Poligamia y libertad religiosa

El matrimonio en Canadá rompe amarras

Share this Entry

ROMA, domingo 13 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Debería permitirse la poligamia como parte del ejercicio de la libertad religiosa, afirma un grupo escindido de los mormones de Canadá.

Durante los últimos meses, el juez Robert Bauman, del Tribunal Supremo de la Columbia Británcia, ha escuchado los argumentos sobre si la poligamia debería ser legal o no. Según la comunidad de Bountiful de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la carta canadiense de Derechos y Libertades afirma que, como parte de sus derechos religiosos, a los hombres les estaría permitido tener múltiples esposas.

El grupo tiene cerca de 10.000 miembros en Estados Unidos y Canadá, según un reportaje del 23 de noviembre de la BBC. Cerca de 1.000 de ellos viven en Bountiful.

La Columbia Británica tiene una ley del siglo XIX que prohíbe la poligamia, pero en el pasado cerró los ojos ante lo que hacía el grupo, temiendo que la ley pudiera no ser constitucional. Sin embargo las autoridades cambiaron de opinión y acusaron de poligamia a dos ancianos de Bountiful. El caso no prosperó por razones técnicas en el 2009.

Más que una apelación, la resolución de las autoridades de la Columbia Británica pedía al tribunal supremo que analizara la constitucionalidad de la ley contra la poligamia, lo que dio como resultado el actual juicio que acaba de escuchar las evidencias presentadas por las partes.

Si la ley se derogara el riesgo es que Canadá pudiera atraer familias polígamas de emigrantes, dañando la sociedad, sostenía ante el tribunal el abogado de la Corona Craig Jones, informaba el 23 de noviembre el periódico Globe and Mail.

Jones afirmaba que la comunidad de Bountiful había sufrido problemas como novias menores de edad, embarazos adolescentes, y hombres y muchachos expulsados. Estos problemas son «consecuencias inevitables» de la poligamia, sostenía.

«La poligamia deja a los jóvenes sin oportunidades de casarse o de crear una familia», decía al día siguiente Deborah Strachan, representante del Fiscal General de Canadá, según el Globe and Mail del 24 de noviembre. «Hay todo una cohorte de chicos y jóvenes que se ven rechazados de una forma u otra de la comunidad», añadía.

Vigilancia

El economista Shoshana Grossbard, que ha escrito varios libros sobre la economía y el matrimonio, aportaba nuevas evidencias al afirmar que invariablemente los líderes masculinos de las sociedades polígamas han institucionalizado la vigilancia de las mujeres, informaba el Vancouver Sun el 9 de diciembre.

Presentado como un testigo experto, el profesor de la Universidad estatal de San Diego observaba que las sociedades polígamas tienen una frecuencia mayor de matrimonios con hombres mayores, y esto aumenta la probabilidad de una viudez temprana y de las dificultades económicas a consecuencia de la misma.

Otros expertos, de ambas parte, presentaron nuevas evidencias en diciembre y en enero, antes de que el procedimiento se dirigiera a escuchar el testimonio de algunos miembros de Bountiful. Según Daphne Bramhan, una columnista del Vancouver Sun, los expertos del gobierno dieron lo mejor de sí mismos.

«La evidencia de que la poligamia es intrínsecamente dañina para los individuos y las sociedades ha sido hasta ahora aplastante», observaba en su columna del 7 de enero.

Según el Vancouver Sun del 10 de enero, John Witte, Jr., director del Centro para la Ley y la Religión en la Universidad Emory, testificó que hay una tradición continua durante 2.500 años del matrimonio como unión monógama de dos personas.

«El duradero consenso (de los daños) subraya que las prohibiciones son tanto precristianas como post cristianas», afirmaba.

Un ejemplo gráfico del daño que puede producir se presentó en la última audiencia, en la que se alegó que la tortura del agua en bebés es común en la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Miedo

Carolyn Blackmore Jessop, que abandonó el grupo en el 2003, afirmaba que es algo típico que hacen los padres y los llaman «breaking in», informaba el 12 de enero el National Post. Su propósito es inculcar el miedo a la autoridad, explicaba.

