PISA, martes 21 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La búsqueda de Dios puede ayudar a algunos enfermos a curarse, afirma un equipo de investigación italiano, según un reportaje de Hubert Heidsieck publicado en el boletín de la embajada de Francia en Italia.
El estudio ha sido realizado por el Instituto de Fisiología Clínica del Consejo Nacional de Investigación (CNR) de Pisa (Italia) en colaboración con el Departamento de Trasplantes hepáticos del Hospital Universitario de Pisa (IFC-CNR).
“Entre los enfermos graves, la religión puede ser un factor importante para ayudar a recuperar la salud”, señala el estudio, publicado en la revista científica americana Liver transplantation.
Para realizar el estudio, se distribuyó un cuestionario de 10 puntos a un grupo de 179 candidatos a un trasplante de hígado, voluntarios, entre los años 2004 y 2007.
A todos los futuros trasplantados se les realizó un examen psicológico rutinario, para ayudarles a afrontar este momento especialmente difícil y a identificar posibles contraindicaciones.
“Los pacientes que testimonian una vinculación a una religión (independientemente de su creencia o de su ritmo de práctica religiosa) ya son generalmente considerados personas más estables en esta etapa”, indica el informe.
El psicólogo del IFC-CNR Franco Bonaguidi explica: “Utilizamos, para el análisis estadístico, un modelo de Cox, que nos permite aislar este factor de los demás (edad, sexo, nivel de educación y ocupación del paciente”.
“Hemos establecido que había un factor destacable de 3,01 entre los pacientes creyentes y los no creyentes, que tenían en torno a tres veces más posibilidades de riesgo de morir en los cuatro primeros años”, continuó.
Durante los cuatro años de seguimiento, 18 pacientes del grupo de 179 fallecieron. El 93,4% de los pacientes que buscaban a Dios activamente estaba vivo, pero sólo el 79,5% de los demás lo estaba.
Para Bonaguidi, la búsqueda de Dios no se limita a una confesión religiosa concreta. Él explica también estos resultados por un aspecto psicológico del creyente, que le lleva a concebir la enfermedad grave como un momento de reelaboración de su existencia, de sus valores y de su componente espiritual.