OTTAWA, martes 14 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- En vísperas de la visita de Benedicto XVI, Deborah Gyapong, quien forma parte de la Comunión Anglicana Tradicional (TAC, por sus siglas en inglés), realidad que ha pedido la comunión plena con la Iglesia católica, analiza en esta larga entrevista concedida a ZENIT el impacto que tendrá la visita papal al Reino Unido, que comienza este jueves.
Periodista y escritora, Deborah Gyapong cubre cuestiones de política y religión desde Canadá para diferentes medios de comunicación. En el año 2005, su libro «The Defilers» ganó el premio a la Mejor Novela Cristiana en Canadá.
–¿Cómo ve la visita de Benedicto XVI al Reino Unido? ¿Qué impacto puede tener para el diálogo con las Iglesias anglicanas?
–Deborah Gyapong: Cuando se anunció la publicación de la constitución apostólica «Anglicanorum Coetibus«, en octubre de 2009, algunos la tacharon de «caza furtiva» o compararon esta decisión del Papa con un despliegue de tanques en el jardín arzobispo de Canterbury. Pero, como han insistido el Papa y otros en la Curia Romana, con esta propuesta no hacía más que responder a las repetidas peticiones, no sólo por nuestra parte, sino por parte de otros grupos anglicanos, como Forward in Faith, y otros, incluyendo a muchas personas invididuales. «Anglicanorum Coetibus» no hace referencia a la TAC, sino a grupos de anglicanos y a los futuros ordinariatos personales para anglicanos que podrían ser una manera para reunir a aquellos anglicanos que experimentan la necesidad del ministerio de Pedro y que esperan conservar una belleza litúrgica anglicana y otros aspectos de nuestro patrimonio. Pero la constitución apostólica no buscaba dar un paso atrás en las relaciones ecuménicas con la Iglesia Anglicana de Canterbury, que representa a millones de personas en el mundo. La Iglesia católica y la Iglesia anglicana siguen compartiendo muchos proyectos, especialmente en su esfuerzo por ayudar a los pobres. Esto continuará, así como las buenas relaciones que se han edificado con el pasar de los años.
–Muchos medios de comunicación británicos han criticado la visita del Papa y anuncian manifestaciones. Usted, ¿está preocupada?
–Deborah Gyapong: No estoy preocupada ni muchos menos por las críticas de los medios británicos a la visita del Papa. Creo que la mala prensa de algunos medios de comunicación es un signo de que la visita del Santo Padre será una poderosa obra de Dios. He podido ver este mismo esquema en el pasado. Antes de la Jornada Mundial de la Juventud de 2002, en Toronto, se dio un constante repique negativo de tambor entre los medios: «los jóvenes no vendrán»…, «el Papa es viejo y ha perdido gancho»…, se arrojaba todo lo que se podía contra Juan Pablo II y la Iglesia. Pero cuando Juan Pablo II pisó el suelo canadiense, los medios de comunicación quedaron sorprendidos por el impacto de este frágil anciano, así como de los cientos de miles de jóvenes que vinieron desde muy lejos para escucharle. Algunos exponentes de los medios de comunicación confesaron que quedaron profundamente conmovidos por la presencia de ese hombre santo. La cobertura de la Jornada Mundial de la Juventud fue bella, respetuosa y ofreció una increíble oportunidad de nueva evangelización a través de los medios de comunicación no religiosos. Lo mismo sucedió antes de la Jornada Mundial de Colonia, la primera de Benedicto XVI, pues todos anunciaban que sería un fracaso, según ellos no tenía entre los jóvenes el carisma de Juan Pablo II. Pues bien, no fue un fracaso, sino todo lo contrario. Fue un gran éxito. Lo mismo puede decirse de Sydney. Antes de que el Papa visitara Estados Unidos, buena parte de la cobertura era muy negativa, sacando a relucir las heridas de los abusos sexuales de los sacerdotes y centrándose en problemas. Acabó siendo una visita increíble, con gente que viajó en coche desde Florida y otras ciudades del país sólo para verle pasar en el papamóvil por la Quinta Avenida o en otros lugares. Creo que también en Gran Bretaña se dará mucha curiosidad y voluntad de rendir homenaje a este hombre grande y santo, el Papa Benedicto XVI, teólogo respetado por cristianos de todas las confesiones.
