CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió el pasado jueves al nuevo embajador de Nepal ante la Santa Sede, Suresh Prasad Pradhan, al presentar éste sus Cartas Credenciales.

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Señor Embajador,

Al darle la bienvenida al Vaticano y aceptar sus Cartas Credenciales como Embajador de la República Democrática Federal de Nepal ante la Santa Sede, deseo expresar mi satisfacción por las cordiales relaciones que seguimos disfrutando. Le estoy agradecido por transmitirme el cortés saludo de su Presidente, el Sr. Ram Baran Yadav, y a cambio yo le ruego que transmita mis mejores deseos para él y para todo el pueblo de la República Democrática Federal.

En los últimos años hemos visto muchos cambios en su nación pues los líderes de Nepal han tratado de trazar un nuevo rumbo político para beneficio de su pueblo. En este sentido, entre las tareas más importantes se encuentra la elaboración de una nueva Constitución. Asegurar las garantías jurídicas de los derechos civiles y políticos, así como garantizar los naturaleza económica, social y cultural, constituye sin duda una de las empresas más delicadas y exigentes en la vida política de cualquier nación. Por este motivo, la Santa Sede tiene la esperanza de que, una vez que se superen las actuales dificultades, la Asamblea Constituyente será capaz de completar su labor y contribuir de esta manera a garantizar un futuro estable, armonioso y próspero.

La Santa Sede se complace en observar las expresiones de compromiso con los ideales y normas democráticos que se encuentran en los acuerdos políticos provisionales actualmente en vigor en su país. Estos incluyen el deseo de promover la democracia multipartidista competitivo, las libertades civiles y los derechos humanos fundamentales, la emancipación de adultos, las elecciones periódicas, la libertad de prensa, un poder judicial independiente y el Estado de Derecho. Se reconoce que aún queda mucho por hacer para consolidar estas buenas intenciones, pero la expresión pública de un compromiso así de los líderes de Nepal ya es un buen augurio.

Como Su Excelencia sabe, de los más de un millón de cristianos en su país, las cifras de la Iglesia Católica supone muy pocas almas y, sin embargo, a través de sus instituciones, ha tratado de hacer una contribución significativa al bienestar de todos sus ciudadanos. La agencia caritativa de la Iglesia, Caritas, lleva a cabo una variedad de proyectos en las zonas más pobres y se ocupa de los refugiados. Impulsados por el amor de Jesucristo (cf. 2 Cor 5,14-15), la Iglesia está siempre preparada y dispuesta a hacer lo que pueda para ayudar a los necesitados, independientemente de su raza, color o credo.

Si bien la Iglesia católica puede remontar sus primeros contactos con Nepal hasta los siglos XVII y XVIII, durante los últimos setenta años ha sido particularmente activa en el servicio de la gente a través de sus hospitales, organizaciones benéficas y escuelas. Me complace observar la libertad con la que estas estas importantes instituciones funcionan y el respeto con el que se llevan a cabo. Es muy de desear que su Gobierno siga siendo de apoyo a la presencia de la Iglesia en la salud y la educación, y que garantice que los derechos humanos en general, y la libertad religiosa en particular, sean debidamente respetados.

En contraste con la larga tradición de tolerancia del pueblo nepalés, se han producido en los últimos años algunos incidentes lamentables de violencia contra la vida de los católicos, así como daños a la propiedad de la Iglesia. Permítaseme expresar la esperanza de que prevalezca un espíritu de tolerancia, y de que la cooperación para el bien general y la reconciliación mediante el diálogo se fortalecerán y seguirán marcando las relaciones fraternales entre los católicos de Nepal y sus conciudadanos de otras religiones.

Por último, señor embajador, estoy seguro de que las cordiales relaciones existentes entre la Santa Sede y Nepal contribuirán mucho a promover esa fraternidad, respeto y diálogo. Al ofrecerle mis mejores deseos al comienzo de su misión como Embajador ante la Santa Sede, le aseguro la disponibilidad de la Curia Romana para ayudarle en su alta encomienda. Sobre usted y sobre todo el pueblo de Nepal invoco la abundancia de las bendiciones divinas.

[Traducción del original en inglés por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]