FAISALABAD, domingo 27 de junio de 2010 (ZENIT.org). – Cada vez es más duro ser católico en un país de mayoría musulmana, afirma el obispo de la diócesis de Faisalabad, en la que los cristianos suelen ser tratados como ciudadanos de segunda clase.
En esta entrevista, el obispo habla sobre su vocación, la situación de los cristianos en Pakistán, y los problemas asociados con la “ley de blasfemia” en este país.
-El nombre oficial de Pakistán es República Islámica de Pakistán; es obvio, por tanto, que la mayoría de la población de Pakistán es musulmana, cerca del 95%. Así que los cristianos son una minoría en un país predominantemente musulmán. ¿Cómo es ser una pequeña Iglesia cristiana?
Monseñor Coutts: Sí, para nosotros es todo un desafío vivir en el entorno islámico en el que estamos, puesto que los cristianos son algo así como el 2% y los católicos cerca del 1%, quizá un poco más del 1%.
De hecho se ha vuelto más difícil en los últimos años con la creciente oleada de fundamentalismo islámico en Pakistán y en otras partes del mundo, y sentimos que desde hace unos años las cosas se han vuelto más intolerantes de los que eran antes.
– ¿De dónde vienen estas amenazas? ¿Quién les amenaza?
Monseñor Coutts: De acuerdo, utilicemos la palabra amenaza. Como dije la verdadera amenaza en ese sentido ha estado en la provincia noroeste.
Pakistán es un país bastante grande; si usted lo compara con Estados Unidos, es del tamaño, creo que no me equivoco, de Texas y Oklahoma con un poco más de extensión y una gran población.
La dificultad que tenemos es, por ejemplo, que existe grupos islámicos que querrían ver que Pakistán se convierte en un estado puramente islámico. Si Pakistán se convierte en un estado islámico puro con todas las leyes islámicas que ahora no tenemos; sólo tenemos algunas leyes islámicas, si tuviéramos todas las leyes islámicas esto significaría que los no musulmanes seríamos como ciudadanos de segunda clase.
El islam tiene un término especial para esto – dhimmi lo llaman. No seremos iguales. No tendríamos la igualdad de la que habla la constitución. No tendríamos libertad, sino que sería una libertad limitada. Esto es lo que quiero decir con la palabra amenaza.
Tenemos algunas leyes que ya se han aprobado, por ejemplo, la que llamamos “ley de la blasfemia; nos referimos a ella con mucha frecuencia como la 295 C – que es el código de esta ley en nuestro país.
-¿Qué es esta “ley de la blasfemia”?
Monseñor Coutts: Es una ley muy peligrosa porque dice que si alguien habla en contra o desafía el nombre del santo profeta Mahoma, el profeta del islam, sea por palabra o por escrito o por representación, sea directa o indirectamente, el castigo es la muerte.
Aquí no hay mención, dentro de la ley y como está formulada, a la intención, si lo haces de modo accidental, si lo haces por ignorancia, o no pretendías hacerlo, dice que el castigo es la muerte. Es muy peligrosa.
-¿Qué significa para ustedes los católicos?
Monseñor Coutts: Para ser justos, esta ley es peligrosa no sólo para los católicos o para los cristianos o para los no musulmanes, también lo es para los musulmanes. Hay otra ley. Déjeme explicárselo.
Está la 295 C y está también la 295 B. La ley B dice: si se profana el Corán santo, el libro santo de los musulmanes, también esto se castiga. Así que si se le cae de modo accidental el Corán, puede usted ser castigado.
Le daré un ejemplo muy concreto: lo que ocurrió hace dos años en mi ciudad Faisalabad. Tenemos a una pobre mujer cristiana que hacía la limpieza en la casa de una familia musulmana rica, cuando arrojaron muchos papeles viejos, latas y viejas botellas y basura fuera de la casa.
Esta mujer, que tenía a su padre anciano en su casa, recogió lo que podía reciclarse – nosotros reciclamos mucho en nuestro pobre país, todas las latas, papeles y botellas – y algunos papeles debían quemarse. Así que se los llevó a una zona muy pobre, donde vivían para quemarlos. El anciano, su padre, y un musulmán que pasaban dijeron: “Hay una página del sagrado Corán entre ellos. Vas a quemar el sagrado Corán”.
Y creó un gran alboroto y todos se reunieron, y todo esto se convierte en algo verdaderamente muy descontrolado, porque un musulmán, algo bastante comprensible, se siente muy impresionado si oye que su libro santo está siendo profanado. Se convierte en un asunto grave. Este anciano y otro cristiano son inmediatamente llevados a la comisaría de policía; el caso se clasifica bajo la 295 B; profanación del libro santo.
Actualmente ambos están en prisión; han pasado dos años; están luchando por su caso. El tribunal inferior les ha condenado a cinco años de prisión. Estamos apelando en la corte suprema; podemos hacerlo.
Nuestra Comisión Justicia y Paz lo ha asumido. Otras ONGs también nos han apoyado. Incluso muchos musulmanes moderados y honrados nos han apoyado, pero esta es la clase de tensión en la que vivimos.
De repente, algo que no esperas, algo que no te propones hacer y tienes que pagar un alto precio. Así que todos los cristianos que viven en esta zona están afectados.
– ¿Hasta qué punto les afecta?
Monseñor Coutts: Hay mucho miedo.
Quizá nos ataquen los musulmanes. De hecho, muchos huyeron a la casa episcopal y los mantuvimos en el hall de la parroquia por la noche, de hecho más de una noche, quizás dos o tres días, hasta que los ánimos se calmaron, y así la 295 C es mucho más peligrosa.
Incluso si un musulmán hace lo mismo, se enfrenta al mismo peligro. Así que esta es una de las cosas.
-¿Pero no es esto algo positivo, si dice que no es sólo contra los católicos, o contra los cristianos, sino también contra la población musulmana?
Monseñor Coutts: En este momento, estadísticamente, hay más cristianos en la cárcel por la sección 295 C, pero el peligro de la ley es que es muy fácil acusar a alguien de haber hablado contra el profeta Mahoma, o haber dicho o escrito algo en contra del profeta Mahoma, y luego los ánimos se calientan y esto es lo peligroso.
Nadie se para a preguntarte: “Perdone, ¿es verdad que usted ha hecho esto o dicho esto?”. Antes de que tengas la oportunidad de defenderte, todos los ánimos se calientan.
Ha habido casos en que se ha asesinado a gente. Quienes han sido asesinados por blasfemia, ninguno de ellos ha muerto por la ley, por un proceso judicial.
Tenemos unos pocos casos en que han sido puestos en libertad por la ley; el asunto fue sobreseído. Pero tenemos casos en los que cristianos e incluso musulmanes han sido golpeados, matados, o asesinados incluso, apuñalados a muerte.
-Cambiando de tema, hay un amor especial a la Virgen María en cristianos y musulmanes. ¿Cómo es en su diócesis?
Monseñor Coutts: Sí, no sólo en mi diócesis sino en general porque la Virgen María es mencionada en el Corán, el libro santo de los musulmanes, y los musulmanes la consideran la Madre del profeta Jesús, es como la ven, una persona muy santa y pura, pero ellos no darían a María el mismo honor y veneración que los católicos.
-¿Qué hay de su propia devoción a María? ¿Dónde la aprendió? ¿Influyeron sus padres en esta devoción?
Monseñor Coutts: Sí, porque nací y crecí en una familia católica; somos católicos practicantes, y en la gran ciudad de Lahore, donde nací y crecí, la casa estaba justo en frente de la iglesia; y en casa, mi madres siempre insistía en el rosario en familia y como niño estuve en la Legión de María junior.
Así que ya la tenía y crecí en una atmósfera en la que esta devoción a nuestra Bendita Madre era muy fuerte.
-¿Ha sido este un factor que ha influido en su vocación al sacerdocio?
Monseñor Coutts:
Mirando atrás, no sé si me centraría en un aspecto en especial de mi vocación. Lo ampliaría en exceso.
Teníamos trabajando en nuestro país a los padres capuchinos belgas. Todavía quedan algunos de ellos en Pakistán, y me impresionó mucho su dedicación y la manera en que nos trataban. También estudié en un colegio católico en el que nos enseñaban los Hermanos Irlandeses.
Teníamos retiros anuales y, como dije antes, me uní a la Legión de María, por lo que teníamos muchas devociones católicas y, al no vivir lejos de la iglesia, mi madre estaba muy implicada en las actividades de la parroquia.
Así que creo que fue un conjunto de cosas y el entorno en que crecía lo que fomentó en mí esta vocación. No diría que hubiera un punto único.
-¿Es usted el único de sus hermanos y hermanas?
Monseñor Coutts: No, ellos no, y, de hecho mi hermano no se alegró cuando me fui al seminario.
-¿Por qué no?
Monseñor Coutts: Al principio dijo: “¿Qué? Te vas a hacer sacerdote, ¿vas en serio?”, y cosas por el estilo, pero ahora todos ellos lo aprecian mucho e incluso mis amigos. “¡Vas a ser sacerdote!”. Los demás no lo son.
Usted sabe que a esa edad, cuando estás en el colegio, tienes muchos ideales, y yo tenía muchas ganas de ser piloto. Me gustan las cosas técnicas y la ingeniería, o un ingeniero aeronáutico porque al ver todas esas películas (…), pero había una en concreto sobre la “Vida de San Francisco de Asís” y no sé si usted recordará el nombre, estaba un actor de Hollywood llamado Bradford Dillman, creo que solía ver interpretar el papel de un pistolero o parecidos; y cuando le vi en el papel de San Francisco de Asís, pensé que también tenía impacto que hubiera otra clase de héroes también, no sólo querer hacer algo como convertirse en un piloto de caza o algo por el estilo, sino que hay otra clase de heroísmo al que puedes ser llamado y así tuve siempre en mía el deseo de ayudar a los demás.
Crecí, gracias a Dios, en una familia bastante buena; nunca nos faltó nada. Tuve una buena educación. Teníamos todo lo que queríamos y siempre queríamos ayudar a los demás.
Esta entrevista fue realizada por Marie-Pauline Meyer para “Dios llora en la Tierra”, un programa semana radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Más información en www.ain-es.org, www.aischile.cl