–¿Cómo cree que será el encuentro del Papa con el arzobispo Rowan Williams, primado de Comunión Anglicana?
–Deborah Gyapong: Estoy segura de que saldrá muy bien. El arzobispo de Canterbury es un teólogo respetado y, por lo que sé, un hombre de oración. Ha sido un período muy difícil para la Comunión Anglicana, pues algunos de sus responsables han asumido una dirección más liberal y otros se han hecho más evangélico-protestantes, mientras que otros permanecen en su orientación anglo-católica. Han tenido encuentros cordiales en el pasado y confío en que éste también lo será.
–Desde hace años, ustedes han pedido al Papa ser acogidos por Roma en plena comunión. ¿Por qué? ¿Cuánto tiempo hace falta? ¿Qué respuestas han recibido?
–Deborah Gyapong: Cuando fue fundada la Comunión Anglicana Tradicional (TAC), a inicios de los noventa, reagrupando a varias iglesias que querían «continuar siendo anglicanas» en el mundo, hizo de la unidad de los cristianos parte de su misión. El concepto «continuar» siendo anglicanos hace referencia a aquellos anglicanos que sentían que no podían permanecer en la Comunión Anglicana de Canterbury después de varios sínodos anglicanos que comenzaron a aprobar la ordenación de las mujeres en los años setenta. Su concepción era que, en una religión revelada, tú no puedes cambiar un sacramento de origen divino, como las órdenes sagradas, con un acto democrático, y no puedes dejar que las últimas modas de las ciencias sociales acaben con la Escritura y la Tradición. Ahora bien, «continuar» siendo anglicanos, sin el ministerio del Papa, sería convertirse en una «sopa de letras», un acrónimo de iglesias divididas por conflictos personales, o que no están de acuerdo en lo que significa ser anglicano. La TAC es el único grupo de los que quieren seguir siendo anglicanos que ha visto cómo el ministerio del Papa, el ministerio de Pedro, es esencial no sólo como signo de unidad de los cristianos, sino también como una autoridad jurídica necesaria para asegurar que la fe, tal y como fue recibida de los testigos de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pueda transmitirse de manera intacta de generación en generación. Algunos de los obispos de la TAC han añorado la unidad de los cristianos desde que eran anglicanos en la Comunión de Canterbury. El obispo Robert Mercer, ahora retirado y residente en el Reino Unido, participó en la Comisión Internacional Anglicano-Católica (ARCIC, por sus siglas en inglés) en los años ochenta, cuando era obispo de Matabeleland, en Zimbabue. Pero el deseo de unidad se remonta a fechas anteriores todavía. En los años sesenta, se extendió una gran esperanza, en tiempos del Papa Pablo VI y del arzobispo de Canterbury Michael Ramsay, de poder resanar la escisión de manera que las «iglesias hermanas» pudieran quedar «unidas, no absorbidas». Pero esta esperanza de Mercer se hizo añicos cuando la Iglesia anglicana comenzó a separarse de lo que había compartido con la Iglesia católica y la Ortodoxia. Abandonó la Iglesia anglicana y se convirtió en obispo de la Iglesia Católico Anglicana de Canadá, que forma parte de la TAC. Oficialmente las primeras conversaciones sobre la unidad de la TAC con la Iglesia católica tuvieron lugar a inicios de los años noventa. El entonces arzobispo primado Louis Falk participó en ellas, con la presencia e
l actual primado, el arzobispo John Hepworth de Australia, y un sacerdote anglicano, que fungía como consejero o experto. La respuesta, en resumidas cuentas, fue ésta: ustedes tienen que crecer, no ordenen a demasiados obispos, y cultiven las buenas relaciones con los obispos católicos locales. Estos encuentros informales buscaban fundamentalmente consejo sobre cómo era la mejor manera de proceder. La TAC continuó creciendo y haciendo lo que se le pidió, y a continuación buscó consejo sobre cómo presentar una petición formal [para entrar en comunión con Roma, ndt.]. El arzobispo Hepworth participó en los diferentes sínodos de la TAC celebrados en el mundo para asegurarse de que contaba con el apoyo de los obispos, del clero y de los laicos para presentar su petición formal. Se envió una carta al Papa pidiendo su consejo. El Santo Padre respondió afirmando que se debería presentar una petición formal a la Congregación para la Doctrina de la Fe. En octubre de 2007, el colegio de los obispos de la TAC tuvo un encuentro en Portsmouth, Inglaterra, y redactó la petición formal para entrar en comunión con la Sede de Pedro.
