ROMA, domingo, 5 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La decisión de un juez federal a principios de mes de agosto de invalidar la Proposición 8 de California ha dado pie a un mordaz debate sobre el tema de los matrimonios del mismo sexo.
El juez Vaughn R. Walker sentenció que la votación por mayoría a favor de definir el matrimonio como una relación entre personas de sexos opuestos era una violación del derecho constitucional del estado a una protección igualitaria.
Todavía tiene vigencia la prohibición, a causa de una sentencia de un tribunal de tres de jueces del Tribunal de Apelación del Noveno Circuito de Estados Unidos que ordenaba no cambiar la actual situación hasta escuchar los argumentos sobre la apelación, lo que se ha fijado para diciembre. Lo más probable es que el caso llegue hasta el Tribunal Supremo.
No obstante, no está claro si los defensores de la Proposición 8 tienen capacidad legal para apelar. Las autoridades del estado de California se han negado a apelar y el tribunal de apelación tendrá que decidir primero sobre si realmente existe esta capacidad.
La decisión del juez Walker atrajo duras críticas debido a lo que muchos consideran una falta de objetividad. Incluso antes de la invalidación, Austin Ruse apuntaba, en un artículo en la página web Catholic Thing Web, muchos elementos preocupantes sobre cómo se ha llevado adelante el caso.
En su artículo del 16 de julio, Ruse recordaba a los lectores que el Tribunal Supremo había dado pasos para evitar que el juicio se televisara. Walker había querido un «juicio show», sostenía Ruse. De hecho, cuatro testigos expertos del caso de la Proposición 8 se echaron para atrás, temiendo represalias si testificaban. Antes de esto ha habido números casos de acciones hostiles por parte de activistas homosexuales hacia quienes han hecho donaciones para la campaña de la Proposición 8.
Tras la sentencia, la Iglesia criticó la decisión de modo inmediato. «El matrimonio entre un hombre y una mujer es el fundamento de cualquier sociedad», declaraba el 4 de agosto el cardenal Francis George, presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, en una declaración conjunta con el arzobispo Joseph Kurtz, presidente del comité creado para defender el matrimonio.
«El mal uso de la ley para cambiar la naturaleza del matrimonio mina el bien común», afirmaban. «Es trágico que un juez federal rechace la voluntad clara y expresada de la gente de apoyar la institución del matrimonio. Ningún tribunal de derecho civil tiene la autoridad de entrar en áreas de la experiencia humana que la naturaleza misma ha definido», añadían.
Fuera de control
La decisión también recibió la condena de los que están a favor del matrimonio del mismo sexo. «Cuando un juez de California descubre que las parejas del mismo sexo tienen derecho a casarse, da alas a la extendida idea de que los tribunales están fuera de control y que la Constitución quiere decir lo que un juez quiere que diga», afirmaba Steve Chapman el 8 de agosto en el Chicago Tribune.
Chapman se declaraba a favor del matrimonio del mismo sexo e incluso de la poligamia, pero estos cambios deberían venir de las instituciones elegidas y no de los tribunales. «Gracias al juez Walker, el debate ya no será sobre si los gays merecen protección de la ley, un debate que ya estaban ganando», comentaba Chapman. «Es más sobre si se debería confiar en los procesos democráticos para resolver la cuestión», concluía.
John Yoo, profesor de derecho en la Universidad de California, Berkeley, también partidario del matrimonio del mismo sexo, lamentaba la decisión del juez Walker en un artículo publicado el 12 de agosto en el Wall Street Journal. Recordaba como en su discurso sobre el Estado de la Unión del pasado enero Barack Obama atacaba a los jueces del Tribunal Supremo por una sentencia impopular sobre la financiación de campañas. El presidente pedía después al congreso que invalidase la decisión del tribunal, restaurando así el derecho constitucional planteado.
Según el juez Walker, el género ya no forma parte esencial del matrimonio y cualquier oposición contraria es simplemente irracional, observaba Yoo. Pero la Constitución no atribuye a los tribunales federales la misión de corregir todos los problemas de la nación o de implicarse en ingeniería social, argumentaba Yoo.
