Construir puentes: “El Atrio de los Gentiles”
Por monseñor Juan del Río Martín*
MADRID, martes 5 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha querido crear “un especie de “atrio de los gentiles”, en donde los hombres puedan, de alguna manera, acercarse a Dios” (21.12.2009). Con esta imagen sugestiva del antiguo templo de Jerusalén, el Papa desea salir al encuentro de los no creyentes y mostrar la cuestión de Dios en una cultura donde ya no hay preguntas sobre la trascendencia.
Esta nueva iniciativa fue encargada al Pontificio Consejo para la Cultura que bajo la dirección el cardenal Gianfranco Ravasi y junto a un buen equipo de colaboradores, han conseguido una exitosa primera edición los días 24 y 25 de marzo. Los actos tuvieron lugar en las instituciones culturales más prestigiosas de la emblemática ciudad de París.
A la luz del Mensaje Papal, de lo celebrado y de lo debatido allí bajo el lema: “ilustración, religión, razón común”, hay que decir que desde esta originaria experiencia se vislumbra que estos encuentros son ante todo un lugar para la acogida, la escucha, el dialogo y el compromiso entre personas de convicciones diferentes, pero que como dice Benedicto XVI, “desean un mundo nuevo y más libre, más justo y más solidario, más pacífico y más feliz” (25.3.2011).
La decisión del Papa ha sido sabia y valiente porque plantea en el ágora de la modernidad cómo la fe y la razón se necesitan y no son contradictorias. Es más, cuando han caminado juntas han sido fuente de cultura y han alejado tanto el fanatismo religioso como el ateísmo dictatorial. Hay que superar el dilema del falso progresismo de Dios o libertad humana. La religión no es un estorbo para la felicidad del sujeto y de la sociedad, como tampoco la sana y justa laicidad ha de ser una amenaza para los credos religiosos. Hay que derribar muros y tender puentes con los hombres y mujeres que estando fuera de la esfera de la cultura cristiana tienen sed de lo Infinito, buscan al Absoluto. Miremos a Jesús y veremos cómo con frecuencia ofrecía el Evangelio a los gentiles que estaban en la explanada del templo, y de cómo Pablo predicara a los atenienses al “Dios desconocido” (Hech. 17,23).
Esto no es una experiencia meramente intelectualista, más de sabios o universitarios que de “gente de a pie”, es una necesidad de los tiempos. La Pastoral de acogida es algo esencial en la actividad de la Iglesia, por eso en cada diócesis, parroquia o institución cristiana debería haber un “Atrio” donde hombres y mujeres de opiniones heterogéneas nos puedan conocer y nosotros a ellos.
El impulso de Benedicto XVI a dialogar, sin miedos ni complejos, con los no creyentes, no es una nueva forma de proselitismo, ni tampoco un relativismo para el que cualquier opinión tiene el mismo peso. Pablo VI nos decía en su encíclica Ecclesiam suam, “la Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en el que le ha tocado vivir. La Iglesia se hace palabra, la Iglesia se hace mensaje, la Iglesia se hace coloquio”. Esto no es una estrategia, táctica o medio para dominar al otro, sino que el diálogo, cuando es ejercido con claridad, humildad, confianza y prudencia, se convierte en epifanía del amor y de la verdad divina. Porque como dijo el venerable Juan Pablo II: “el fruto del diálogo es la unión de las personas y de las personas con Dios” (5.2.1986).
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*Monseñor Juan del Río Martín es el arzobispo castrense de España