ROMA, lunes 13 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Para combatir la crisis económica es necesario afrontar el desempleo, para devolver la esperanza a los jóvenes y credibilidad a los gobiernos de los Estados. Así lo ha dicho el arzobispo Silvano Tomasi, Observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas en Ginebra, interviniendo en la 100ª Conferencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Si bien los países desarrollados “están recuperándose lentamente” de la crisis económica global -dijo monseñor Tomasi, según informa Radio Vaticana-, “Las viejas fórmulas para la recuperación y el crecimiento económico se están descubriendo como menos seguras en un ambiente económico integrado a nivel global”, donde los gobiernos, mayoritariamente, no han sido capaces de encontrar una receta “que restituya el trabajo e incluya nuevas oportunidades de empleo” para millones de personas que están buscando un trabajo.
“Por lo tanto -añadió- a pesar del hecho de que la mayor parte de los indicadores macroeconómicos parecen haber recuperado los niveles anteriores a la crisis, el mercado de trabajo todavía sufre: la tasa de desempleo se mantiene alta y no muestra señales de recuperación en un periodo breve y a largo plazo las previsiones son variables”.
“La economía mundial -observó el delegado de la Santa Sede- incluso creciendo a un nivel estable, no es capaz de crear un número suficiente de puestos de trabajo”. Y “esto sucede no sólo en las economías avanzadas sino también en los mercados emergentes, como China e India, donde la flexibilidad del empleo es extremadamente baja”, a pesar de su tasa de crecimiento a dos cifras”.
De aquí, la necesidad de “hacer lo que podamos para evitar esta posibilidad” de crecimiento sin empleo. Entre los más afectados de cada país están los jóvenes, más de 78 millones los desempleados, entre los 15 y los 24 años, en 2010, una tasa más alta del 2’6% respecto a los adultos.
Otra categoría débil del mercado de trabajo -prosiguió el prelado- son las mujeres. En los países más industrializados de la OCDE, la tasa de ocupación femenina está por debajo de los hombres en un 20%, con picos del 30% en Italia y en Japón, y aún así los salarios de las mujeres son inferiores en un 20/30%
Peor aún están los trabajadores domésticos, a menudo trabajadores inmigrantes, que han aumentado por las nuevas exigencias de la organización social, pero que en muchos países viven en condiciones miserables de exclusión, sin tutela sindical ni seguridad social.
De aquí la esperanza -expresada por monseñor Tomasi- de que en esta centésima Conferencia de la OIT se apruebe una Convención ad hoc sobre el trabajo doméstico. Finalmente la recomendación de la OIT de que se reafirme la importancia de una governance basada en el principio de subsidiariedad y de representación tripartita (trabajadores, empresarios, gobiernos), que sea “una ventaja en el conocimiento integrado ‘del mundo real’ con respecto a la ocupación y el trabajo”