CIUDAD DEL VATICANO, domingo 25 noviembre 2012 (ZENIT.org).- El pasado 24 de octubre, en el marco del Sínodo de los Obispos y el Año de la Fe, Benedicto XVI anunció un consistorio para dentro de un mes, en el que se proponía crear seis nuevos miembros del colegio cardenalicio. La novedad de este consistorio es que entre los nuevos purpurados no hay ni un europeo y uno, el filipino, es relativamente joven para lo acostumbrado.

"Los cardenales --explicaba entonces el papa- tienen la misión de ayudar al sucesor de Pedro en el desempeño de su ministerio de confirmar a los hermanos en la fe y ser principio y fundamento de la unidad y de la comunión de la Iglesia".

Este sábado, Benedicto XVI cumplió su palabra. Los nuevos purpurados son James Michael Harvey, exprefecto de la Casa pontificia y arcipreste de la basílica papal de San Pablo extramuros; Béchara Boutros Raï OMM, patriarca de Antioquía de los maronitas, Líbano; Baselios Cleemis Thottunkal, arzobispo mayor de Trivandrum de los siromalankares, India; John Olorunfemi Onaiyekan, arzobispo de Abuya, Nigeria; Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá, Colombia; Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, Filipinas.

Los nuevos cardenales, explicaba el pontífice el día del anuncio, "desempeñan su ministerio al servicio de la Santa Sede o como padres y pastores de Iglesias particulares en varias partes del mundo".

Este sábado, tras el consitorio, como es tradicional, tuvieron lugar en El Vaticano las visitas de cortesía a los nuevos cardenales por parte de familiares, amigos, conocidos. El único cardenal iberoamericano, el arzobispo colombiano Rubén Salazar Gómez, recibió a sus allegados e invitados en la Sala Ducal.

Hoy, domingo, Solemnidad de Cristo Rey del Universo, en la basílica vaticana, Benedicto XVI presidió la concelebración eucarística con los nuevos seis purpurados. Al inicio de la celebración, James Michael Harvey, el primero por edad entre los nuevos cardenales, dirigió unas palabras de saludo y gratitud, en nombre de todos ellos.

"Están presentes ante su santidad pastores de Iglesias antiguas, testigos fuertes y valientes de la fe en Jesucristo, nuestro Señor; profesan además sincera devoción al sucesor de Pedro, junto a las pujantes comunidades a ellos confiadas, pastores de Iglesias fundadas en el sacrificio de mártires misioneros y fecundadas por su auténtico testimonio, llevado a los confines de la tierra. Desde estos lejanos confines, hoy usted benévolamente nos asocia al clero de esta Alma Urbe", afirmó el cardenal Harvey.

Por su parte, el papa en su homilía recordó la fecha que corona todo el año litúrgico, la festividad de Cristo que conmemora el triunfo del Señor y su reinado universal. Benedicto XVI afirmó que la celebración "nos llama a dirigir la mirada al futuro, o mejor aún en profundidad, hacia la última meta de la historia, que será el reino definitivo y eterno de Cristo".

"Cuando fue creado el mundo --dijo--, al comienzo, él estaba con el Padre, y manifestará plenamente su señorío al final de los tiempos, cuando juzgará a todos los hombres. Las tres lecturas de hoy nos hablan de este reino".

Advirtió el papa que el reino de Cristo "no se ha de confundir en absoluto con ningún reino político: 'Mi reino no es de este mundo… no es de aquí' (v. 36)".

"Está claro --subrayó- que Jesús no tiene ninguna ambición política. Tras la multiplicación de los panes, la gente, entusiasmada por el milagro, quería hacerlo rey, para derrocar al poder romano y establecer así un nuevo reino político, que sería considerado como el reino de Dios tan esperado. Pero Jesús sabe que el reino de Dios es de otro tipo, no se basa en las armas y la violencia".

"Y es esta la razón de que un hombre de poder como Pilato se quede sorprendido ante un hombre indefenso, frágil y humillado, como Jesús; sorprendido porque siente hablar de un reino, de servidores", añadió Benedicto XVI.

"¿Puede existir un poder que no se obtenga con medios humanos? ¿Un poder que no responda a la lógica del dominio y la fuerza?", se preguntó el papa, y respondió: "Jesús ha venido para revelar y traer una nueva realeza, la de Dios; ha venido para dar testimonio de la verdad de un Dios que es amor (cf. 1Jn 4,8-16) y que quiere establecer un reino de justicia, de amor y de paz (cf. Prefacio). Quien está abierto al amor, escucha este testimonio y lo acepta con fe, para entrar en el reino de Dios".

Leer el texto completo de la homilía en: http://www.zenit.org/article-43708?l=spanish.