CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- La teología es una cuestión de amor a Dios, explicó este viernes Benedicto XVI a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, una esperada audiencia con antiguos conocidos, pues el cardenal Joseph Ratzinger fue el presidente de esta institución dependiente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
En el encuentro, que tuvo lugar con motivo de la sesión plenaria, celebrada en el Vaticano, el pontífice afrontó un argumento al que ha consagrado su vida como investigador, profesor y después como pastor: la teología y su metodología.
Para el Papa que ha dedicado su vida a la teología el teólogo es ante todo un enamorado de Dios.
«Quien ha descubierto en Cristo el amor de Dios, infundido por el Espíritu Santo en nuestros corazones, desea conocer mejor a Aquel de quien es amado y a quien ama. Conocimiento y amor se sostienen mutuamente», aseguró.
Es más, subrayó, «quien ama a Dios es impulsado a convertirse, en cierto sentido, en un teólogo, uno que habla con Dios, que piensa sobre Dios y que intenta pensar con Dios».
Al mismo tiempo, siguió diciendo, «el trabajo profesional de teólogo es para algunos una vocación de gran responsabilidad ante Cristo, ante la Iglesia. Poder estudiar profesionalmente a Dios mismo y poder hablar de eso, enseñar lo que se ha contemplado, como decía santo Tomás de Aquino, «es un gran privilegio».
Por eso, aseguró, la reflexión teológica «sobre la visión cristiana de Dios podrá ser una contribución preciosa tanto para la vida de los fieles como para nuestro diálogo con los creyentes de otras religiones y también con los no creyentes».
Ya la misma palabra lo explica, aseguró el Papa analizando la etimología de «teo-logía».
«En la teología intentamos, a través del logos, comunicar lo que ‘hemos visto y oído’. Pero sabemos bien que la palabra ‘logos’ tiene un significado mucho más grande, que comprende también el sentido de ‘ratio’, ‘razón'».
«Podemos pensar en Dios y comunicar lo que hemos pensado porque Él nos ha dotado de una razón en armonía con su naturaleza», añadió.
«No es por casualidad que el evangelio de Juan comience con la afirmación ‘En principio estaba elLogos… y el Logos era Dios’ (Jn 1,1)», aclaró. «Acoger este Logos – este pensamiento divino – es al final también una contribución a la paz en el mundo. De hecho, conocer a Dios en su verdadera naturaleza es también el modo más seguro para asegurar la paz. Un Dios que no fuese percibido como fuente de perdón, de justicia y de amor, no podría ser luz sobre el sendero de la paz», concluyó.
Cuestiones doctrinales de mayor importancia
La Comisión, cuya función consiste en ayudar a la Santa Sede y especialmente a la Congregación para la Doctrina de la Fe a examinar cuestiones doctrinales de mayor importancia, surgió cuando Pablo VI acogió la propuesta de la primera asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, el 11 de abril de 1969.
La asamblea, celebrada del 29 de noviembre al 3 de diciembre en el Vaticano, ha sido presidida por el cardenal William Joseph Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y moderada por el padre Charles Morerod, O.P., secretario de la Comisión.
Los resultados de los estudios de la Comisión son presentados al Santo Padre y entregados para su oportuna utilización a la Congregación para la Doctrina de la Fe. En general, suelen ser publicados posteriormente para conocimiento de la opinión pública.
La Comisión se compone de teólogos de diversas escuelas y naciones, eminentes por ciencia y fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Los miembros –en número no superior a 30– son nombrados por el Papa por cinco años a propuesta del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y tras consulta con las conferencias episcopales.