Merkel: derrotar las injusticias, un arma contra el terrorismo

Participó en el encuentro mundial “Religiones y culturas en diálogo”

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MÜNICH, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- “Las religiones ven al hombre como una criatura divina, y por ello su destrucción es precisamente lo contrario de lo que las religiones viven y propugnan”: lo afirmó la canciller de la República federal alemana, Angela Merkel, en su intervención en el encuentro mundial “Bound to Live Together. Religiones y culturas en diálogo”, que está teniendo lugar en Münich por iniciativa de la Comunidad de San Egidio y la archidiócesis de Münich-Frisinga.

La canciller alemana estuvo de acuerdo con Andrea Riccardi, fundador de San Egidio, el cual al presentar la sesión plenaria de la tarde subrayó el papel de las religiones y de Europa como actores fundamentales para la construcción de una “civilización del vivir juntos”.

“Las religiones – había afirmado Riccardi – tienen una función decisiva en llamar a los fieles a la unidad del género humano. Deben vivir la audacia de esta tarea, no cerrarse temerosas”. Igualmente: “la civilización del convivir necesita una Europa fuerte y unida”.

“El debilitamiento de Europa – añadía el fundador de San Egidio – es una tragedia, que tiene lugar poco a poco, en la costumbre de vivir sin ideales, mientras que los países europeos son cada vez más como ancianos pensionistas en la ventana y fuera de la historia”. “Sin el espíritu, hoy está más claro – concluía Riccardi – que no se construye una sociedad distinta desde muchos individualismos”.

“Yo crecí en Alemania del Este – recordó por su parte Angela Merkel – y el hecho de que haya llegado a canciller alemana muestra cómo ha cambiado el mundo desde el encuentro de Asís de 1986”.

Ese encuentro “trajo frutos importantes de esperanza, que nosotros en el este vimos de forma evidente con lo que sucedió en 1989”.

“Es nuestro turno – afirmó la canciller – de hacer crecer la casa común europea”. No se pueden descargar los problemas actuales “sobre las generaciones futuras, sino tener una visión amplia. Nuestro modelo europeo de democracia social es digno de ser conservado y muchas regiones del mundo lo observan para imitarlo”.

También los países en los que han tenido lugar en los últimos meses importantes revueltas sociales. A propósito de la “primavera árabe” la canciller subrayó que “es importante que lo que ha sucedido en Túnez y en otros lugares no se quede en ilusión. Europa debe asumir responsabilidades hacia estos países, especialmente hacia los jóvenes”.

“Necesitamos un verdadero desarrollo en el mundo – afirmó Merkel con convicción –: vencer el hambre, la sed, dar trabajo. Sólo así podremos tener un futuro mejor”. Se necesita, sin embargo, un modelo de desarrollo sostenible. “Cuando Dios dijo al hombre que poseyera la tierra – afirmó –, no quería decir para explotarla sino para cuidar de ella”.

“Debemos vivir con los recursos naturales que tenemos – insistió Merkel – y preservarlos para el futuro. La pregunta a plantearse es: ¿estamos trabajando por el desarrollo o para quitar el futuro a los demás? ¿Y cuánto desarrollo pretendemos permitir a los demás?”.

Es necesario “desarrollar una economía sostenible, pagando los costes de nuestra riqueza sin descargarlos sobre otros o sobre las generaciones futuras. Hacer crecer el bienestar sin repetir los errores del pasado, invirtiendo en energías alternativas y en biodiversidad”;.

En opinión de la canciller alemana, el mundo “no puede ser ya gobernado a nivel nacional, sino a nivel mundial. Por esto la ONU será cada vez más importante” y aunque sea difícil “poner de acuerdo a los 194 países del mundo, sin embargo es necesario”.

“La base de nuestra convivencia – subrayó – es respetar la declaración de los derechos del hombre: también los hombres religiosos deben intervenir cuando éstos son violados”. “Las religiones – añadió Merkel – enseñan a mirar lo que une, y por esto tendrán cada vez un papel más importante, pues los hombres se preguntan qué les une”.

En los hombres “hay un deseo profundo de paz y libertad que no se deja vencer”. “No dejaremos que nos quiten nuestras convicciones más profundas – afirmó –. Creemos que a veces son necesarias soluciones militares para resolver conflictos, pero estas no son capaces de traer la paz”.

“Vivimos en un tiempo – consideró – en el que existe el peligro de que los hombres vivan por motivos equivocados. Vencer las injusticias es un arma grandiosa contra el terrorismo, y nosotros trabajamos juntos por ello”.

Si, de hecho, “la guerra es la madre de todas las pobrezas, entonces la paz es la madre de todo desarrollo”. “Juan Pablo II, en el encuentro de Asís – recordó Merkel – nos dijo que la paz está débil de salud y requiere inmensos cuidados. Cada generación está llamada a proteger la paz de las enfermedades”.

“Todos tenemos – concluyó – un compromiso común con la paz: trabajar por la unidad de la familia humana, como sugirió Juan Pablo II, con el corazón y con la mente”.

Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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