BARCELONA, jueves 6 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- El número de personas que han visitado la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona durante este año ha aumentado de manera espectacular (un 38% entre enero y agosto) y el patronato del templo prevé superar por primera vez en su historia los tres millones de visitantes anuales.
Además, han aumentado las donaciones al templo un 90%, con lo que, en medio de una profunda crisis económica generalizada, el ejercicio se cerrará previsiblemente con superávit.
El hecho de que fuera el mismo Papa Benedicto XVI quien consagrara el templo, el pasado mes de noviembre, y la presentación a todo el mundo de la espectacular y original belleza del interior de la iglesia ideada por Gaudí, con su efecto llamada, han ayudado a la proyección de la basílica.
Lo explica en la siguiente entrevista concedida a ZENIT el hasta ahora presidente delegado del Patronato de la Sagrada Familia, Joan Rigol, quien deja el puesto después de siete años al considerar cumplidos los objetivos propuestos.
– ¿Qué balance realiza de su etapa al frente del Patronato de la Sagrada Familia?
Joan Rigol: Ha habido un efecto: que la gente del país ha descubierto la Sagrada Familia fundamentalmente a través de la venida del Papa y del reportaje televisivo que se realizó. Descubrieron una Sagrada Familia que no pensaban que fuera tan bonita como la vieron.
Esto es debido a unos objetivos que nos marcamos como Patronato: en primer lugar, priorizar el cierre por dentro de la Sagrada Familia y acabar su interior; y en segundo lugar, organizar la Sagrada Familia con suficiente capacidad de gestión como para hacer eficiente la construcción de la obra y acoger a la gente que viene.
Esta organización interna, que no se ve, ha sido también una de nuestras prioridades: crear el equipo de gestión.
Esto ha cuajado con un incremento de visitantes que es debido a un efecto llamada de la Sagrada Familia, junto a la mejora del turismo que viene a nuestra casa.
El número de turistas descendió en el año 2008, empezó a crecer en 2009, realizó un salto importante en 2010 y el año 2011 se está llevando mejor que el año pasado. Y ello en la Sagrada Familia, pero también como exponente del turismo en general en Cataluña.
Tenemos que ver que la Sagrada Familia no debe quedar definida por el turismo. Aunque hay que reconocer que es un polo de atracción importante en este sentido, la Sagrada Familia no se realizó para incrementar el turismo de la ciudad, sino para dar un mensaje de espiritualidad a la sociedad contemporánea. Esto es lo que Gaudí quería. No hizo un monumento, sino un templo.
La Sagrada Familia tiene que realizar la aproximación de la sociedad contemporánea a los valores evangélicos.
Al mismo tiempo, debe ser un lugar en el que las personas que lo vayan a visitar encuentren en el arte de Gaudí una apertura hacia su sentido de trascendencia.
– Deja su puesto después de una gran experiencia…
Joan Rigol: He sido presidente delegado del Patronato de la Sagrada Familia durante siete años.
Me lo pidió el cardenal de Barcelona, dije que sí y cuando los objetivos que me había propuesto se han alcanzado, he pedido el relevo.
– ¿Le ha servido su experiencia en los ámbitos político y económico?
Joan Rigol: Sin duda, porque la Sagrada Familia tiene una proyección institucional importante, tanto en los puntos en los que ha tenido problemas –como en la construcción del túnel del tren de alta velocidad-, como en sus actividades, tanto las constructivas como las culturales.
Este sentido institucional que uno ha aprendido en los diversos lugares políticos los he puesto al servicio de la Sagrada Familia.
– ¿Qué significa para el templo haber sido consagrado por el Papa?
Joan Rigol: Darle la proyección universal. El mismo Gaudí ya decía que vendría gente de todo el mundo. Él lo intuía.
Pero la venida del Papa significó poner la Sagrada Familia en el mapa del mundo, especialmente en el mapa del mundo católico. Esta dimensión universal de la Sagrada Familia es una aportación que Benedicto XVI ha realizado.
– ¿Qué ha pasado desde entonces?
Joan Rigol: Primero, se ha incrementado la afluencia de visitantes. Se ha establecido un ritmo de culto que consiste en que una vez al mes de celebra una misa abierta a mucha gente dentro de la Sagrada Familia, donde caben unas seis mil personas.
