MADRID, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Viajar hasta Madrid para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) no es tarea fácil para la mayoría de los jóvenes. En muchos países el coste del desplazamiento es elevado y la economía de los jóvenes no alcanza para costearse el viaje. Sin embargo, la ilusión y el entusiasmo les llevan a desplegar su creatividad para llevar a cabo actividades que les permitan ganarse un dinero para pagar el viaje.
El Departamento de Comunicación de la JMJ ha dado a conocer algunas de estas iniciativas desplegadas por diversos grupos de jóvenes de todo el mundo para financiarse la asistencia a este evento juvenil.
Karen, Paulina y Nataly, de 23, 19 y 17 años, respectivamente, son tres amigas que en menos de un año viajarán hasta Madrid. Nacieron en Medellín, Colombia, donde trabajan y estudian.
“Después de la JMJ de Sydney, vimos un vídeo en el que el Papa anunciaba que la próxima JMJ tendría lugar en Madrid –cuenta Karen–. Nos llenó de emoción y le pedimos al Señor que nos concediera estar”.
Para lograrlo, realizan actividades con el fin de conseguir el dinero necesario para costearse el viaje. “Estamos haciendo diferentes trabajos, como la venta de pasteles, salpicones, y tamales, entre otros”. También preparan desayunos en su parroquia algunos domingos.
Otro ejemplo es el de Deissy, de la ciudad colombiana de Cundinamarca. Relata que junto con su grupo de amigos vende almuerzos en las convivencias que se organizan cada mes y todos juntos han hecho ya la llamada “marcha del huevo”, en la que los jóvenes visitan las casas del barrio “para pedir que nos regalen huevos y después venderlos”.
En Pereira, población colombiana situada en el afamado Eje Cafetero han puesto toda la maquinaria en funcionamiento para que acuda a Madrid el mayor número de jóvenes posible.
Por eso, financiados por una empresa, les han encargado miles de “manillas” o pulseras, que “vendemos en las calles, ferias y centros comerciales”, explica Didier Duque, responsable del grupo de jóvenes de la catedral Nuestra Señora de la Pobreza.
Por otro lado, Ieda, de Brasilia, Brasil, explica que en su parroquia “estamos haciendo de todo”. Lo que más éxito tiene es “la venta de agua mineral en eventos diversos” o “lavar los coches de otros feligreses de la parroquia”, cuenta entusiasmada.
En Arequipa, Perú, los jóvenes también están volcados a la hora de realizar actividades para acudir a Madrid. Jesús, de 20 años, y varios de sus amigos confeccionan llaveros y separadores para Biblias, además de libros adornados con imágenes religiosas. Sin embargo, la idea más novedosa que han tenido es la venta de colgadores para móviles. Algo de lo que otros muchos jóvenes tomarán nota para “fabricarlos” también.
Algunos jóvenes tienen a Madrid presente casi las 24 horas del día. Consultan con asiduidad mapas y atlas en los que situar la sede de la próxima JMJ. Otros lo hacen a través de Internet.
Para alimentar este interés por España y dar a conocer sus tradiciones, un buen número de estos futuros peregrinos se ha puesto manos a la obra y se dedica a la venta de dulces típicos españoles.
Es el caso de María, que desde El Salvador cuenta cómo en Navidad “vendemos roscones de Reyes”, algo “muy típico en España”, explica. “También elaboramos torrijas”, otro dulce tradicional español que se consume en Semana Santa.
La mayoría de estos jóvenes coincide en señalar que el viaje comienza en el momento en el que se ponen en marcha estas tareas. Son sólo algunas ideas, pero hay muchas otras que les abrirán el camino hacia Madrid.
Por eso, la Jornada Mundial de la Juventud, para ellos, ya ha comenzado.