CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 22 de junio de 2011 (ZENIT.org).- La “primavera árabe” es fuente de esperanza, pero debe respetar la dignidad de la persona humana, sobre todo la libertad religiosa.
El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, lo afirmó introduciendo la 84 sesión plenaria de la Reunión de las Obras de Ayuda para las Iglesias Orientales (ROACO), que tiene lugar desde ayer y hasta el viernes 24 en el Vaticano.
El purpurado tiene experiencia de un año de acontecimientos, viajes y visitas oficiales en todo el mundo, desde los países del Cuerno de África a Argentina, de Francia a Siria, y desde la peregrinación tras las huellas de los Santos Maronitas: desde Estado Unidos, donde concluyó el jubileo de los 1600 años de la muerte de san Marón, hasta el Líbano, para venerar sus reliquias, recuerda Radio Vaticano.
El cardenal mira a la primavera de los países árabes con la esperanza de que constituya una ocasión de progreso para las poblaciones locales, pero también con el miedo de que puedan aumentar las discriminaciones hacia los cristianos.
“Estos movimientos coinciden con el esquema de valores que la fe cristiana en muchos casos – declaró a la emisora pontificia –. Ciertamente, nosotros estamos por este cambio que respete la dignidad de la persona humana, sobre todo de la libertad religiosa, pero estamos con todos aquellos que sufren las consecuencias de estos cambios, porque así como proclamamos estos derechos, hay también muchos otros sufrimientos y violencias que a veces producen muchos muertos”.
El cardenal Sandri recordó también el Sínodo para Oriente Medio del pasado octubre, un “don perdurante” que está dando sus frutos.
“El Sínodo había hecho un llamamiento a todos los cristianos de Oriente Medio Oriente y, a través de ellos, a todos los habitantes de Oriente Medio, por la paz y la reconciliación, por la dignidad de la persona humana”, subrayó.
La Iglesia defiende esta libertad, esta dignidad de la persona humana, especialmente manifestada en la libertad religiosa y en el derecho a tener todo lo necesario para vivir dignamente como hombres”.
La Congregación para las Iglesias orientales ha recogido los frutos del Sínodo en el compromiso renovado en favor de Tierra Santa, patria espiritual de todos los creyentes, pero también para Iraq e Irán, donde la vida para los cristianos no es fácil.
En Belén, el dicasterio ha puesto en marcha el proyecto del Instituto Effatà Pablo VI, que responde a la prioridad de la formación, puesta muchas veces de relieve por el Papa, fundamental para preparar el mañana del Oriente cristiano.
En la reunión de la ROACO se espera al patriarca copto-católico, cardenal Antonios Naguib, y el recién elegido patriarca maronita, Bechara Boutros Rai, que ofrecerán algunas claves de lectura de la situación actual de los cristianos en Oriente Medio para orientar el servicio a favor de las Iglesias orientales y de su compromiso ecuménico e interreligioso a favor de la paz.
Se dedicará gran atención también al Sínodo para Oriente Medio, celebrado el pasado octubre, y a Tierra Santa.
Participarán en los trabajos los representantes de más de 20 agencias católicas, procedentes de diez países occidentales. Se espera la presencia también del Delegado Apostólico en Jerusalén, monseñor Antonio Franco, y el Custodio de Tierra Santa, padre Pierbattista Pizzaballa OFM.
La ROACO es un organismo fundado en 1968 por la Congregación para las Iglesias Orientales, y reúne a las agencias que trabajan en apoyo de las Iglesias católicas orientales en todas las dimensiones de su vida: clero, formación pastoral, instituciones educativas y escolares, asistencia socio-sanitaria.