La Iglesia siempre ha sido una, católica y apostólica, dice el Papa

Celebración en la Basílica de San Pedro

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 12 de junio de 2011 (ZENIT.org).- La Iglesia es católica desde el primer momento, no es una modificación posterior fruto de la historia, sino que forma parte de su ser original.

Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, durante la homilía hoy en la Misa solemne de Pentecostés, celebrada en la Basílica de San Pedro.

El Papa comentó una por una las lecturas de la liturgia del día, y quiso insistir en cómo en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que narra la venida del Espíritu Santo estaba ya la Iglesia universal como lo es hoy.

Éste es el significado profético del hecho de que los discípulos se pusieran a hablar en varias lenguas, y fuesen entendidos por los peregrinos llegados a Jerusalén desde todo el mundo conocido.

“Desde el primer instante, de hecho, el Espíritu Santo la creó como Iglesia de todos los pueblos; ésta abraza al mundo entero, supera todas las fronteras de raza, clase, nación; abate todas las barreras y une a los hombres en la profesión del Dios uno y trino”, afirmó el Pontífice.

“Desde el principio la Iglesia es una, católica y apostólica: esta es su verdadera naturaleza y como tal debe ser reconocida”, añadió.

La Iglesia, por tanto, “no procede de la voluntad humana, de la reflexión, de la habilidad del hombre y de su capacidad organizativa, ya que si fuese así ya se habría extinguido desde hacía tiempo, como sucede con todo lo humano”, agregó.

También es santa “no gracias a la capacidad de sus miembros, sino porque Dios mismo, con su Espíritu, la crea, la purifica y la santifica siempre”.

Nuevo Pacto

El Papa hizo notar que la fiesta de Pentecostés era originalmente judía, y que en ella, cincuenta días después de la Pascua, Israel celebraba la Alianza establecida con ellos por Dios en el monte Sinaí.

“Las imágenes del viento y del fuego, usadas por san Lucas para representar la venida del Espíritu Santo, recuerdan el Sinaí, donde Dios se había revelado al pueblo de Israel y le había concedido su alianza”, explicó.

Así el acontecimiento de Pentecostés “es representado como un nuevo Sinaí, como el don de un nuevo Pacto en el que la alianza con Israel se extiende a todos los pueblos de la tierra, en el que caen todos los muros de la vieja Ley y aparece su corazón más santo e inmutable, es decir, el amor, que el Espíritu Santo comunica y difunde, el amor que lo abraza todo”.

Al mismo tiempo la Ley “se dilata, se abre, aún haciéndose más sencilla”: es el nuevo Pacto, que el Espíritu “escribe” en los corazones de cuantos creen en Cristo.

Con esto, afirmó, “se nos dice una cosa muy importante: que la Iglesia es católica desde el primer momento, que su universalidad no es fruto de la inclusión sucesiva de comunidades diversas”.

Comunión

El Espíritu Santo es también el que crea la comunión dentro de la propia Iglesia, explicó Benedicto XVI.

Dejarse iluminar profundamente por la revelación de que Jesús es Dios “es el acontecimiento de Pentecostés: del desorden de Babel, de esas voces que resuenan una contra otra, tiene lugar una transformación radical: la multiplicidad se hace unidad multiforme, del poder unificador de la Verdad crece la comprensión”.

“En el Credo que nos une desde todos los extremos de la tierra, que, mediante el Espíritu Santo, hace de forma que nos comprendamos aún en la diversidad de las lenguas, a través de la fe, la esperanza y el amor, se forma la nueva comunidad de la Iglesia de Dios”, concluyó.

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ZENIT Staff

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