CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el comunicado de la Oficina de Información de la Santa Sede sobre la Octava Asamblea de Representantes Católicos Chinos, publicado este viernes.
***
1. Con profundo dolor, la Santa Sede lamenta el hecho de que del 7 al 9 de diciembre de 2010 se celebrara en Pekín la Octava Asamblea de Representantes Católicos Chinos. Ésta fue impuesta a numerosos Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. La manera como se convocó y se desarrolló manifiesta una actitud represiva respecto al ejercicio de la libertad religiosa, que se esperaba ya superada en la China de hoy en día. El persistente deseo de controlar la esfera más íntima de las vidas de los ciudadanos, la de su conciencia, y de interferir en la vida interna de la Iglesia católica no hace honor a China. Al contrario, parece ser un signo de miedo y debilidad, más que de fuerza, de intolerancia intransigente y no de apertura a la libertad y al respeto efectivo tanto a la dignidad humana como a una distinción correcta entre las esferas civil y religiosa.
2. En varias ocasiones, la Santa Sede había hecho saber, en primer lugar a los obispos, pero también a todos los fieles, y públicamente, que no debían participar en el evento. Cada uno de los que estuvieron presentes sabe hasta qué punto es responsable ante Dios y la Iglesia. Los obispos, en particular, y los sacerdotes también tendrán que hacer frente a las expectativas de sus respectivas comunidades, que miran a su propio pastor y tienen derecho a recibir de él una guía segura en la fe y en la vida moral.
3. Se sabe, además, que muchos obispos y sacerdotes fueron obligados a participar en la Asamblea. La Santa Sede condena esta grave violación de sus derechos humanos, en particular de su libertad religiosa y de conciencia. Por otra parte, la Santa Sede expresa su más profunda estima por aquellos que, de distintas maneras, han dado testimonio de su fe con valentía e invita a los demás a orar, hacer penitencia y, a través de sus obras, a reafirmar su voluntad de seguir a Cristo con amor, en plena comunión con la Iglesia universal.
4. Dirigiéndose a aquellos cuyos corazones están llenos de consternación y de profundo sufrimiento, a aquellos que se preguntan cómo es posible que su propio obispo o sus propios sacerdotes hayan participado en la Asamblea, la Santa Sede les pide que se mantengan firmes y pacientes en la fe; les invita a tener en cuenta las presiones experimentadas por muchos de sus pastores y a rezar por ellos, les exhorta a proseguir con valentía sosteniéndoles frente a las imposiciones injustas que encuentran en el ejercicio de su ministerio.
5. Durante la Asamblea, se han designado, entre otras cosas, a los líderes de la llamada Conferencia Episcopal y de la Asociación Patriótica Católica de China. En cuanto a estas dos entidades, y sobre la propia Asamblea, siguen siendo válidas las palabras escritas por el Santo Padre Benedicto XVI en su Carta de 2007 a la Iglesia en China (Cf. n. 7 y 8).
En concreto, el actual Colegio de los Obispos Católicos de China no puede ser reconocido como Conferencia Episcopal por la Sede Apostólica: los obispos “clandestinos”, aquellos no reconocidos por el Gobierno pero en comunión con el Papa, no forman parte de él; incluye a los obispos que siguen siendo ilegítimos, y se rige por estatutos que contienen elementos incompatibles con la doctrina católica. Es profundamente lamentable que un obispo ilegítimo haya sido designado presidente del mismo.
Por otra parte, en relación con el declarado propósito de aplicar los principios de independencia y autonomía, autogestión y administración democrática de la Iglesia, debería recordarse que esto es incompatible con la doctrina católica, que desde los antiguos Credos profesa que la Iglesia es «una, santa, católica y apostólica». Por tanto, es lamentable también que un obispo legítimo haya sido nombrado presidente de la Asociación Patriótica Católica China.
6. Éste no es el camino que la Iglesia debe seguir en el contexto de una nación grande y noble, que atrae la atención de la opinión pública mundial por sus logros significativos en tantos ámbitos, pero que todavía encuentra difícil poner en práctica las exigencias de la libertad religiosa genuina, a pesar de que profesa en su Constitución su respeto a esa libertad. Es más, la Asamblea ha hecho más difícil el camino de la reconciliación entre los católicos de las “comunidades clandestinas” y los de las “comunidades oficiales”, con lo que inflige una herida profunda no sólo sobre la Iglesia en China, sino también sobre la Iglesia universal.
7. La Santa Sede lamenta profundamente el hecho de que la celebración de la citada Asamblea, así como la reciente ordenación episcopal sin el mandato indispensable del Papa, hayan dañado de manera unilateral el diálogo y el clima de confianza que se había establecido en sus relaciones con el Gobierno de la República Popular China. La Santa Sede, mientras reafirma su propia voluntad de diálogo honesto, se siente obligada a declarar que los actos inaceptables y hostiles como los mencionados anteriormente provocan entre los fieles, tanto en China como en otros lugares, una grave pérdida de la confianza necesaria para superar las dificultades y construir una relación correcta con la Iglesia, en beneficio del bien común.
8. A la luz de lo que ha sucedido, la invitación del Santo Padre -dirigida el 1 de diciembre de 2010 a todos los católicos del mundo para que recen por la Iglesia en China, que está atravesando un momento particularmente difícil- sigue siendo urgente».
17 de diciembre de 2010
[Traducción del original inglés por Patricia Navas
©Libreria Editrice Vaticana]