China: ¿Es necesaria la Asamblea Nacional de representantes católicos?

Lo plantea un investigador de la Academia China de las Ciencias Sociales

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PEKÍN, martes 28 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El último informe anual sobre religiones en China publicado por la Academia China de las Ciencias Sociales cuestiona la necesidad de mantener la Asamblea Nacional de representantes católicos y apela a una aclaración de las funciones de la conferencia episcopal y de la Asociación patriótica.

El estudio, publicado el pasado 11 de agosto en Pekín, está realizado por Wang Meixiu, el único investigador de la Academia China de las Ciencias Sociales dedicado al estudio del catolicismo contemporáneo en China, informó Eglises d’Asia, la Agencia de Noticias de Misiones Extranjeras de París.

El investigador recuerda que la Asamblea Nacional de representantes católicos, que las autoridades chinas convocan cada cinco años, se supone que es la mayor autoridad de la Iglesia en la medida en que sus miembros eligen a los dirigentes, tanto de la conferencia episcopal como de la Asociación patriótica.

Sin embargo, constata que la celebración de la octava asamblea, que debía haber tenido lugar en 2009, se ha pospuesto varias veces, a pesar de los cargos vacantes, desde el fallecimiento, en 2005 y en 2007, de los presidentes de la conferencia episcopal y de la Asociación patriótica.

“Cuanto más se aplaza la elección de los futuros dirigentes, más importancia toma la [octava] asamblea”, indica Wang Meixiu.

Además, añade, hay que esperar a la clausura de la Exposición universal de Shangai, en octubre de 2010, para que pueda convocarse la asamblea, en la que participan obispos, religiosos y laicos.

Las autoridades han dedicado importantes recursos a la Exposición y no desean que, en cuestión de imagen, su desarrollo se vea empañado por la celebración de una “asamblea católica posiblemente sujeta a críticas”, explica.

Puede pensarse que Wang Meixiu se refiere a dos tipos de críticas. En China, las autoridades encuentran dificultades crecientes para que los obispos “oficiales” y reconocidos por Roma avalen sin quejarse las medidas que ellas toman.

Por otra parte, parece probable que la elección de monseñor Joseph Ma Yinglin, obispo “oficial” de Kunming no reconocido por el Papa, como cabeza de la conferencia episcopal o de la Asociación patriótica, suscite oposiciones en el seno del episcopado.

Las autoridades chinas saben también que la elección de un obispo no reconocido por Roma a la cabeza de una instancia “oficial” -la conferencia episcopal- no sería bien acogida por la Santa Sede.

Para contrarrestar estas oposiciones, las autoridades multiplican las presiones y las reuniones, como la “sesión de estudio” que cincuenta responsables de la parte “oficial” de la Iglesia celebraron el pasado mes de julio en Pekín.

En su Carta a los católicos chinos de 2007, el Papa Benedicto XVI indicó claramente que no era posible que agencias estatales se colocaran por encima de los obispos y dictaran cuál debía ser la conducta de sus Iglesias locales.

Además, en la declaración conclusiva de la tercera reunión de la Comisión del Vaticano para la Iglesia en China, celebrada en Roma del 22 al 24 del pasado mes de marzo, la Santa Sede pidió a los obispos de China compromiso por la unidad eclesial.

Entre otras cosas, les pedía que evitaran “realizar gestos (como, por ejemplo, celebraciones sacramentales, ordenaciones episcopales, participaciones en reuniones) que contradigan la comunión con el Papa, que les ha nombrado Pastores, y que creen dificultades, a veces angustiosas, dentro de las respectivas comunidades eclesiales”.

Esto incluye, entre otras cosas, la participación en la Asamblea Nacional de representantes católicos.

División de funciones

Por otra parte, el informe de Wang Meixiu aboga por una división más clara de las funciones que reserve a la conferencia de los obispos la tarea de conducir la Iglesia, y a la Asociación patriótica la de servir de vínculo, de “puente”, entre la Iglesia y el Estado.

Una organización así permitiría un desarrollo más sano de la Iglesia, al mismo tiempo que mejoraría su imagen, afirma.

Además, una diferenciación clara de las funciones entre los dos organismos permitiría una mejor aplicación de la política religiosa del Estado, señala.

El investigador, miembro del Instituto de estudios de las religiones de la Academia China de las Ciencias Sociales, destaca que durante la última década, la Iglesia católica en China ha multiplicado sus contactos con la Iglesia universal.

También constata que la conferencia episcopal, que reúne a los obispos “oficiales” -en los que la cualidad episcopal es reconocida tanto por Roma como por Pekín- y la Asociación patriótica de católicos chinos, a pesar de ser entidades distintas, dotadas cada una de su propia constitución, han actuado de una forma cada vez más estrecha en los últimos años, excepto para algunas situaciones concretas.

De esta manera, en su opinión, “se ha debilitado la función, la eficacia y la influencia de cada uno de estos dos organismos”.

El informe de Wang Meixiu, que no se ha publicado en internet, ofrece información detallada de las cinco religiones oficialmente reconocidas por el régimen chino.

Es el tercer informe de este tipo que se realiza en China. Tras dos ediciones anteriores, la de este año pone el acento especialmente en el estudio del protestantismo, con un análisis de un amplio estudio sobre el terreno -el primero de este tipo- realizado con 200.000 creyentes.

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ZENIT Staff

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