La ideología de la teoría de género y la “Caritas in Veritate” (II)

Por monseñor Tony Anatrella

Share this Entry

ROMA, martes 14 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Si en la ideología de la teoría de género se dice que cada uno construye e inventa sus normas, ¿qué dice la Caritas in Veritate al respecto? Monseñor Tony Anatrella responde a esta pregunta en esta entrevista sobre la encíclica social de Benedicto XVI Caritas in Veritate y la teoría de género. Un tema sobre el que monseñor Anatrella trató el pasado mes de julio en una conferencia dada a los obispos del continente africano.

Monseñor Tony Anatrella es psicoanalista y especialista en psiquiatría social. Consultor del Consejo Pontificio para la Familia y del Consejo Pontificio para la Salud, es también miembro de la Comisión Internacional de Investigación sobre Medjugorje de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y asesora y enseña en París en el IPC y en el Collège des Bernardins.

Fue invitado a dar una conferencia sobre el tema: «La Caritas in Veritate y la teoría de género» a los obispos africanos reunidos en Accra (Ghana) para la plenaria del SCEAM, celebrada del 26 de julio hasta el 2 de agosto de 2010.

Sobre este tema concedió también esta entrevista a ZENIT, que por su densidad y extensión ofrecemos en cuatro partes (la primera ayer, 13 de septiembre) hasta el próximo jueves.

Si en la ideología de la teoría de género se dice que cada uno construye e inventa sus normas, ¿qué dice la Caritas in Veritate al respecto?

Monseñor Tony Anatrella: Estamos en plena ilusión narcisista de creer que el hombre se crea a sí mismo y es su propia referencia. Es el pecado del espíritu por excelencia, el pecado original aún en acto.

En la Caritas in Veritate, el Santo Padre se interroga, según sus palabras, sobre la ideología tecnocrática que crea sistemas de comprensión del hombre y de organización de la sociedad poco realistas y contrarias tanto a las necesidades humanas como al bien común.

Es por ello que el Papa, en su encíclica, pone en guardia contra «la utopía de una humanidad vuelta a su estado original de la naturaleza», que es una manera de «separar el progreso de su evaluación moral y, por lo tanto, de nuestra responsabilidad «(n. 14). Detrás de esta noción de «una humanidad vuelta a su estado original”, se revela el deseo de deconstruir las relaciones económicas en nombre de la sociedad de mercado, pero también los conceptos de hombre y mujer, pareja, matrimonio, familia y crianza de los hijos. La verdad del hombre se encontraría así en la indiferenciación para ser iguales, en la liberación de todos los modelos y de todas las representaciones, elaborados por el proceso de la civilización, concebidos como superestructuras que frustran los deseos primarios y las exigencias circunstanciales.

En este sentido, el Papa dijo, el hombre ya no se concibe como un don ofrecido a sí mismo con una ontología que le es propia, sino como un ser que se crea y forma a sí mismo. El desarrollo humano, lejos de ser una vocación que viene de una llamada trascendental, y que por tanto tiene un significado, a menudo se presenta a través de la idea de que el hombre debe darse un sentido a sí mismo. Sin embargo, señala Benedicto XVI, «el hombre es incapaz de darse a sí mismo su propio sentido último» (n. 16). Volviendo a la Populorum Progressio, dijo: «el verdadero humanismo se abre al Absoluto, en reconocimiento de una vocación que da la idea de la vida humana». De lo contrario el hombre pensará sólo mirándose a sí mismo, sin otro tipo de relación que su propio narcisismo y vanidad, una visión que caracteriza el espíritu pagano de las sociedades occidentales, impregnadas de nociones egoístas. Los constructores de ilusiones, en palabras de Juan Pablo II (n. 17), «basan siempre sus propias propuestas en la negación de la dimensión trascendente del desarrollo, seguros de tenerlo todo a su disposición. Esta falsa seguridad se convierte en debilidad, porque comporta el sometimiento del hombre, reducido a un medio para el desarrollo, mientras que la humildad de quien acoge una vocación se transforma en verdadera autonomía, porque hace libre a la persona»(n.17). En otras palabras, si el sujeto humano desarrolla una personalidad particular, en el sentido psicológico del término, ya no es su ser el que sirve de base para su desarrollo personal y social. El hombre se hace libre, independiente y vigoroso cuando reconoce el origen de su ser. En esta perspectiva, la fe cristiana es una liberación porque Cristo le revela su verdad en el alfa y la omega. Una “verdad que libera «(Jn 8, 36-38), y esta verdad, las realidades importantes, permiten inscribirse en un desarrollo constante, que es otra cosa distinta que construirnos, dice Benedicto XVI.

