Beatificada una joven deportista, fallecida a los 19 años

Primer miembro de los Focolares a los altares

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ROMA, domingo 26 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Al menos 25 mil personas personas se unieron este sábado en el santuario del Divino Amor, en Roma, a la beatificación de Chiara Luce Badano, joven italiana fallecida a los 19 años (1971-1990), tras una larga enfermedad. en la que dio prueba de autenticidad cristiana.

Como en el santuario sólo cabían unos cinco mil peregrinos, el resto de los presentes siguió la celebración, presidida en nombre de Benedicto XVI por el arzobispo Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, desde la explanada contigua.

Muchos de los presentes de 71 países formaban parte del Movimiento de los Focolares, cuyo carisma fue vivido por la muchacha.

Monseñor Amato definió en la homilía a la nueva beata como «una muchacha de corazón cristalino», «moderna, deportista, positiva, que en un mundo rico de bienestar, pero con frecuencia enfermo de tristeza e infelicidad, nos transmite un mensaje de optimismo y transparencia».

A continuación, recorrió episodios sencillos y cotidianos de la vida de Chiara Luce, en la localidad italiana de Sassello, donde vivía, pero desbordantes de sorprendente radicalidad evangélica: desde cuando daba la merienda a los pobres, hasta cuando acogió a una señora marginada, o cuando daba testimonio en un café con los amigos pues «lo que cuenta no es tanto hablar de Dios. Le tengo que anunciar con mi vida».

Su vida se hizo aún más luminosa después de que los médicos diagnosticaron a esta apasionada de tenis un cáncer en los huesos (osteosarcoma), inicio de una enfermedad que le llevaría a la muerte.

Cuando tuvieron que amputarle las piernas, la muchacha dijo: «Ya no tengo piernas, pero el Señor me ha dado alas».

«Muchacha, aparentemente frágil, era en realidad una mujer fuerte», añadió monseñor Amato. Encontró esta fuerza en la espiritualidad del Movimiento de los Focolares, fundado por Chiara Lubich, con quien la joven mantuvo una intensa relación epistolar, y de quien recibió el nombre de Chiara Luce.

«Es un momento histórico, una confirmación, por parte de la Iglesia, de que la espiritualidad de la unidad lleva a la santidad», afirmó Maria Voce, actual presidenta de los Focolares, al constatar que se trata de la primera persona que sigue este carisma eclesial.

«Es un nuevo compromiso –añadió–. Chiara Luce nos invita a correr por el camino de la santidad».

Monseñor Pier Giorgio Micchiardi, obispo de Acqui, diócesis italiana en la que vivió Chiara Badano, agradeció la beatificación en la celebración y deseó que la muchacha «ayude a los jóvenes y a los no tan jóvenes a buscar decididamente la amistad plena con Jesús».

En la celebración participaron catorce obispos de varios países y representantes de varios movimientos, como la Acción Católica, San Egidio, la Renovación Carismática, Schoenstatt y asociaciones de Scouts. Al final de la celebración, la madre de Chiara, Maria Teresa, reconoció que «ha sido una emoción sumamente profunda, nuestro reconocimiento a Dios por habernos dado una hija es infinito».

A través de los periodistas presentes dejó este mensaje a los padres que descubren la enfermedad de sus hijos: «Son momentos de gran dolor, pero el consuelo sólo puede venir de Dios. Nos ha apoyado la fuerza de la unidad, una fuerza que no procede sólo de la unidad entre nosotros, sino de la potencia de la unidad que han desencadenado todas las personas del Movimiento».

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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