LONDRES, viernes 17 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- “ Espero que, entre quienes me escucháis hoy, esté alguno de los futuros santos del siglo XXI”, dijo el Papa Benedicto XVI hoy a cerca de 4.000 estudiantes católicos británicos.
“Cuando os invito a ser santos, os pido que no os conforméis con ser de segunda fila”, afirmó, sino aspirar a un “horizonte mayor”. “No os contentéis con ser mediocres”, les exhortó.
Acompañado por el obispo de Nottingham y presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza, monseñor Malcolm P. McMahon, el Papa presidió, en el campo deportivo del St Mary’s University College la Fundación John Paul II para el Deporte, ante miles de estudiantes y en conexión on line con todas las escuelas católicas británicas.
“No es frecuente que un Papa u otra persona tenga la posibilidad de hablar a la vez a los alumnos de todas las escuelas católicas de Inglaterra, Gales y Escocia”, comenzó su discurso el Papa. “Y como tengo esta oportunidad, hay algo que deseo enormemente deciros. Espero que, entre quienes me escucháis hoy, esté alguno de los futuros santos del siglo XXI”.
“Lo que Dios desea más de cada uno de vosotros es que seáis santos. Él os ama mucho más de lo jamás podríais imaginar y quiere lo mejor para vosotros. Y, sin duda, lo mejor para vosotros es que crezcáis en santidad”, añadió.
“Quizás alguno de vosotros nunca antes pensó esto”, admitió, invitándoles a preguntarse “qué tipo de persona” les gustaría ser de verdad.
“Tener dinero posibilita ser generoso y hacer el bien en el mundo, pero, por sí mismo, no es suficiente para haceros felices. Estar altamente cualificado en determinada actividad o profesión es bueno, pero esto no os llenará de satisfacción a menos que aspiremos a algo más grande aún. Llegar a la fama, no nos hace felices”.
“La felicidad es algo que todos quieren, pero una de las mayores tragedias de este mundo es que muchísima gente jamás la encuentra, porque la busca en los lugares equivocados”, afirmó Benedicto XVI.
Por ello, recordó, “la verdadera felicidad se encuentra en Dios. Necesitamos tener el valor de poner nuestras esperanzas más profundas solamente en Dios, no en el dinero, la carrera, el éxito mundano o en nuestras relaciones personales, sino en Dios. Sólo él puede satisfacer las necesidades más profundas de nuestro corazón”.
El Papa quiso invitar a los jóvenes a “ser amigos de Dios”. “Cuando comenzáis a ser amigos de Dios, todo en la vida empieza a cambiar. A medida que lo vais conociendo mejor, percibís el deseo de reflejar algo de su infinita bondad en vuestra propia vida”.
“Cuando todo esto comience a sucederos, estáis en camino hacia la santidad”, afirmó el Papa.
En este sentido, les invitó a ser “no sólo buenos estudiantes, sino buenos ciudadanos, buenas personas”.
“Recordad siempre que cuando estudiáis una materia, es parte de un horizonte mayor”, añadió.
“No os contentéis con ser mediocres. El mundo necesita buenos científicos, pero una perspectiva científica se vuelve peligrosa si ignora la dimensión religiosa y ética de la vida, de la misma manera que la religión se convierte en limitada si rechaza la legítima contribución de la ciencia en nuestra comprensión del mundo”.
“Necesitamos buenos historiadores, filósofos y economistas, pero si su aportación a la vida humana, dentro de su ámbito particular, se enfoca de manera demasiado reducida, pueden llevarnos por mal camino”, explicó el Papa.
También se dirigió a los alumnos no católicos que estudian en estas escuelas, exhortándoles a “sentirse movidos a la práctica de la virtud” y crecer “en el conocimiento y en la amistad con Dios junto a vuestros compañeros católicos”.
“Sois para ellos un signo que les recuerda ese horizonte mayor, que está fuera de la escuela, y de hecho, es bueno que el respeto y la amistad entre miembros de diversas tradiciones religiosas forme parte de las virtudes que se aprenden en una escuela católica”, concluyó.