Es necesario, a mi entender, un ritmo más fluido de culto y un tipo de actividad que ilumine la misión que tiene la Sagrada Familia en el conjunto de la sociedad y de la Iglesia. Esto debo dejarlo a quien me sustituye, es un proyecto de futuro.
Tenemos que generar actividades en las que haya temas de confluencia entre la visión cristiana de los valores y la de la sociedad contemporánea.
Y debe tener una visión más internacional. Porque la Sagrada Familia capta el interés de gente de todo el mundo, y especialmente de toda Europa.
– ¿Se refiere a potenciarla como “atrio de los gentiles”?
Joan Rigol: El “atrio de los gentiles” es uno de los aspectos en los que Barcelona será un punto de referencia, siguiendo la línea de lo que dicen el Papa y el presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi.
Todavía está por hacer, debe ser un punto de referencia por los criterios que se den y por la proyección que se les dé a estos criterios.
– ¿La Sagrada Familia tendrá una función destacada en la llamada “Misión Metrópolis” con la que diversas ciudades europeas organizarán simultáneamente iniciativas relacionadas con la nueva evangelización?
Joan Rigol: Este es otro elemento que no se polariza en la Sagrada Familia, sino que es para todo el arzobispado de Barcelona.
El obispado participa en unas actividades con dimensión internacional y alguna función tendrá la Sagrada Familia. Pero en todo, la Sagrada Familia debe tener su propia dinámica, que debe generarse desde la misma experiencia de la Sagrada Familia.
– ¿La parroquia de la Sagrada Familia continúa su vida como antes de la consagración de la basílica?
Joan Rigol: La parroquia continúa en la cripta, con su propia actividad. Son dos actividades diferentes: la de la basílica, con una dimensión europea y universal, y la de la parroquia, que atiende la pastoral de sus fieles.
– ¿Cómo se consiguió que el Papa fuera a Barcelona a consagrar la Sagrada Familia?
Joan Rigol: Porque el cardenal de Barcelona se lo propuso y lo consiguió. Es un éxito personal suyo.
También hay que decir que todos hemos puesto nuestro esfuerzo para tenerla acabada antes de que el Papa tuviera disponibilidad para venir.
– ¿Fue una decisión de última hora?
Joan Rigol: No, ya llevábamos muchos meses intentando que viniera el Papa. La agenda del Papa es muy complicada y debía ajustarse a las posibilidades de esa agenda.
– Después de siete años, ¿qué lecciones podría compartir de la responsabilidad que ha desempeñado en la Sagrada Familia?
Joan Rigol: Personalmente creo que la Sagrada Familia es un don que tiene la Iglesia de Barcelona, la catalana y la europea.
Es una posibilidad real de un lugar al que accede mucha, mucha gente y que es conocido en todo el mundo para poder irradiar los valores del Evangelio. Y eso lo tenemos que saber aprovechar.
Vienen visitantes, muchos creyentes y muchos no creyentes, y debemos saber encontrar una reflexión sobre el valor trascedente de la persona que se expresa a través del arte, y el valor que tenemos los cristianos que creemos en Jesús.
– ¿Cuál cree que es el futuro de la Sagrada Familia?
Joan Ri
gol: Lo dejo a los responsables actuales, son ellos quienes deben ir configurándolo para que no sea sólo un lugar de aperturismo, sino de mundo sensible culturalmente desde el punto de vista de los valores trascendentes de la persona y con actitud de fe cristiana.
– ¿Dónde cree que radica el éxito de este templo?
Joan Rigol: Gaudí era un personaje que dio una dimensión a la arquitectura muy personal y muy potente que tiene unas razones de tipo técnico.
La altura de la Sagrada Familia no es sólo una cuestión monumental, sino que responde a una visión suya de elevar al hombre hacia arriba, hacia lo trascendente.
Y esto lo hizo con una arquitectura genial y un gran sentido de fe cristiana. Esto dio el valor a la Sagrada Familia como un lugar único por su personalidad arquitectónica y por su contenido cristiano.
Por Patricia Navas