¿Un papa más moderno?

la Iglesia no es dueña de la Palabra de Dios

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Ofrecemos el habitual artículo de nuestro colaborador el obispo de San Cristóbal de las Casas, México, Felipe Arizmendi Esquivel, esta vez sobre el gran acontecimiento que se espera en estos días.

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SITUACIONES

Se vierten infinidad de opiniones sobre qué tipo de Papa necesitamos hoy. Es verdad que debe responder a los retos del mundo contemporáneo, con sus luces y sombras. En lo que hay una gran divergencia es en qué entendemos por mundo. Si queremos decir que esté atento a la realidad actual, que conozca y comprenda lo que pasa hoy, muy distinto al ayer, ¡de acuerdo! Eso han hecho los papas, no sólo desde Juan XXIII, que convocó el Concilio para que entraran nuevos aires a renovar la Iglesia, sino incluso desde León XIII, a fines del siglo XIX, hasta Benedicto XVI. Quien diga que éste no entendió el mundo moderno, no sabe lo que dice.

Pero si lo que se pide es que el nuevo Papa se amolde a los criterios dominantes, contrarios al Evangelio, ¡no saben lo que piden! La Iglesia no es dueña de la Palabra de Dios, para cambiarla, sino su servidora.

ILUMINACION

Jesucristo nos dio criterios muy claros del camino que debe seguir su Iglesia, para que seamos fieles al proyecto del Reino de Dios. Pidió a su Padre que los suyos se encarnaran en el mundo, pero que no se amoldaran a sus criterios, aunque sufrieran por ello persecuciones.

El Papa Benedicto, antes de concluir su servicio al frente de la Iglesia, nos lo recordó varias veces: “Hoy en el mundo los cristianos son el grupo más perseguido, porque no son conformistas, porque están contra las tendencias del egoísmo, del materialismo, de todas estas cosas… Los cristianos se encuentran en una situación de extrañeza; pero esto pertenece también a nuestra vida: es la forma de ser con Cristo crucificado, viviendo no según el mundo en el que viven todos, sino viviendo -o tratando al menos de vivir- según su Palabra, en una gran diversidad respecto a lo que dicen todos. Y precisamente esto es característico para los cristianos. Todos dicen: ‘Todos hacen así; ¿por qué yo no?No, yo no, porque quiero vivir según Dios” (8-II-2013).

Y en forma más explícita, dijo: “Las pruebas a las que la sociedad actual somete al cristiano, son muchas y tocan la vida personal y social. No es fácil ser fieles al matrimonio cristiano, practicar la misericordia en la vida cotidiana, dejar espacio a la oración y al silencio interior; no es fácil oponerse públicamente a opciones que muchos consideran obvias, como el aborto en caso de embarazo indeseado, la eutanasia en caso de enfermedades graves, o la selección de embriones para prevenir enfermedades hereditarias. La tentación de dejar de lado la propia fe está siempre presente y la conversión es una respuesta a Dios que debe ser confirmada varias veces en la vida” (13-II-2013).

Vivimos en “una sociedad que considera a menudo pasados de moda y extemporáneos a quienes viven de la fe en Jesús” (13-I-2013). “Quien vive y anuncia la fe de la Iglesia, en muchos puntos no está de acuerdo con las opiniones dominantes en nuestro tiempo. El agnosticismo hoy ampliamente imperante tiene sus dogmas y es extremadamente intolerante frente a todo lo que pone en tela de juicio y cuestiona sus criterios. Por eso, el valor de contradecir las orientaciones dominantes, es hoy especialmente acuciante”. Se requiere valor para “dejarse golpear y enfrentarse a los criterios de las opiniones dominantes. También los sucesores de los Apóstoles han de esperar ser constantemente golpeados, de manera moderna, si no cesan de anunciar de forma audible y comprensible el Evangelio de Jesucristo. La aprobación de las opiniones dominantes no es el criterio al que nos sometemos. El criterio es el mismo: el Señor. Si defendemos su causa, conquistaremos siempre a personas para el camino del Evangelio. Pero seremos también inevitablemente golpeados por aquellos que, con su vida, están en contraste con el Evangelio, y entonces daremos gracias por ser juzgados dignos de participar en la Pasión de Cristo” (6-I-2013).

COMPROMISOS

Pidamos al Espíritu Santo que ilumine a los cardenales, para que elijan a un Papa que sea muy fiel a Jesucristo, muy fiel a su Iglesia y muy fiel servidor de cuantos vivimos en este mundo; que nos oriente y nos confirme con la Verdad del Evangelio sobre las cuestiones más acuciantes de estos tiempos.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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