'Toda la historia tiene como centro a Cristo'

Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus

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CASTEL GANDOLFO, domingo 15 julio 2012 (ZENIT.org).- A la vuelta de Frascati, donde esta mañana se trasladó en visita pastoral, a las 12 horas, Benedicto XVI se asomó al balcón del patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo y recitó el Ángelus junto a los fieles y a los peregrinos presentes. Ofrecemos las palabras del papa al introducir la oración mariana.

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¡Queridos hermanos y hermanas!

En el calendario litúrgico, el 15 de julio es la memoria de san Buenaventura de Bagnoregio, franciscano, doctor de la Iglesia y sucesor de san Francisco de Asís en el gobierno de la Orden de los Frailes Menores. Él escribió la primera biografía oficial de Francisco, y al final de su vida fue también obispo de esta diócesis de Albano. En una de sus cartas, Buenaventura escribe: «Confieso ante Dios que la razón que me hizo amar más la vida del beato Francisco es que es similar al origen y al crecimiento de la Iglesia» (Epistula de tribus quaestionibus, en Opere di San Buenaventura. Introduzione generale, Roma 1990, p. 29). Estas palabras nos dirigen directamente al evangelio de este domingo, que presenta el primer envío en misión de los Doce Apóstoles de parte de Jesús. “Jesús llamó a los Doce –narra san Marcos– y comenzó a enviarlos de dos en dos… Y les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón: sino calzados con sandalias y que no vistan dos túnicas» (Mc 6,7-9 ).

Francisco de Asís, después de su conversión, practicó a la letra este Evangelio, convirtiéndose en un fiel testigo de Jesús; y asociado de un modo especial al misterio de la Cruz, fue transformado en un «otro Cristo», como san Buenaventura lo presenta. Toda la vida de san Buenaventura, así como su teología, tiene como centro de inspiración a Jesucristo. Esta centralidad de Cristo la encontramos en la segunda lectura en la Misa de hoy (Ef.1,3-14), el famoso himno de la Carta de Pablo a los Efesios, que comienza así: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo». El Apóstol muestra cómo se ha realizado este designio de bendición, en cuatro etapas que comienzan todos con la misma expresión «en Él», refiriéndose a Jesucristo. «En él», el Padre nos ha elegido antes de la fundación del mundo; «en Él» tenemos la redención por su sangre; «en Él» nos hemos convertido en herederos, predestinados a ser «alabanza de su gloria»; «en Él», cuantos creen en el Evangelio fueron sellados con el Espíritu Santo.

Este himno paulino contiene el punto de vista de la historia que san Buenaventura ha contribuido a difundir en la Iglesia: toda la historia tiene como centro a Cristo, el cual garantiza también novedad y renovación a cada época. En Jesús, Dios ha hablado y ha dado todo, y ya que Él es un tesoro inagotable, el Espíritu Santo no deja nunca de revelar y actualizar su misterio. Por lo tanto, la obra de Cristo y de la Iglesia no vuelve hacia atrás nunca, sino que avanza siempre.

Queridos amigos, invoquemos a María Santísima, a quien mañana celebraremos como la Virgen del Monte Carmelo, para que nos ayude, como san Francisco y san Buenaventura, para responder generosamente al llamado del Señor, para proclamar su Evangelio de salvación con la palabra y sobre todo con la vida.

Traducción de original italiano por José Antonio Varela V.

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ZENIT Staff

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