–¿Creen ustedes en lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica? ¿Qué es para ustedes la Eucaristía?
–Deborah Gyapong: Nuestros obispos firmaron el Catecismo de la Iglesia Católica en el altar, el 5 de octubre de 2007 en la Iglesia de Santa Ágata en Portsmouth, Inglaterra, para decir que «aceptamos que la expresión y aplicación más completa y auténtica de la fe católica en este momento se encuentra en el Catecismo de la Iglesia Católica y en su Compendio, que hemos firmado juntos con esta carta como testimonio de la fe que queremos enseñar y conservar».
Soy periodista, no teóloga, y no puedo decir que comprendo todo el alcance de lo que aparece en el Catecismo de la Iglesia Católica. Pero he podido ver que no puedo seguir siendo un pequeño papa en mi propia mente, optando y decidiendo por mí misma las doctrinas que creo y las que descartaré. Buena parte de mi formación fue evangélica protestante, y poco a poco he podido ver que antes de comprender lo que debía creer es mejor seguir el consejo de san Anselmo de Canterbury y decir: «Creo para poder comprender». De este modo, decidí abrazar la autoridad del Magisterio de la Iglesia Católica en lo que creo. Una fe apostólica es crucial para encontrar nuestra libertad en Cristo y la libertad para vivir como se debe. No soy teóloga, y no puedo explicar el misterio de la Eucaristía, pero yo creo que Jesús está totalmente presente, en su cuerpo, mente, alma y divinidad en el Santísimo Sacramento, y que nos alimenta y nos limpia y nos envía unidos a Él para ser sus manos, sus pies, su voz para proclamar su amor y la Buena Nueva de las salvación a un mundo roto.
–¿Cómo es la reacción de otras comunidades anglicanas a la constitución apostólica «Anglicanorum Coetibus» que les permite entrar en plena comunión con el Papa?
–Deborah Gyapong: Creo que en un primer momento los números de los anglicanos que se unen a los ordinariatos [para anglicanos en plena comunión con el Papa, ndr.] parecerán más bien pequeños. La TAC, comparada con la Comunión Anglicana, es pequeña. Mucha gente de Forward in Faith, que es bastante grande, en el Reino Unido, pero pequeña en los Estados Unidos, Australia y otros países, tendrá que dejar sueldos seguros, derechos musicales, hermosas casas y a sus laicos de quienes se sienten pastores si deciden dejar la Comunión Anglicana. Se da un enorme punto de interrogación y un echarse a la mar. Muchos anglicanos se encuentran en un proceso de discernimiento difícil en estos momentos. Algunos adoptan la actitud de «esperar y ver» para comprender si realmente serán capaces de mantener su identidad anglicana al convertirse en miembros a pleno título de la Iglesia católica. Pero creo que los primeros ordinariatos serán como granos de mostaza que crecerán, haciéndose cada vez más atractivos no sólo para los anglicanos sino para todos los cristianos que saben que una bella liturgia rezada con sentido ayuda a toda la comunidad a profundizar en el misterio del sacrificio único y para siempre de Jesucristo. Los ordinariatos serán parte de la renovación litúrgica que el Santo Padre desea y al mismo tiempo la belleza litúrgica se unirá a una fe católica abrazada con todo el corazón, a la enseñanza del catecismo por parte de obispos y sacerdotes que creen en lo que dice, sin cruzar los dedos a sus espaldas, o reduciendo la Palabra sobrenatural de Dios a una metáfora.
Por Serena Sartini