¿Dónde está Dios?

Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, viernes, 24 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor FelipeArizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título «¿Dónde está Dios».

 

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«Dios está con nosotros», dijo en días pasados, ya aprehendido, uno de los líderes de una organización a la que se considera una red de narcotraficantes y extorsionadores, a la que se atribuyen asesinatos de los más violentos e inhumanos. Con ocasión de la muerte reciente de uno de sus más altos jefes, a quien deseó «que Dios tenga en su santa gloria, dondequiera que se encuentre», alentó a sus seguidores a «no dejar las armas». Se sabe que este jefe distribuía Biblias y aparentaba ser muy religioso. Uno de sus seguidores pide «que Dios cuide a estos hombres que luchan por nosotros y nuestras familias». Nos preguntamos: ¿En verdad Dios está con ellos? ¿Dios está de acuerdo con lo que hacen? ¿Este es el camino que Jesús nos señala, en esta Navidad?

Por otra parte, estamos viviendo la bella tradición mexicana de las «posadas», nueve días previos a la Navidad en que se acompaña a los peregrinos José y María pidiendo posada para el Niño próximo a nacer. En su sentido más tradicional, se organizan, en los templos y en las casas, oraciones, lecturas bíblicas, santo Rosario, procesiones, letanías, piñatas y un alegre compartir fraterno, sobre todo para los niños. Sin embargo, otras posadas se convierten en juergas, con exceso de bebidas y bailes, con diversiones de toda índole, reduciendo todo a una convivencia entre amistades. En estas dos formas de celebrar la proximidad de la Navidad, ¿está Dios? En el primer caso, todo puede reducirse a un acto piadoso tradicional y que algunos participen sólo por interés de lo que se reparte, sin cambio de vida, sin amor y sin justicia en las familias y en las comunidades. En el otro caso, puede haber hasta degradaciones, vicios y pecados. El pretexto es el nacimiento de Jesucristo, pero El no aparece para nada. ¿Dónde está Dios?

JUZGAR

Dios es amor. El está donde hay amor. Hay amor donde hay justicia, paz, respeto y armonía. Por tanto, está en las personas que aman, que respetan a los demás, que ayudan a los otros, que se preocupan por los pobres y por los que sufren. Dios no está en quienes secuestran, torturan, trafican con droga y alcohol, extorsionan y se organizan para matar.

Dios está en las familias donde hay esfuerzo por amarse, comprenderse y respetarse; donde se desgastan unos por otros para que todos vivan dignamente; donde hay fidelidad, cariño, obediencia, trabajo, responsabilidades compartidas. Dios no está donde hay violencia intrafamiliar, infidelidades, desconfianzas, ofensas, indiferencia, falta de diálogo. Aunque se adorne con motivos navideños el hogar y se ponga el «nacimiento», sólo el amor familiar es un signo de la presencia de Dios.

Dios está en las comunidades, organizaciones, barrios, empresas y trabajos donde hay justicia, salarios justos, respeto a las divergencias, ayuda mutua y solidaridad, comprensión entre religiones, partidos y grupos; donde no hay bandas de asaltantes, vagos y destructores de lo ajeno. La paz es el signo de la presencia de Dios; es lo que le da gloria; no la violencia y la destrucción de los otros.

ACTUAR

Esforcémonos por dar a estos días navideños el sentido que Dios mismo le dio. El se encarnó, asumió nuestra naturaleza humana, para estar cerca de nosotros, para darnos su vida, para hacernos palpable el amor divino, para ser la luz que nos muestra el camino de la felicidad.

¿Quieres ser feliz, en estos días y siempre? ¿Quieres que Dios esté contigo? Ama, sirve, respeta, ayuda, dialoga y muestra tu bondad a tus familiares y a quienes no tienen calor de hogar. Escucha, da tu tiempo, tu servicio y tu atención a los tuyos, a tu comunidad, a los que pasan cualquier necesidad y a cuantos se sienten solos. Comparte con quienes casi de nada disfrutan, con tanta gente que sufre, con ancianos y presos, con migrantes y discapacitados. Entonces sí estará Dios contigo, en tu hogar, en tu comunidad, en tu Iglesia.

Participa en las celebraciones religiosas, en las tradicionales posadas, sobre todo en la Eucaristía, pero que no se queden sólo en bellas tradiciones, sino que transformen tu corazón, para que seas un sacramento vivo del amor de Dios. Sólo así El estará con nosotros.

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ZENIT Staff

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