VIEUX-MARCHÉ, domingo 24 de julio de 2011 (ZENIT.org
El primado de las Galias presidió este domingo la santa misa en la capilla de los Siete Santos de Éfeso, en la pequeña localidad de Vieux-Marché, en la diócesis bretona de Saint Brieuc, en el marco de la peregrinación islámico-cristiana que se celebra desde hace casi 60 años en este lugar.
“¿Por qué la palabra misericordia ha desertado los labios de los católicos?”, se preguntó en la homilía el purpurado, que nació hace 60 años en Rabat (Marruecos), y que tanto en África, Oriente Medio, como en Francia ha tenido constantes oportunidades para entrar en contacto con musulmanes.
“¿Por que la utilizamos tan poco? ¿Por qué tenemos miedo de utilizarla? Me sorprende, pues aparece por doquier en la Biblia, y sería un concepto maravilloso para el diálogo interreligioso”, aseguró.
Refiriéndose a la importancia de este concepto, recordó que el pueblo judío recibió la vocación “de ser servidor de la Misericordia de Dios en todas las naciones”.
Por otra parte, añadió al analizar el islam, “esta palabra aparece en cada una de las suras de Corán, que comienza siempre con la invocación a Dios misericordioso”.
“En el Evangelio también está presente por todos los sitios”, recordó. “No sé por qué la hemos dejado de lado”.
“Quizá para algunos les parece algo pasada de moda…, pero sale de los labios de Cristo, sale de los labios de la Virgen María cuando canta el Magnificat, o en el Cántico de Zacarías, que es nuestra oración de cada mañana. Entonces, ¿por qué no la utilizamos?”, se preguntó el purpurado.
Recordó que la Misericordia es también el gran legado dejado en su pontificado por Juan Pablo II.
Evocando el pensamiento de Karol Wojtyla, afirmó: “Misericordioso no es sólo un adjetivo que podemos atribuir a Dios. La Misericordia no es sólo una de las cualidades de Dios, quien es también creador, poderoso… La Misericordia –dijo el papa– es verdaderamente su nombre”.
“Esta frase podría ser de gran utilidad en el diálogo profundo, siguiendo el registro del amor de Dios, con nuestros hermanos creyentes de otras religiones”, sugirió.
El cardenal Barbarin concelebró la misa junto al obispo de Saint Brieuc, monseñor Denis Moutel, en presencia de representantes de la comunidad musulmana y de miles de fieles, que al no caber en la capilla, siguieron la misa desde el exterior.
La peregrinación de cristianos y musulmanes a este templo hunde sus raíces en los santos “durmientes” a quienes está dedicada: los siete cristianos del siglo III, en Éfeso, que fueron encerrados a cal y canto por la persecución del emperador Decio, en el siglo III.
Según una narración, retomada por un canto popular bretón, quedaron dormidos durante unos doscientos años y luego aparecieron vivos. El Corán hace mención a estos santos en la Sura 18.
Al constatar la relación entre el canto y la sura, Louis Massignon (1883-1962), uno de los más grandes islamólogos del siglo XX, decidió invitar a exponentes musulmanes a la peregrinación anual a la capilla, en 1954, cuando comenzaba la guerra entre Francia y Argelia. Este año ha batido records de participación.