ROMA, martes 1 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- ¿Necesita realmente Roma otro museo? En una ciudad que se jacta incluso de tener un museo de la pasta, casi resulta redundante abrir otro espacio de exposición lleno de esculturas, pinturas y otros artefactos.
Pero los museos son algo más que meros almacenes de arte y artesanía; cuentan la historia y descubren la identidad. Según este punto de vista, el nuevo museo de la Congregación para la Evangelización de las Gentes llena un vacío en nuestra comprensión de la Iglesia Romana y su misión como Católica Caput Mundi.
El Museo Misionero de Propaganda Fide, situado en la planta principal de la sede de la congregación, da a lo que hoy es la zona de tiendas caras de la Piazza di Spagna. Hasta 1967. lo que hoy conocemos como la Congregación para la Evangelización de las Gentes recibía el nombre de la Propagación de la Fe (Propaganda Fide).
El mismo palacio es una obra de arte, iniciada por Gianlorenzo Bernini en 1643 y completada por su eterno rival, Francesco Borromini en 1664.
El Propaganda Fide fue creado en 1662 por el papa Gregorio XV, con el propósito de formar sacerdotes que fueran enviados a los territorios recientemente explorados durante la era de los descubrimientos. China, Japón, el África Subsahariana y las Américas comenzaron a aparecer en los mapas europeos, y la Iglesia trató de llevar el Evangelio a las gentes lejanas.
Los primeros 25 misioneros, convocados por el cardenal Antonio Barberini en 1637, vivieron y estudiaron en el palacio antes de ser enviados a los rincones más alejados del mundo para evangelizar, formar a los cleros locales y, en última instancia, crear nuevas diócesis. El edificio sirvió como facultad hasta el siglo XIX:
Estos cultos y creyentes hombres de la Propaganda Fide, fueron a todo el mundo con sus ojos, oídos y corazones abiertos, mandando relatos, artefactos y testimonios relacionados con la gente y las zonas que visitaban. La masiva cantidad de información recogida en Propaganda Fide convirtió a la Congregación en una especie de proto-Internet. Allí uno podía oír hablar de los últimos rumores de la política japonesa o descubrir las dotes medicinales de una flor silvestre mejicana.
El prefecto de la Congregación (hoy el cardenal Iván Dias), tenía tal autoridad sobre amplios territorios y estaba en posesión de tal cantidad de información que se le conocía como el “Papa Rojo”.
Las primeras habitaciones del museo ilustran la misión de Propaganda Fide. Dos espacios multimedia evocan el funcionamiento global de la congregación, mucho antes de las vacunas, insecticidas, aeroplanos y duchas en la habitación. El archivo fotográfico de la Agencia Fides ha seleccionado más de 10.000 fotografías de los últimos años del siglo XIX y principios del XX para mostrar distintos lugares, condiciones y comunidades de misiones, realizando un evocador pase de diapositivas en las pantallas de toda la sala.
La idea de un museo misionero viene de uno de los prefectos más famosos de la Congregación, el cardenal Stefano Borgia (1731-1804). Siendo un ejemplo estelar de la Ilustración Católica, el cardenal Borgia soñó con producir una polifonía visual formada por las “cuatro voces del mundo”, los continentes conocidos. Su colección actualmente está dispersa, pero algunas piezas se pueden admirar en el Propaganda Fide.
El Propaganda Fide fue formado en la era post.-tridentina cuando la educación y la formación eran la principal meta de los sacerdotes. El cardenal Antonio Barberini conformó este nuevo espíritu construyendo una gran biblioteca para los estudiantes de la facultad.
En las amplias mesas de madera, diversos y fascinantes documentos testimoniaban los retos de la evangelización. El increíble número de lenguas a las que se necesitaba traducir los documentos oficiales, está ilustrado en un pequeño manual donde se recogían las tipografías de los caracteres exóticos.
De hecho, durante muchos años, en este palacio funcionó la única prensa políglota en Roma. Una carta del siglo XVIII del emperador Leopoldo de Austria a Abas Has, Shah de Persia, pedía al Shah que aboliese las leyes que restringían la libertad religiosa de los cristianos, mientras que otra carta pedía a la oficina una repuesta a la cuestión de los ritos litúrgicos chinos. Estos documentos nos muestran cuantas y diferentes personas con distintas necesidades estaban bajo la tutela del Santo Padre, y esta tarea se ha hecho mucho mayor en la era moderna.
Algunas obras sobresaltan al complaciente visitante del museo, como los tres grandes paneles realizados con tempera sobre seda, realizados por una artista llamada Teresa Kimiko Koseki y que datan de1930, que son una ventana abierta a la vida doméstica japonesa
Un monumento conmemorativo de los 22 mártires de Uganda que es el testamento del alto precio que los misioneros han pagado para llevar la Palabra de Dios al mundo. Al su lado hay una pantalla de video en las que se ven imágenes del viaje a África que realizó Juan Pablo II, siendo el primer papa en la historia que visitó la región central del continente.