Pero esta verdad está lejos de ser aceptada como un don recibido. La verdad es a menudo considerada como un producto humano, cuando es, en el mejor de los casos, el resultado de un descubrimiento o una recepción (n. 34). Es así que «el amor en la verdad pone al hombre en la sorprendente experiencia del don» (n. 34). El hombre cultiva una mala fe para no reconocer este hecho, y se retira hacia la autosuficiencia, hacia una verdad a medida y conveniente. Quiere luchar contra el mal con sus propias fuerzas y en nombre de las leyes democráticas que se fabrica. Trata de ignorar el sentido del pecado y del mal que hieren al hombre, creyendo erradicarlo con leyes civiles que a veces no hacen sino fortalecerlo. El hombre moderno, dice el Papa quiere que coincida el bienestar material y social con la salud, o incluso la felicidad. Al tratar de salvarse a sí mismo, no sólo se pierde sino que se queda aún más en la depresión, por ser incapaz de encontrar la fuente de su ser.

– ¿La ideología de género habría tomado el lugar de otras ideologías difuntas?

Monseñor Tony Anatrella: Hay que tener en cuenta que las organizaciones internacionales, las Naciones Unidas, la Comisión Europea y el Parlamento en Estrasburgo imponen esta nueva ideología en la ignorancia de los ciudadanos. He dado muchas conferencias sobre este tema en Francia y en el extranjero, y el público se queda a menudo sorprendido al constatar que estas ideas se han filtrado insidiosamente en las leyes civiles, en los medios de comunicación, en las series de televisión, en la escuela secundaria y en la Universidad. Los medios de comunicación franceses valoraron, de forma demagógica y sin sentido crítico, la creación de una Cátedra sobre Género, en Ciencias Políticas en París en la primavera de 2010, cuando esta ideología inerva la educación y las representaciones sociales en años. Como siempre la ideología de moda de una época no puede soportar la crítica, como en los años 1950-1960, estaba de moda en los círculos llamados intelectuales, no criticar el marxismo, sino más bien honrarlo en todas las disciplinas. La mayoría de los estudios universitarios fueron impregnados de él.

La ideología del género ahora pasa a través de leyes que tienen por objeto crear la realidad social. Este es el caballo de Troya y es demasiado tarde cuando se descubre. Los africanos quieren ser vigilantes sobre el tema, y su clarividencia me ha impresionado durante mi estancia en África. Ellos nos pueden dar lecciones de realidad y de pensamiento.

Occidente debería ser más humilde y modesto en relación con los africanos, de lo contrario corremos el riesgo de socavar nuestra credibilidad y de verles volverse a la colaboración con otros países y otros horizontes culturales. Las democracias, dado que todavía están en esta lógica de que estamos en la era de los grupos de presión y de los informes compuestos ideológicamente de antemano, en muchos organismos internacionales y europeos, crean a menudo leyes (t
ecnocráticas) en nombre de simples ajustes técnicos, como el ministro de Justicia había dicho en Francia durante el voto de los PACS (1999), de modo que abrazan por principio una concepción de la vida y alteran el sentido de la realidad. Este es el sentido de lo que ha pasado con la institución del matrimonio. El marxismo quería inventar un nuevo hombre, el nazismo, un hombre puro, y la teoría de género, un hombre liberado de la diferencia sexual: los hombres y las mujeres son intercambiables en el nombre del falso valor de la paridad, y las orientaciones sexuales podrían ser origen de la pareja y de la familia. ¿Cómo no ver que el nihilismo y el revisionismo de las realidades más importantes están manos a la obra?

[Entrevista realizada por Anita S Bourdin, traducida del francés por Inma Álvarez]

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }