La empresa social, un modelo para salir de la crisis

Habla el coordinador de “Economía de comunión” Luigino Bruni

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ROMA, lunes 21 de junio de 2010 (ZENIT.org).- “La iniciativa empresarial contribuye al bien común cuando pone en el centro las relaciones interpersonales”. Así lo dijo a Radio Vaticano el pasado viernes Luigino Bruni, profesor de Economía Política en la Universidad de Milano-Bicocca, profesor en el Instituto Universitario Sophia del Movimiento de los Focolares en Loppiano (Florencia) y coordinador de la Comisión Internacional Economía de Comunión.

Hablando en concreto del caso de Italia, el profesor Bruni afirmó que una de las grandes innovaciones de los últimos veinte años en Italia ha sido la empresa social, que ha intentado “hacer que las realidades marginales o excluidas se conviertan en protagonistas, para beneficio mutuo”.

“En el fondo – explicó – la empresa social, cuando nació a inicios de los años 90, hacía esto: personas excluidas del sistema productivo, con problemas o con formas de discapacidad, se incluyen, y esta inclusión crea desarrollo”.

“Hoy el término ‘empresa social’ se entiende en sentido más amplio – prosiguió – . No se usa sólo para describir una cooperativa social, sino cualquier empresa que sea verdaderamente constructiva del bien común porque pone a la persona en el centro”.

“Ahora la persona, como es sabido, no es el individuo – subrayó el profesor de Economía –. El individuo es sí en sí mismo. Y es por tanto un término que subraya la individualidad respecto a la comunidad. La persona en cambio es ella misma sólo en relación con los demás. Por ello cuando hablamos de persona ‘en el centro’, decimos en seguida cómo debe ser la dimensión de las relaciones”.

“El ser humano se muestra cuando está inserto dentro de relaciones significativas, también cuando trabaja, cuando produce y cuando consume – explicó –. Por tanto, cuando la empresa reconoce esta dimensión relacional, personalista, de la propia empresa y de la economía, pone a la persona en el centro”.

De hecho, añadió, el principio personalista está en la base del art 41 de la Constitución italiana, que reconoce a la empresa una función social y que afirma por tanto que la empresa es ella misma cuando trata a los sujetos como personas y no solo como individuos.

Respecto a la función del sindicato en un mundo globalizado – tema sobre el que trata Benedicto XVI en la Caritas in Veritate – el profesor Bruni afirmó que, aún “salvando la gran herencia del último siglo”, el movimiento sindical “debe darse cuenta de que la economía globalizada es realmente otra cosa”.

Por tanto, comentó el sindacato debe “superar la visión de clase” con “una idea de sindicato que dialogue más con la empresa e intente interpretar estos cambios epocales”.

Respecto al futuro de la empresa, Bruni abogó por un modelo “capaz de conjugar las exigencias del territorio y la globalización”, conjugando “economía y ciudad”.

“Estamos convencidos de que volviendo atrás, aunque no de forma nostálgica, a una tradición cristiana y humanista, al mismo tiempo católica y laica, podemos hoy imaginar una idea de empresa y de empresario, capaz de gestionar las complejidades contemporáneas y de ir más allá de la crisis”.

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ZENIT Staff

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