También se puede ver una galería donde se muestran pinturas de los siglos XVII y XVIII, pero la joya de la corona es la pequeña capilla donde el beato John Henry Newman celebró su primera Misa después de su conversión al catolicismo. Íntima y elegante, la capilla transforma la visita al museo en una peregrinación.
Otra de las joyas maravillosas del nuevo museo es el acceso a una obra de arte arquitectónica de Borromini, la Capilla de los Reyes Magos. Una vez que es visible a los visitantes, la capilla cierra el itinerario. La ausencia de colores fue la marca de fábrica de Borromini, en comparación con su contemporáneo más famoso, Bernini, y en esta capilla los colores se limitan al cálido color crema y al blanco.
El arte de Borromini reside en su diseño y en las curvas paredes que parecen encerrar a los visitantes, mientras que las doce columnas, que representan a los doce apóstoles, suben por las paredes antes de entrelazarse con la bóveda.
La capilla esta dedicada a la Epifanía, la tradicional fiesta en la que la Iglesia manifiesta la universalidad de Dios en la revelación de sí mismo. En el arte, los tres reyes se representan con características somáticas de África, Asia y Europa, los continentes conocidos en la época. ¿Podía haber un espacio mejor para los sacerdotes que se preparaban para llevar el Evangelio al mundo
El Museo Misionero de Propaganda Fide se abre los lunes, miércoles y viernes desde las 2:30 p.m. hasta las 6 p.m. Las entradas cuestan 8 € para los adultos y 6 € para estudiantes.
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Enciclopedia estelar
El cardenal Ascanio Filomaro, arzobispo de Nápoles, consejero de papas y reyes, vencedor de los disturbios de Masaniello y coleccionista de arte extraordinario, le dijo una vez al rey de Nápoles que mientras los palacios y las pinturas hacían un reino hermoso, eran los libros los que lo hacían grande.
El papado siempre ha sido consciente de esto, como la Librería Vaticana y los museos han demostrado fehacientemente, pero el pasado lunes, los museos vaticanos presentaron una ambiciosa recolección de arte, arquitectura y literatura en la nueva Enciclopedia de los Museos Vaticanos.
El libro, compuesto por dos volúmenes, publicado conjuntamente con el Instituto de la Enciclopedia Italiana como parte de una serie llamada “Los sitios del Arte”, presenta las abrumadoras colecciones papales de una manera ordenada y científica. 1.700 páginas y 1.500 imágenes organizan en categorías los 13 museos vaticanos que ¡sólo de estatuas posee unas 4.416!
La persona que guía al lector a través del denso patrimonio artístico es el profesor Antonio Paolucci, director de los
museos vaticanos. La claridad y el color de su prosa, a lo largo de las 120 páginas de texto, se combinan bien con las fotografías artísticas que las adornan.
La gran técnica de las fotografías revela nuevos aspectos del arte. Laoconte visto desde un nuevo ángulo, la luz que se vierte sobre la entrada de Momo de 1929, refresca nuestra visión de esta escena tantas veces vista.
La presentación fue tan estelar como el libro. El cardenal Giovanni Lajolo, presidente de la Gobernación del Estado Vaticano abrió el evento. El profesor Paolucci y el director editorial del Instituto de la Enciclopedia Vaticana hicieron excelentes discursos, pero las reflexiones más profundas vinieron del sitio más inesperado, el senador Giuliano Amato. Dos veces primer ministro de Italia al servicio del Partido Democrático de la Izquierda, el senador Amato es también el presidente del Instituto de la Enciclopedia Italiana.
En el 2010 se cumplen 140 años de la unificación de Italia, cuando el papa Pío IX fue despojado de sus tierras y el arte de la Iglesia fue reclamado por el Estado Italiano. El respeto mutuo y la fructífera colaboración entre los museos vaticanos y el ex líder del partido socialista italiano, demuestran como la izquierda y la derecha se pueden reconciliar y seguir hacia adelante a través de la belleza.
El senador Amato destacó dos cosas muy importantes en su discurso, la primera es la constatación de que la tradición y el progreso pueden trabajar codo con codo. Las nuevas tecnologías que permiten fotografías asombrosas y la excelente conservación de obras antiguas complementan a la belleza recogida y coleccionada durante siglos por los papas, los supremos conservadores de la tradición.
Más tarde, el senador Amato, político exitoso y uno de los diseñadores de la Constitución Europea, hizo su segunda observación, que destacó, sobre todo, que los museos vaticanos son una necesidad y no un lujo. “En un mundo donde las culturas son comparadas y mezcladas entre sí, uno no se puede permitir ser ignorante de la propia cultura”.
El más de un billón de católicos que hay por el mundo, forman parte de la cultura que produjo la Capilla Sixtina, la Divina Comedia, el champán y la genética moderna, debería tomar nota de esto.
Por Elizabeth Lev
[Traducción del inglés por Carmen Álvarez]
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Elizabeth Lev enseña Arte y arquitectura cristianos en el campus italiano de la Universidad de Duquesne y en el programa de estudios católicos de la Universidad de St. Thomas. Se le puede contactar en liz.lev@zenitteam.org