Jessop explicaba que se fue, con sus ocho hijos, porque se sentía impotente para proteger a sus hijos de los abusos físicos. Tenía 18 años cuando se decidió que se convertiría en la cuarta mujer de Merril Jessop, de 50 años.

Algunas de las esposas actuales de la comunidad dieron su testimonio ante una sala del tribunal cerrada y bajo garantía de anonimato. El público y los medios a través de una conexión de audio. Para la testigo número dos la vida en Bountiful era agradable y no existían coacciones, informaba el 25 de enero el Toronto Star.

En sus cuarenta años, comparte marido con su hermana biológica. Entre ambas tienen 19 hijos. Una de sus hijas se caso con 15 años. Admitía que vivía en pobreza, pero esto era debido en parte a que enviaban dinero a sus compañeros creyentes en Estados Unidos para financiar sus batallas judiciales.

La testigo número cuatro cree que está en un «matrimonio celestial» ordenado por Dios, informaba el 27 de enero el National Post. Con 16 años, se encontró con su marido treinta minutos antes de la ceremonia del matrimonio. Seis meses después su marido tomó una nueva esposa, una chica de 15 años.

Según la autora del artículo, Barbara Kay, a mujeres como la testigo número 4 les han lavado el cerebro a través de una vida en una comunidad aislada del resto del mundo.

El tribunal también escuchó a algunos miembros desencantados de Bountiful. Truman Oler, el hijo de James Oler, un líder de la comunidad con múltiples esposas, habló sobre una comunidad de padres distantes e hijos descuidados, informó el 25 de enero el National Post.

«Personalmente no puedo entender por qué tienen tantos hijos si no desean cuidarlos», declaró al tribunal.

Bruce Klette, de la Vital Statistics Agency de la Columbia Británica, aportaba más información sobre la situación de los niños. Según los certificados de nacimiento para el periodo 1986-2009, hubo 833 nacimientos de 215 madres y 142 padres, informaba el 27 de enero el Globe and Mail.

Poco más del 10% de los niños nació de chicas con 18 años o menos, en comparación con la media provincial del 2,7%. La diferencia de edad entre las madres y los padres también se alejan de las cifras de la provincia de 4,6 años, llegando hasta los 8 años. Cerca del 45% de las madres nacieron fuera de Canadá, la mayoría en Utah, en comparación con el 30% de las madres extranjeras de la Columbia Británica.

El artículo también observaba que los expedientes educativos de las dos escuelas de Bountiful revelaban que, desde el 2003, sólo 25 estudiantes sólo 25 estudiantes han completado los 12 cursos de educación básica.

Igual dignidad

Comentando las evidencias que muestran la pobre educación, el tráfico de esposas, y las anormales tasas de embarazo adolescente, un editorial del 31 de enero del Globe and Mail urgía a mantener la ley contra la poligamia.

«Prohibir la poligamia sigue siendo un límite razonable a la libertad religiosa y un fuerte recordatorio de que la ley debe proteger a los vulnerables y la igualdad de derechos y la dignidad humana de mujeres y niños», indicaba el editorial.

Una postura no muy distinta de la de la Iglesia católica.

La unión entre un marido y una esposa tiene sus raíces en la complementariedad natural que existe entre el hombre y la mujer, explicaba Juan Pablo II en su exhortación apostólica de 1981 sobre la familia «Familiaris Consortio».

«Semejante comunión queda radicalmente contradicha por la poligamia», afirmaba. «Ésta, en efecto, niega directamente el designio de Dios tal como es revelado desde los orígenes, porque es contraria a la igual dignidad personal del ho
mbre y de la mujer, que en el matrimonio se dan con un amor total y por lo mismo único y exclusivo» (No. 19).

Ahora, en Canadá, las consecuencias del debilitamiento de los valores cristianos fundamentales que, durante mucho tiempo, estuvieron en la base del matrimonio pueden verse como un impulso para permitir la poligamia. Sólo hay que esperar que Canadá, que, no es mera coincidencia, ha legalizado el matrimonio del mismo sexo, no introduzca por vía judicial otro golpe al matrimonio permitiendo la explotación de mujeres y niños.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }