de vida muestra a cada cristiano que incluso en las noches oscuras Cristo no le abandona, explicó Benedicto XVI este domingo al rezar el Ángelus en la capital de Chipre.

Tras haber presidido la misa conclusiva de esta primera peregrinación, en el Pabellón de Deportes Eleftheria de Nicosia, y de entregar el "Documento de trabajo" del próximo sínodo de los obispos de Oriente Medio que se celebrará en octubre en Roma, el Papa dejó espacio a una profunda contemplación del misterio de María.

La ocasión la propició el rezo del Ángelus junto a diez mil católicos chipriotas y a millones de fieles de todo el mundo que seguían en directo por televisión desde los cinco continentes.

Constatando cómo esa oración mariana recuerda el "sí" que la Virgen pronunció al ángel para aceptar ser madre de Dios, haciendo que la esperanza de milenios se convirtiera en realidad: "Aquel a quien Israel había esperado vino al mundo, a nuestra historia".

"Unos treinta años más tarde, cuando María estaba llorando a los pies de la cruz, debe haber sido duro mantener esa esperanza viva", consideró el Papa en su intensa meditación.

"Las fuerzas de la oscuridad parecían haber ganado la partida --añadió--. Y, sin embargo, en el fondo, ella habría recordado las palabras del ángel. Incluso en medio de la desolación del Sábado Santo, la certeza de la esperanza la llevó adelante hacia el gozo de la mañana de Pascua".

"Y así nosotros, sus hijos -siguió reflexionando--, vivimos en la misma esperanza confiada en que el Verbo hecho carne en el seno de María nunca nos abandonará".

"Él, el Hijo de Dios e Hijo de María, fortalece la comunión que nos une, de manera que podamos dar testimonio de Él y del poder de su amor curativo y reconciliador".

El Papa encomendó a la intercesión de María "el pueblo de Chipre, y la Iglesia en todo Oriente Medio".