ROMA, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Del 20 al 24 de junio se celebrará en Roma el Congreso Internacional sobre la Adoración Eucarística, por iniciativa de monseñor Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon, con la participación, entre otros, de seis cardenales.
En esta entrevista concedida a ZENIT, monseñor Rey explica la importancia de la adoración eucarística para la Iglesia hoy y de los frutos que se esperan para la Iglesia de este encuentro sin precedentes en la Ciudad Etern
–La Iglesia se está movilizando intensamente para preparar este Congreso Internacional sobre la Adoración Eucarística. ¿Cuál es la importancia y las expectativas de este congreso?
–Monseñor Rey: Este congreso se enmarca perfectamente en el esfuerzo del Papa Benedicto XVI, siguiendo a Juan Pablo II, que quiere promover una nueva toma de conciencia sobre la urgencia misionera que afronta hoy más que nunca la Iglesia. El tema del congreso «De la adoración a la evangelización» subraya que este nuevo impulso misionero debe arraigarse en la vida eclesial y eucarística. La primera condición de la evangelización es la adoración. Por desgracia, algunas propuestas misioneras hoy se presentan más como marketing o promoción comercial que como testimonio de fe. Se da un riesgo de perversión del método de evangelización. Es la primera vez que en Roma se tiene un encuentro sobre este tema. La participación de numerosos cardenales, obispos, de testigos que sobre el terreno son actores de evangelización y adoradores subraya el interés que suscita el argumento. Este congreso quiere dar un alma y una espiritualidad a la nueva evangelización, tan necesaria para la renovación de la Iglesia y la irradiación del mensaje evangélico que transmite.
–¿Por qué es importante la adoración? ¿Quién está llamado, según usted, a la adoración?
–Monseñor Rey: La adoración eucarística se enmarca en la prolongación de la celebración eucarística. El creyente acoge la ofrenda de Cristo que se da al Padre por la salvación de todos. Adorar el Santísimo Sacramento es entrar en la contemplación de Jesús Hostia. Es aceptar, al mismo tiempo, como dirá el apóstol Pablo, ofrecer nuestra propia vida en sacrificio para participar en la salvación de Cristo. Adorar constituye un gesto de reconocimiento al contemplar el punto hasta el que Cristo nos ama, hasta hacerse alimento, y es también un gesto personal para que podamos también nosotros entrar en Él y por Él en esta obra de salvación.
Cada cristiano está llamado, en virtud de su consagración bautismal, a convertirse en adorador en espíritu y en verdad. Recuerdo la frase de la filósofa Simone Weil que utilizaba después de su conversión: «Finalmente he descubierto a alguien ante el cual ponerme de rodillas». En el Apocalipsis, descubrimos que la gloria celestial consistirá en júbilo y adoración. Si comienzo a adorar hoy, me preparo a entrar en la plenitud de mi condición filial cuando contemple el rostro de Dos. Todo hombre está hecho para adorar, es decir, para reconocer el señorío de Cristo y, en este gesto de entrega de uno mismo que implica la adoración, se entrega total y definitivamente a Él.
–El congreso es organizado por los Misioneros de la Santísima Eucaristía, una nueva comunidad que usted reconoció en su diócesis en 2007. Según usted, ¿cuál es la misión de esta comunidad en la Iglesia hoy?
–Monseñor Rey: Esta asociación de clérigos de derecho diocesano está llamada, bajo mi vigilancia, a desarrollar en la Iglesia la adoración eucarística en el corazón de la vida parroquial. Esta asociación organiza misiones eucarísticas en colaboración con las diócesis y los sacerdotes que recurren a sus servicios no sólo para desarrollar una auténtica devoción eucarística, sino también para hacer entrar las comunidades cristianas en un espíritu misionero, en un nuevo empuje pastoral. Los parroquianos están llamados a sucederse, día y noche, en la adoración, ante el Santísimo Sacramento expuesto. Por tanto, hay que ofrecerles una catequesis eucarística.
Los Misioneros del Santísimo Sacramento están presentes en los Estados Unidos, en Italia, aunque su sede central se encuentra en Sanary (Var, Francia). Van de parroquia en parroquia difundiendo y promoviendo la enseñanza del Magisterio y de autores espirituales sobre el valor de la adoración eucarística.
–¿A quién se dirige este congreso? Concretamente, ¿qué quiere proponer?
–Monseñor Rey: Este congreso se dirige a todos los que en la Iglesia ya son sensibles a la importancia de la adoración eucarística, pero más en general a todos los pastores, a los consagrados, a los laicos que quieren profundizar en el sentido de la eucaristía, en su dimensión litúrgica, de sacrificio, social, y en el lazo que se da entre adoración y celebración. Las jornadas estarán salpicadas por la celebración eucarística, que será celebrada según la forma ordinaria y extraordinaria, así como por los demás oficios litúrgicos. Habrá momentos de adoración del Santísimo Sacramento. Las enseñanzas principales se ofrecerán la mañana. Se prevén también momentos de intercambio que afrontarán temas más concretos. El congreso concluirá con la participación en la procesión eucarística de la solemnidad del Corpus Christi, presidida por el Santo Padre Benedicto XVI.
–¿La adoración eucarística tiene un papel en su vocación o en su ministerio de sacerdote y obispo?
–Monseñor Rey: Descubrí con más intensidad la adoración eucarística cuando era rector del santuario de Paray le Monial. Siendo miembro de la Comunidad del Emmanuel, al lado de su fundador, Pierre Goursat, que era un adorador ferviente del Santísimo Sacramento, experimenté hasta qué punto esta oración era la fuerza de mi vida espiritual y sacerdotal. Toda fecundidad cristiana es sacrificial. Encuentra su manantial en el gesto que cumple Cristo en su Pascua, y que la Eucaristía actualiza en cada celebración.
La adoración eucarística hace que fijemos nuestra mirada en este gesto infinito de amor, que la Iglesia no deja de retomar en cada misa. He constatado muchos frutos espirituales y misioneros de la adoración eucarística en el contexto de las diferentes responsabilidades ministeriales que he asumido. Por este motivo, he tomado la iniciativa de presentar al cardenal Antonio Cañizares Llovera, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, este proyecto, y he pedido a los Misioneros de la Santísima Eucaristía que asuman su organización.
Más información en http://www.adoratio2011.com
Por Gisèle Plantec