CIUDAD DEL VATICANO, domingo 26 de junio de 2011 (ZENIT.org).- La Eucaristía, como presencia del amor de Dios y canal de difusión del amor para los cristianos, humaniza la globalización ayudando a edificar una sociedad “solidaria, justa y fraterna”, considera el portavoz vaticano.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha presentado esta reflexión al comentar las palabras que Benedicto XV dirigió el jueves del Corpus Christi, antes de presidir la procesión de Jesús Eucaristía por las calles de Roma.
De la Eucaristía, según el papa, procede “esedinamismo que transforma la realidad en sus dimensiones cósmicas, humanas e históricas”, ha recordado el portavoz vaticano en el editorial del último número de “Octava Dies”, semanario del Centro Televisivo Vaticano.
“Un dinamismo de amor que tiene origen en la vida trinitaria de Dios, que llega a nosotros a través del corazón de Cristo. Y es tan fuerte, que puede superar las divisiones, que nos atrae a la unión de la vida de Dios, que abre y libera nuestra individualidad de su egocentrismo”, añade el padre Lombardi sintetizando el pensamiento del Santo Padre.
“La Eucaristía es el camino concreto mediante la cual este amor se difunde en la Iglesia y en el mundo; la fuente continua que alimenta la presencia social de la Iglesia; el compromiso responsable de los cristianos en la construcción de una sociedad solidaria, justa y fraterna, en particular, en el tiempo de la globalización”, indica.
Y es que, según Lombardi, “es necesario hacer presente el verdadero amor en el tiempo de la creciente globalización de la humanidad, para que ésta no se pierda en la confusión, en el individualismo, y en el atropello de todos contra todos”.
El pontífice dijo: “Sin ilusiones, sin utopías ideológicas, nosotros caminamos por las calles del mundo, llevando dentro de nosotros el Cuerpo del Señor, vislumbrando el mundo nuevo, en el que reinan la paz y la justicia, que es nuestra verdadera patria”.
El padre Lombardi concluye explicando que “verdaderamente, en la fe, la dimensión humana, histórica y cósmica se entrelazan y se funden. La comunión eucarística es para el bien de todos, para el bien del mundo, y para que todo encuentre, al final, su sentido y su salvación”.