La introducción de modo prematuro del matrimonio homosexual por medios judiciales sólo garantizará décadas de conflicto, como ocurrió con el aborto cuando el Tribunal Supremo en la sentencia de 1873 de Roe contra Wade, apuntaba.
Juez político
Tim Wildmon, presidente de la American Family Association, acusaba al juez Walker de hacer una declaración política en su sentencia. Escribiendo en las páginas de opinión del Los Angeles Times el 13 de agosto, Wildmon hacía referencia al argumento de que restringir el matrimonio a los heterosexuales es igual que prohibir en el pasado a personas de razas diferentes que se casaran.
En respuesta a esto, Wildmon citaba una declaración sin fecha de Colin L. Powell, que decía: «El color de la piel es una característica benigna y no de comportamiento. La orientación sexual es quizá la característica más profunda del comportamiento humano. La comparación de las dos es un argumento de conveniencia pero inválido».
En cuanto a la afirmación del juez Walker de que la oposición al matrimonio del mismo sexo se basa únicamente en consideraciones religiosas o morales, Wildmon argumentaba que es claramente un caso de un juez que impone sus opiniones meramente personales. Es un caso claro de tiranía judicial, algo contra lo que habían advertido los padres fundadores.
La acusación contra los defensores del matrimonio heterosexual de que les motivan prejuicios religiosos es muy común. Una respuesta útil a esto se halla en el segundo libro de una serie titulada «Why vs Why», en la que puntos de vista opuestos sobre algunos temas se presentan en libros en forma de debate. En el segundo, titulado «Gay Marriage» y publicado en mayo por el editor australiano Pantera Press, Bill Muehlenberg adoptaba la postura en contra del matrimonio homosexual.
Argumentos razonables
Muehlenberg, secretario del Family Council de Victoria, planteaba una serie de razones, ninguna de ellas basada en argumentos religiosos.
1. Niega lo que es el matrimonio. El matrimonio no es sólo una construcción social, sino un universal cultural. El matrimonio es la base para la formación de la familia y no es simplemente una forma de legitimación del sexo. Los biólogos evolucionistas reconocen que el vínculo macho-hembra en parejas duraderas fue el paso crítico de la evolución humana y es algo incorporado a nosotros por la naturaleza.
2. El porcentaje de homosexuales que quieren casarse es muy pequeño y en los lugares en que se ha legalizado han sido relativamente pocos los matrimonios homosexuales. Es legal en Holanda desde el 2001 y sólo el 4% de los homosexuales se casaron durante los cinco años posteriores a su legalización.
3. Aquí hay otra agenda. Una meta fundamental del lobby homosexual es la aceptación completa social y pública. Ser capaz de casarse es como tener el sello de aprobación de los gobiernos y de la sociedad. También cambia la institución de la familia y redefine esencialmente el matrimonio.
4. No todas las relaciones son iguales. Las relaciones homosexuales son mucho más inestables y promiscuas que las heterosexuales. Las investigaciones han encontrado también que entre las parejas casadas homosexuales el índice de divorcio es mucho más alto que en las parejas heterosexuales.
5. Las proclamas de discriminación y negación de derechos son falsas. La gente tiene derecho a los beneficios del matrimonio si cumple sus requisitos. Los miembros de una familia y los menores no pueden casarse, tampoco los homosexuales. Los b
ienes sociales se niegan a toda una serie de personas y así es cómo funciona la vida. Las sociedades discriminan a favor de las uniones heterosexuales por los beneficios sociales que se derivan de ellas. Los homosexuales intentan reescribir las reglas para lograr todos los beneficios, mientras evitan las obligaciones.
6. Los argumentos utilizados para justificar la legalización del matrimonio homosexual, podrían utilizarse para legalizar el incesto la poligamia o cualquier combinación sexual.
7. Esto no es bueno para los niños. En la mayoría de los casos a un niño le irá mejor con una madre y un padre. Los niños necesitan modelos mientras crecen. Se debería dar prioridad a los niños, y no utilizarlos como si fueran balones políticos.
Estos argumentos, ampliamente documentados en el libro, muestran claramente lo verdaderamente equivocada que es la sentencia del juez Walker.
Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado