COTONOU, viernes 18 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Al término de la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto, grupos de fieles, sobre todo mujeres ataviadas con el vestido confeccionado con la tela conmemorativa que en algunos países africanos es costumbre hacer en los grandes eventos, y tocados multicolores, agitaban en sus manos un pañuelo blanco y otro amarillo, simbolizando la bandera de la Santa Sede, al paso del papa que abordaba el vehículo panorámico con el que se dirigió a la catedral de Nuestra Señora de la Misericordia de Cotonou, la capital.
Los benineses bailaban, saludaban y también acompañaban al papa, expresando su alegría con cantos corales y mucho ritmo.
El cortejo papal hizo un largo recorrido, pasó ante la sede de la Conferencia Episcopal de Benín y, atravesando los dos puentes sobre el canal entre la laguna Nokoué y océano Atlantico, recorrió ambos lados de la ciudad para permitir lo más posible a los fieles darle la bienvenida.
Benedicto XVI llegó a la catedral, donde le esperaban los obispos de Benín, los obispos invitados y algunos centenares de fieles.
Acogido por el rector, el papa rezó ante el Santísimo Sacramento e hizo una plegaria ante las tumbas de los dos prelados que dirigieron la archidiócesis de Cotonou: Christophe Adimou (de 1971 a 1990) e Isidore de Sousa (de 1990 a 1999).
Tras el discurso de bienvenida del arzobispo Antoine Ganyé, el papa pronunció un discurso en el que se centró en el tema de la misericordia que da nombre a esta catedral mariana.
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