Métodos naturales: La revolución natural en la salud de la mujer

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Thomas Hilgers lidera el camino hacia la comprensión de la fertilidad de la mujer

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OMAHA, jueves 23 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Siendo un joven médico residente en 1968, el doctor Thomas Hilgers se preocupaba por el tratamiento de sus pacientes y para ello se mantenía a la última en lo que respecta a los avances médicos. Como católico, era muy consciente de que uno de los avances más importantes de los últimos años fue la creación de la píldora anticonceptiva en 1960.

Hilgers, ya como obstetra y ginecólogo, además de especialista en medicina reproductiva y cirugía, es autor de “The NaProTechnology Revolution: Unleashing the Power in a Woman’s Cycle” (La revolución de la NaProTecnología: liberando el poder del ciclo de la mujer). El libro recuerda lo que le inspiró para fundar el Instituto Pablo VI para el Estudio de la Reproducción Humana y desarrollar métodos de tratamiento en una amplia gama de temas ginecológicos, de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia Católica.

A finales de los ’60, Hilgers escribió, cuando muchos se preguntaban si la Iglesia debía cambiar su postura sobre la anticoncepción: “Seguí la controversia desde cerca, pensando que la Iglesia realmente iba a cambiar su postura largamente defendida en contra de la anticoncepción”. Entonces el 25 de julio de 1968, el Papa Pablo VI terminó el debate presentando la declaración definitiva de la Iglesia, bajo la forma de una carta encíclica, la Humanae Vitae (De la vida humana).

En la carta, el Papa se mantuvo firme y reiteró el valor de la vida humana y la oposición directa de la Iglesia a la anticoncepción, un mensaje que Hilgers dijo que fue recibido con ira y frustración, incluso dentro de la Iglesia.

En medio de la controversia y de la sesgada cobertura por parte de los medios de comunicación, Hilgers escribe que decidió leer la Humanae Vitae por sí mismo. Esta lectura terminó por impactarle profundamente tanto en su vida personal como en su vida profesional y acabó dirigiendo su faceta profesional hacia el cuidado de la salud de las mujeres.

Cooperando con la reproducción

A lo largo de la década de los ’70 y principios de los ’80, Hilgers y su equipo investigó varios métodos de tratamientos de fertilidad y planificación familiar natural aprobada por la Iglesia. Al mismo tiempo, nació el primer “bebé-probeta” y la fertilización “in vitro” fue el siguiente “gran”avance en la medicina.

Sin embargo, su equipo siguió dedicándose a su misión. Su trabajo condujo al Creighton Model Fertility Care System, una forma natural de regular la fertilidad.

En 1985, Hilgers fundó el Instituto Pablo VI para el Estudio de la Reproducción Humana, localizado en Omaha, Nebraska. Las instalaciones alberga también al Centro Nacional para la Salud de la Mujer.

En una entrevista con ZENIT, Hilgers explicó que el Creighton Model Fertility Care System es “un sistema único y por ello debe tener una aplicación especial en la salud reproductiva de la mujer”.

“Durante estos últimos 30 o 35 años”, añadió, “hemos investigado continuamente esto, y hemos llegado a la tecnología Natural Procreativa (NaProTecnología)”.

De acuerdo con Hilgers, la NaProTecnología es mucho más que una forma avanzada de la planificación familiar natural, que trabaja cooperando con el ciclo de la mujer. “En realidad, se ha convertido en una nueva ciencia de la salud de la mujer”, dijo. La ciencia de la NaProTecnología tiene tres aspectos, dijo: la forma médica, la forma perinatal y la forma quirúrgica.

En lugar de simplemente, tratar los problemas de fertilización, la NaProTecnología trabaja para hacer frente a muchos de los problemas ginecológicos a los que las mujeres se enfrentan. “Es un giro de 180º en la dirección opuesta de las tecnologías reproductivas artificiales”, que, como explica Hilgers, son de supresión o de destrucción del potencial de la vida humana, y no cooperativos con el mismo.

Dice que la NaProTecnología beneficia a las mujeres que sufren una variedad de problemas, como, pero no limitado a, la depresión post-parto, quistes ováricos, endometriosis, y ciclos irregulares; también puede ayudar a prevenir partos prematuros, que resultan de los métodos reproductivos artificiales.

“Hay todo un departamento quirúrgico de cirugía casi sin cicatriz que hemos desarrollado”, explicó. “Podemos operar y reconstruir los tejidos reproductivos de la mujer como nunca se ha hecho antes”. Además, añadió que muchas mujeres temen la cirugía por las graves cicatrices, que provocan más problemas que soluciones. “Podemos operar ahora en un modo que no provoca cicatrices”.

Hilgers dijo que los tratamientos pueden ir desde una inyección de progesterona para aliviar la depresión post-parto, la observación y el tratamiento de los cambios del ciclo menstrual con el fin de controlar la fertilidad, a la cirugía, tanto laparoscópica (fuera del paciente) como tradicional.

Abusar de la fertilidad

Desde los ’60 y los ’70, cuando el amor libre y la revolución sexual se difundió a través de la sociedad, y la medicina nos trajo “la píldora” y los bebés probeta, otros “avances” se han realizado también; pero a estas sociedades seculares no les gusta hablar de ellos, dice Hilgers.

Cita y debate en su libro, el aumento del número de cuestiones sociológicas y médicas como: los abortos, nacimientos fuera del matrimonio, enfermedades de transmisión sexual, distintas formas de cáncer, casos de abusos físicos, el aumento de divorcios, suicidios en adolescentes, bebés de bajo peso, muertes neonatales y el aumento del consumo de droga, que ha sufrido una gran aumento en los últimos 40-50 años.

“Vivimos fundamentalmente en una cultura del abuso de la fertilidad”, dice Hilgers. “La gente da su fertilidad por descontada. La eliminan (con la píldora) o la destruyen (con) formas diferentes de anticoncepción. Y durante los años de la llamada revolución sexual una de las cosas que han reivindicado es que no hay víctimas. Pero yo sí creo (que ha habido) mucho silencio asociado con la destrucción de la mayoría de las relaciones familiares y la epidemia de las enfermedades de transmisión sexual que han aparecido como resultado de esto”.

Hilgers explicó que desde la introducción de la píldora anticonceptiva en 1960, está tomando una nueva identidad. “Los médicos se dieron cuenta de que podían tratar una gran variedad de problemas como los ciclos irregulares, o quistes en el ovario, y la lista no tiene fin”. Hoy, los doctores prescriben la píldora para aliviar el síndrome premenstrual, para evitar la osteoporosis y para combatir el acné.

“Los médicos hablan de los beneficios de la salud, pero no hablan mucho de los riesgos de salud, excepto lo que ha sido declarado por la Food and Drug Administration y que la gente no escucha”, dijo. Explica que el uso de la píldora contribuye a embolias pulmonares, coágulos de sangre, infartos de miocardio y ataques al corazón. Las mujeres tienen más riesgo de sufrir cáncer de mama debido al uso de la píldora, así como también aumenta el riesgo del cáncer del cuello uterino, a menudo causado por la transmisión del papiloma humano (VPH)

“(Estos son) todos los riesgos asociados con (la píldora), pero ellos tienden a desdeñarlos y esto ha sido realmente trágico para las mujeres”, afirma.

El crecimiento acelerado

Cuando Hilgers y su equipo comenzaron a formar a otros médicos en sus métodos a principios de los ’80, Hilgers recuerda que la respuesta del ámbito médico no fue la que esperaba inicialmente. “Durante 10 años aceptamos sólo un médico al año, y normalmente estaban bastante molestos al final (del programa)”, recuerda. “Nos costó un poco”.

En 1991, publicó un libro de medicina titulado “La aplicación médica de la planificac
ión familiar natural: Una guía médica de la NaProTecnología”, y la noticia se difundió. “De repente teníamos cuatro o cinco médicos en la clase, más tarde 10, y luego 30”. El pasado abril, el Instituto Pablo VI realizó un seminario de una semana para 90 estudiantes, la mitad de ellos médicos, la otra mitad instructores de NaProTecnología y especialistas en cuidados reproductivos.

“Vinieron médicos de Polonia, Irlanda, Inglaterra, Australia, Canadá, y Estados Unidos; ¡fue increíble!”. Añade que tienen más de 230 de centros de fertilidad a través de Estados Unidos y programas en países de todo el mundo, incluyendo Japón, Singapur, Australia, México y en toda Europa.

“Le digo a mucha gente que nunca pensé llegar a vivir en mi vida lo que estoy viviendo ahora, así que en este sentido ¡es muy gratificante!», dice Hilgers. Aunque reconoce de buena gana que, con la amplia aceptación de los métodos anticonceptivos o reproductivos artificiales, queda mucho camino por recorrer y mucho trabajo por hacer. “Somos nuevos en el barrio”, bromea.

Pero tiene la esperanza de que la sociedad comience a valorar la vida humana y vea el carácter sagrado de los dones que Dios nos da. “En los próximos diez años veremos un cambio, creo. Si nos fijamos ya se ha producido un cambio ahora. No es evidente, no es grande, pero creo que el potencial está ahí”, dice Hilgers, esperanzado. “Es interesante pensar en ello”.

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En la red:

«The NaProTechnology Revolution»: www.amazon.com/NaPro-Technology-Revolution-Unleashing-Womans/dp/0825306264

Por Traci Osuna. Traducción del inglés por Carmen Álvarez

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ZENIT Staff

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